Durante los días en que nos alejamos de esta sección, no hemos dejado de asomarnos a lo que ocurre a nuestro alrededor-los periodistas no dejamos de serlo nunca-y aunque nos hubiese gustado quedarnos con la imagen esperanzadora de los niños mirando embelesados las cabalgatas de Reyes Magos y los Papás Noel de turno, lo cierto es que la realidad no descansa ni en Navidad; antes al contrario, estos pasados días acrecentaron muchas cosas, entre ellas la sensación de que vivimos en un país muy especial.

Un país donde es posible contemplar un documento gráfico que nos muestra juntos, tomándose un reconfortante vino de la tierra -hablamos de Galicia- al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, junto al expresidente de la Diputación de Ourense José Luis Baltar, quien, como ya conocen, ha sido imputado por la presunta contratación a dedo de 104 personas. La acusación ha sido realizada por el fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Ourense y en ella se pone de relieve un comportamiento un tanto caciquil del señor Baltar al comprobarse que dichas contrataciones se llevaron a cabo durante su etapa de presidente de la Diputación sin informes previos, sin salir a concurso y siempre a través de decretos firmados por el susodicho, tal y como refleja el diario hermano Faro de Vigo publicando que "en ninguno de los casos de las 104 contrataciones existió previa convocatoria u oferta en el Boletín Oficial de la Provincia o en el tablón de edictos, o de cualquier otro modo o manera que evidenciara la publicidad de las ofertas de contratación". Y añade que existe "una intención del querellado, José Luis Baltar, que conocía la absoluta ausencia de procedimiento de contratación y que quería de manera directa que fuesen esas personas y no otras, las que ocuparan los puestos por lo que hizo pasar por inaplazables y necesarias las contrataciones bajo su propia consideración".

Pues bien, pese a todo esto, el señor presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, proclama que "en Galicia no hay caciques", sólo "personas que tienen influencia y la utilizan en época electoral". Y se queda tan pancho. La capacidad del señor Rajoy para eludir los asuntos que no le son gratos es digna de admiración como comprobaron los periodistas cuando le preguntaron sobre la imputación del alcalde de Santiago de Compostela, Ángel Currás (PP), en la Operación Pokemon -presunta trama de corrupción en las adjudicaciones públicas- diciendo eso de "hoy vengo a otra cosa". Pero es que la gente de lo que quiere saber es de esas cosas tan incómodas para los gobernantes. Esas cosas que nos hablan de corrupción, de aprovechamiento de los puestos para los propios intereses de partido o particulares. Como esos 63 diputados que, según denuncia la asociación Democracia Real Ya, aunque residen en Madrid en vivienda propia, cobran el complemento de desplazamientos y manutención de 1.820 euros mensuales para los que viajan desde otras provincias, amparándose en la triquiñuela de haberse presentado a las elecciones por lugares de fuera de Madrid. Esta asociación considera que esos diputados estarían cometiendo un delito de malversación de fondos públicos y apropiación indebida, pero el señor Rajoy tampoco tendrá nada que decir, al respecto. Como tampoco el PSOE, al parecer.

Sí, vivimos en un país muy especial.