Quiero creer que cuando nuestro presidente de la Comunidad de Murcia dice que «los funcionarios no van a pagar los platos rotos», dice la verdad. Que apuesta por la sanidad y la educación y que estos pilares básicos para el bienestar y futuro de la sociedad no van a sufrir recortes.

Quiero creer que cuando el consejero de Educación dice que «las medidas que se van a aplicar tendrán una incidencia mínima en el empleo, sin que ello suponga una pérdida de la calidad educativa», dice la verdad. Que cuando afirma que las propuestas que ha llevado a la mesa sectorial han sido «absolutamente meditadas y diseñadas para cumplir con tres objetivos irrenunciables como son: mantener la calidad de la enseñanza, conservar al máximo número de interinos que están trabajando en la actualidad y mantener las remuneraciones de los docentes en todos sus conceptos», dice la verdad.

Quiero creer que nuestros gobernantes, que han jurado o prometido la Constitución, además se la creen y guía sus actuaciones, lo que les impediría no decir la verdad a los murcianos en sus declaraciones.

Quiero creer que la búsqueda de la eficiencia en la educación, destacada por el ministro Wert, se entiende como la necesidad de acometer con seriedad la racionalización de los recursos, de la gestión, la eliminación de lo superfluo, nunca de lo necesario. Quiero creer que mi Comunidad se encuentra social y educativamente hablando en el siglo XXI y no en el XIX.

Quiero creer que nuestros dirigentes políticos son capaces de pensar, idear y soñar y no solo de copiar propuestas antisociales y trasnochadas de otras Comunidades y de transferir sus responsabilidades achacando nuestras deficiencias, después de diecisiete años, siempre a causas ajenas a su gobernanza.

Quiero creer que en un centro sostenido con fondos públicos es necesaria, también durante el mes de julio, la presencia de todo su profesorado, sin exclusión de interinos y laborales, puesto que de no ser así alguien podría pensar que el personal docente viene disfrutando, tiempo atrás, de dos meses de vacaciones, y que por la misma regla de tres sábados y días festivos no deben ser retribuidos.

Quiero creer que en el futuro, cada día, cuando nuestros centros educativos abran sus puertas, lo van a hacer con mejores condiciones y mayor ilusión que el día anterior. Que esta Comunidad va a dejar de liderar el paro y el fracaso escolar.

Quiero creer que a todos nos importa la escuela pública y su profesorado. Que negociación no significa imposición, sino diálogo y argumentación para encontrar la mejor solución. Que vamos a poder seguir confiando en la política y que la indignación no nos conducirá a la confrontación como algo inevitable para resolver los problemas.

Quiero pensar que a nuestros gobernantes no les pasará como a otros, que les resultará cada vez más difícil hablar de la educación, sin pasar vergüenza, como del principal instrumento para el progreso del país, mientras sus políticas educativas lastran el avance científico y social.

En definitiva, quiero creer que puedo confiar en vos, antes que sentirme indignado con vos.