Escuchaba unas declaraciones de Iñigo Urkullu, presidente del PNV. A una pregunta sobre el juicio a Garzón, mostraba su poca simpatía por el controvertido juez, aunque ponía paños calientes a eso de ser juzgado, o no, que me perdí oyéndole. Lo que sí dejó claro es que los abertzales —nacionalistas vascos más o menos radicales— no guardan especial afecto por Garzón.

Escuchándolo, no pude evitar pensar en lo extraña que puede ser la acción de la justicia a la que, debo admitir, hace tiempo que dejé de intentar comprender porque, lo que son las cosas, el juez que se sienta en el banquillo, ante sus colegas de la Sala Segunda, es denunciado, entre otros, por Manos Limpias, una organización ultraderechista que lo acusa de prevaricar, de cometer la falta más grave en la que pueda incurrir un juez, castigado hasta con veinte años de inhabilitación. Mientras, no les quepa la más mínima duda, en las herriko tabernas —donde se reúnen los simpatizantes de la izquierda abertzale— se lleva unos días brindando por la posible inhabilitación de quien fue siempre su declarado enemigo. Ese juez que se convirtió en el primero que interrogó en Francia a etarras, que detuvo a centenares de ellos, que demostró que ETA no eran solo sus comandos —confiemos en que ahora sea así—, y que suspendió las actividades de su entramado político.

La prensa extranjera se hace eco de este juicio y, la mayoría de los medios incide en que los motivos de su enjuiciamiento son los crímenes del franquismo. Pues nos tememos que no sea así. Aquí, lo verdaderamente importante, es cortocircuitar la trama Gurtel, un caso flagrante de corrupción del PP. Y como ya llueve sobre mojado —acuérdense del caso Naseiro y la invalidez de las escuchas telefónicas— hay que temer lo peor. Y lo peor es que, en otra pirueta judicial, los abogados de la trama Gürtel consigan —si se condena al juez— que las escuchas sean inutilizadas como prueba. Eso es lo importante. El señor Hernando, diputado del PP, ha declarado que «Garzón no puede estar por encima de la Ley». Los partidos políticos tampoco.