El lunes me acerqué a la parcela deportiva impresa con cautela. Sobre todo a la catalana. Había oído que el ex del banquillo azulgrana mostró a Olazábal el camino de la remontada con los montajes que utilizó en grandes citas e imaginé los titulares: «Pep lleva a Europa al triunfo en la Ryder Cup»; «Con él de president, la independencia será el desiderátum». Esto último es un pelín exagerado pero es que el buenismo del vecino de Woody, con el que estuvo comiendo, altera los nervios del Santo Job y la envidia por el modo en que se lo ha montado „vídeos aparte„ completa el resto. Es natural que lo que transmita Tito es que es el provisional a la espera de que vuelva el auténtico. También quería comprobar cómo encaja en todo ese marco Cesc Fábregas, un medio londinense de La Masía capaz de sacar de sus casillas a Frédéric Kanouté, peligroso islamista donde los haya. Pues en todo ese universo de valores jaleado hasta la extenuación, encaja. Son los milagros de la alquimia que, enfrente, provoca el estilo opuesto. Harto ya de que el simpático portugués que los comanda reclute agentes del Mossad para ver quién es el filtrador de tanta jarana, el gran capitán de Móstoles no ha podido aguantarse: «Pues sí, lo confieso. ¡Soy un chivato! También di el soplo del caso Faisán y hasta del Watergate». En este bando, no hacen falta vídeos para motivarse. Todo el mundo está a la que salta. En el Amsterdam Arena lució una pancarta en español, del que se habla por Camas seguramente, en la que podía leerse: «Mou: Ramos se lleva mejor con tu mujer que contigo». Con este carrerón, la expectación ante las próximas comparecencias no las superan ni las de Mariano, Rubalcaba, Pantoja y Pachuli juntos, por muy flamencos que se pongan. Veo ya a Karanka ante los micrófonos haciendo notar que lleva los calzoncillos del number one puestos encima de los suyos por si alguien tenía dudas al respecto. Iba a decir que antes que el clásico prefiero la sincronizada, pero cualquiera es el guapo.