El artículo de la semana pasada ha hecho que mi person/e-mail estuviese más entretenido que nunca jamás lo ha estado. Gracias, muchas gracias… He recibido de dos tipos: Unos pocos de políticos que vuelan a mediana altura, o sea, ni águila ni tórtola, más bien avutarda, que, lógicamente, se les nota demasiado que huyen de mi canoro canto. Y unos muchos de hartados desmotivados que me cuentan que a la urna va a acercarse el gilipollas del Tato. Que no merecen ni el esfuerzo de ir a votar. Pues bien, los primeros me preocupan muy poco, pero los segundos me preocupan mucho…

Por eso mismo les dirijo este llamado, que a tiempo estamos. A ver si me explico. El no votar, o el votar nulo, no demuestra indignación alguna ni hartura ninguna, ni ese deseo de cambio del que tanto se habla, ni mucho menos el dárselas de progre. Es precisamente todo lo contrario. Es el más nefasto y absoluto inmovilismo para que las cosas sigan como están. Ninguno de los 350 escaños parlamentarios se va a quedar sin culo que lo cubra, por pocos votos útiles que salgan… Más bien al revés, salen reforzados. Y así los antisistema se convierten en prosistema, y los rebeldes pasan a ser reaccionarios… ¿Un ejemplo claro y diáfano? En las últimas catalanas no ganaron los nacionalistas porque la gran mayoría fueran de Ciu. Mentira. Falso. Es que solo votaron ellos y unos tantos más de los otros. Miren, la abstención fue nada menos que del 48%, y los votos de los nacionalistas catalanes fueron el 30% del resto. O sea, el nacionalismo barretino en realidad fue votado por el 15% de la población. O dicho en román paladino, el 85% de los catalanes se pasan el nacionalismo por la butifarra. Si CiU se aupó al poder con la mayoría absoluta fue gracias a los que se quedaron en casa con la Montse y los nens… Pues con su pantumaca se lo coman.

¿Lo comprenden, o entavía no..? Ahora nos estamos quejando de Europa, que ya no nos hace cariñitos, pero cuando votamos la Constitución Europea, en España tan solo el 40% se molestó en votar… porque se lo mandaba el chip partidista posiblemente. El resto, en la playa. Así que no me vengan con cansados cuentos de cansados. Para cuentos, la Ley D´Hondt, que va contra el sistema natural, lógico y proporcional de los votos depositados en las urnas. Aquí, el que no supere una media (según Comunidades) del 4% de tales votos, no moja, con lo que la abstención hace el porcentaje más pequeño y el saco más grande, lo cual facilita que los partidos principales se aúpen al machito y procuren eternizar el sistema bipartidista en propio beneficio de ambos dos. Esto es lo que un servidor de las monjicas decía en mi columna de la pasada semana. Solo eso. Tal y como ahora está el cotarro, donde apenas llega a media docena de partidos en que han de repatirse las migas, aproximadamente los tres o cuatro de la cola quedarían fuera o casi fuera de juego gracias a la Ley D´Hondt, así que sobre el 69% de la sartená quedaría a embucharla entre los dos, con suerte tres, de la cabeza… ¿Lo van entendiendo ya? Por eso, cuanto más abstención, menos posibilidad de diversificación del voto, y mejor para poder aplicar el sistema más abusivo por menos proporcional.

De ahí lo de mi ´ojo al voto´ anterior. Advertir que pepé y pesoe al final bien pueden quedar en un ppesoe. Lo que en verdad sorprende son los movimientos populares que por un lado quieren cargarse justamente tan injusto modelo, y por otro lado lo bendicen y refuerzan con la propuesta de no ir a votar. Es un contrasentido. Un absurdo tan ignorante como inútil. Un no me mates que yo te daré armas con que seguir matándome.

La democracia tiene de bueno que se pueden cambiar sus vicios desde sus propios mecanismos. Pero hay que hacerlo antes que los partidos oligarcas puedan pervertir y/o secuestrar esos mismos mecanismos. Si los usamos para corregir tales tendencias (ya saben aquello de que el poder, cuanto más absoluto más corrupto) o prescindimos de hacerlo, en definitiva siempre, siempre, será responsabilidad nuestra. Para bien, o para mal...

Pero, joer, no utilicen mis articuladas opiniones —por lo de artículos— para justificar lo que saben muy bien que es injustificable. Que no trago. Nadie de los que saben leer, entender y opinar es tan ignorante como para no tener conciencia de ello. Otra cosa es suicidarse por la adocenada comodidad de no querer pensar. Así que, ustedes disculpen que no pase por esas. A otro perro con ese hueso, o al revés: que yo ya soy demasiado hueso para ese perro…