Debió pensar que navegaba a lomos de una sumaca uruguaya, de lo contrario no se entiende cómo un profesional con treinta años de experiencia al timón echa por la borda su vida por una burda chulería napolitana. Y con una rubia colgada del brazo… muy típico del narciso controlador medio que es este señor, según descripciones de sus más allegados.

El capitán Schettino (con cuyo nombre apuntaba maneras) se ha convertido en el más peligroso y temido ´malandrino´ que haya surcado mar, charca, bañera o lago alguno. No digamos odiado, criticado, parodiado… y un sinfín de ´—ados´ que apuntan a una misma idea: un pésimo conductor de vacaciones ajenas, por muchas horas que llevara al mando.

Esta tragedia marítimo-italiana me ha quitado el apetito, como a muchos lectores, y no sólo por haber servido de brillante confirmación a mi alergia por los hoteles flotantes. Es un fiel reflejo de nuestra propia y global tragedia. Miren si no a todos esos dirigentes, ya sean políticos, ya sean bancarios, que nos han llevado a este hundimiento sociolaboral del que veremos a ver cómo nos reflotan. Lo que yo quisiera es que tuvieran todos ellos el mismo grado de desaprobación con el que el mundo entero está vapuleando al capitán del Concordia; y más, que la Policía les sacara a rastras de sus lujosas mansiones y de sus paradisíacas casas ´weekend-Ferrero´, construidas con el sudor del lector, para llevarlos ante la justicia que actualmente no ven ni de lejos gracias a las leyes que ellos mismo promulgan y/o evitan con el talón adecuado. Algo así como lo que ha sucedido con el creador del portal de descargas Megaupoad, desde donde prácticamente todos los aquí presentes hemos visionado unas cuantas pelis aún por estrenar. Quién iba a decir que esas cintas con toses y palomitas volando de butaca en butaca darían para que este tipo y sus socios llevaran una vida de lujo al estilo de villano en Corrupción en Miami.

Eso de que el poder reside en el pueblo no es más que un eslogan político más, seguramente el más viejo del mundo. El pueblo lo que está es hasta los mismísimos de trajes a medida, paraísos fiscales de precandidatos, altos directivos con pensiones billonarias, diputados que cobran por tomar café, expolíticos con sueldazos de por vida, fusiones bancarias que no entendemos pero que nos engullen igualmente… ¿Sigo?

Sí, señores, el capitán Schettino tiene el honor de haberse convertido en parte de este negro pedacito de la historia como fiel representante de representantes que, más descaradamente que nunca, huyen sin pudor del barco en el que poco a poco miles, millones de personas se deslizan hacia el más profundo y oscuro de sus destinos.