Le pido perdón, a sabiendas que no los concedas, te pido perdón por no haber escuchado tus ruegos». Como la famosa canción, así comenzaba esta semana de pasión y redención en la casa socialista, una nueva debacle y un nuevo mazazo, esta vez desde la muy española Cataluña.

Una Cataluña que ha obligado al cada vez menos numeroso grupo de afiliados socialistas a pedir perdón por los errores del pasado. Les ha costado, porque en un año nos han intentado hacer creer que la crisis, esta maldita crisis, se había generado de manera espontánea tras alcanzar Mariano Rajoy la presidencia del Gobierno de España.

Afortunadamente, los españoles están escarmentados. Vivimos en una sociedad de ciudadanos libres que no se dejan adoctrinar y que desde Andalucía, Galicia, País Vasco y, por último, Cataluña, han lanzado un mensaje demoledor a los que hoy se nos presentan como los salvadores de un desastre que ellos mismos generaron.

Estos datos deberían hacer pensar al principal partido de la oposición en la Región y, en especial a su más que cuestionado líder, ese cómplice que desde su atalaya, la delegación del Gobierno, ejecutaba órdenes que contribuían a desmoronar el Estado del Bienestar.

Haría bien el señor Tovar en cambiar su actitud para sumar esfuerzos con quienes tenemos la suerte de contar con la confianza de la mayoría, porque España y nuestra Región necesitan menos ideología y más y mejor trabajo.

El Partido Socialista ha redefinido el término oposición y se ha convertido en protestante. Su dejadez de funciones es alarmante y lo único a lo que se dedica es a arremeter contra el Partido Popular; poco importa que eso signifique votar contra medidas que salvarán a más de 120.000 familias de ser desahuciadas o boicotear inversiones como Repsol, o la mayor planta industrial de Lubricantes de Europa, SkSol, que generarán cerca de 4.000 puestos de trabajo en nuestra Región.

La realidad es otra; estamos mal, pero como dice otra famosa canción, «después de la tormenta siempre llega la calma», y el temporal ya arrecia menos, las inversiones que les mencionaba, los extraordinarios datos en las exportaciones y la confianza de los inversores extranjeros en la Marca España nos permiten „aunque con cautela„ mostrarnos esperanzados y optimistas ante un futuro que hace apenas un año era más que incierto.

Y fue así porque durante siete años siempre se gobernó pensando en el corto plazo, en la inmediatez y en el resultado electoral. No se abordaron las reformas que este país necesitaba y el anterior Ejecutivo solo ejerció con maestría la dejadez de funciones.

Hoy esa política no sirve, ni en el Gobierno ni en la oposición, y mejor nos iría a todos si algunos se alinearan junto al presidente Valcárcel en la defensa de los intereses de los murcianos, porque hay mucho en juego: inversiones industriales, Corredor Mediterráneo, aeropuerto, una financiación autonómica justa, mejor financiación europea o una Política Agraria Común beneficiosa. Estos son los objetivos prioritarios para nuestra Región y en ellos no hay lugar para la confrontación política.