Minerva, Patria y María Teresa fueron tres hermanas, de apellido Mirabal, que el 25 de noviembre de 1960 fueron asesinadas, cuenta la historia, durante la dictadura de Rafael Trujillo en la República Dominicana. Su muerte, sobre todo la de ´Mariposa´, nombre secreto usado en sus actividades políticas por Minerva, fue el detonante para la lucha contra la violencia de género. Produciéndose la culminación en el primer encuentro feminista para América Latina y Caribe, celebrado en Bogotá en 1981. Si bien hasta el año 1999 la ONU no reconoció este día como el internacional de esta lucha. Hoy lo recordamos con dos visiones: una, la de mostrar nuestro respeto y homenaje a tantas mujeres que han sufrido malos tratos; y otra, la de proponer medidas para que, definitivamente, se erradique la violencia de género. La primera de esas visiones nos conduce a recordar que dos de cada cien mujeres sufren maltrato diario, y que en este año 2011 ya llevamos 53 víctimas mortales, con una media de 370 denuncias diarias. Durante el primer semestre, los juzgados en España han recogido cerca de 67.000 denuncias, cifra similar al del año pasado. Si bien, no se puede olvidar que cerca del 80 % de las víctimas no llegan nunca a denunciar su situación, siendo 21.045 mujeres las que disponen de protección policial. Y en este sentido, el IV Congreso del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial, celebrado este pasado 16 de noviembre en el Senado, puso de manifiesto que más de un millón y medio de mujeres, un 6,3 %, han sufrido a lo largo de su vida algún episodio de violencia de género, y de ellas unas 400.000 conviven con sus agresores, de los que son españoles el 70 %, y el 66 % son víctimas españolas.

En cuanto a la segunda visión, esto es, cuáles serían las medidas para acabar con este mal casi endémico, podrían ser dos: una, con efectividad tras la comisión de un delito, pero con vistas a evitar futuras agresiones, para lo que habría que realizar el estudio del perfil del maltratador para que, con apoyo de la medicina y de especialistas adecuados, pueda ser tratado con fármacos y terapias efectivas, con el objetivo de evitar su reincidencia. Y la segunda, muy necesaria, aunque sea a largo plazo, sería la educación desde la misma infancia y juventud.

Y precisamente este método ha sido premiado recientemente por el Consejo General del Poder Judicial con el Premio a la Calidad, Innovación y Transparencia de la Justicia, tanto al Tribunal Superior de Justicia como a la consejería de Educación de nuestra Región de Murcia, con sus dos vertientes de ´Educar en Justicia, acercando ésta a los institutos y colegios de nuestra Región, inculcándoles el principio de igualdad de géneros y el rechazo a las drogas, con presencia de un juez en ese centro educativo, y la posterior visita de los alumnos a los Juzgados. La segunda vertiente es la del Juez de Paz Educativo, que sirve no solo para resolver pequeños problemas entre alumnos, sino sobre todo para enseñarles a dialogar, y a rechazar la violencia como método para dirimir sus controversias.

Ojalá algún día no sea necesario establecer un Día Internacional contra la Violencia de Género, como el de hoy, por haber desaparecido el maltrato en general y contra la mujer en especial. Y así el lazo blanco auspiciado por la Unión Europea, desde que a finales de los años ochenta lo inventara Canadá, sea innecesario como símbolo de lucha, y si acaso subsiste sea como recuerdo de lo que existió en otra época.