En Francia se pone de manifiesto la disconformidad de muchos padres con respecto a los deberes que sus hijos-as llevan a casa. El hecho de negarse a que los estudiantes hagan las tareas escolares durante quince días cuestiona abiertamente su utilidad. Se trata de una polémica que viene de antaño, incluso en 1.956 se llegó a prohibir los deberes escritos en educación primaria.

Desde un punto de vista didáctico, llevarse trabajo fuera del aula tiene entre sus principales objetivos fomentar la autonomía del aprendizaje, al mismo tiempo que se afianzan los conocimientos vistos en horario escolar. Los inconvenientes surgen cuando no se racionalizan las tareas, y se convierten en un lastre tanto para los niños como para las familias, llegando incluso a ser fuente de conflictos. La posibilidad de establecer unos máximos y mínimos en la relación de deberes podría ser una estrategia para hacerlos flexibles a las capacidades del alumnado, respetando los diversos estilos de aprendizaje. Debe dejarse que cada uno desarrolle las estrategias de estudio que le son más propias en función a sus características; según Mc Carthy pueden distinguirse cuatro estilos de aprendizaje: imaginativo, analítico, de sentido común y dinámico;

Desde los Consejos de Padres de Alumnos franceses también se apunta que los deberes pueden generar desigualdades. Es obvio, que no en todas las casas hay un mismo nivel socio-cultural y económico para prestar apoyo en las tareas que los hijos-as tienen que hacer.

En cualquier caso, no hay que olvidar que la justificación de las tareas escolares es el mejor aprovechamiento y progreso académico por parte del alumnado. Los deberes hay que disociarlos de la idea de castigo, y servir para incrementar el interés por el estudio y lo que se estudia;

cuando no es así buen merecimiento tiene una reflexión sobre el tema como ha ocurrido en Francia. Además, no se puede olvidar el refrán que dice que cuando Francia se resfría toda Europa estornuda; posiblemente la huelga de los padres franceses sea el principio de una revuelta paterno-filial a nivel global, que exija al menos una racionalización y dosificación de las tareas que se envían.

En el último Informe Pisa, Francia quedó por debajo de la media de la OCDE en cuanto a competencias científicas. España, que es otro país que tiene por tradición la realización de deberes se sitúa cerca del promedio de Francia. Quizá convenga analizar detalladamente cómo enseñan en Shangai, Corea del Sur y Finlandia, que en el Informe Pisa ocupan los primeros lugares.