Muchos hombres están hartos de que se les acuse, por el mero hecho de pertenecer al sexo masculino, de pensar en todo, ante todo y sobre cualquier tema con la punta de su órgano sexual. Es ciertamente injusto, un doloroso estigma similar al que tienen que aguantar las mujeres rubias por la supuesta merma de inteligencia provocada por los reflejos dorados de su melena.

Es injusto, sí, pero es que los defensores del cerebro craneal útil de los machos de nuestra especie lo tienen crudo para defender su honor por culpa de algunos congéneres que verdaderamente se guían en exclusiva por sus erectos miembros. Sólo diré tres apellidos, con cuya lectura, sin más explicaciones, el lector entenderá perfectamente de lo que hablo: Weiner, Strauss-Khan y Tron. Son hombres con una importantísima carrera profesional, gracias a la cual se han ganado un lugar en el Olimpo de la élite política, lo que les ofrece la posibilidad que a muy pocos se otorga de decidir sobre el devenir de millones de personas. Y todo esto acompañado de un buen número en su cuenta bancaria, invitación imprescriptible para cualquier evento socio-político-económico-lúdico-festivo… y para qué seguir.

Se puede decir que son casi dioses que andan sobre nuestras mismas baldosas. O eso creen ellos. Los dioses, como concepto y en cualquiera de las culturas que habitan o habitaron en nuestro planeta, se caracterizan por su invisibilidad absoluta. Son entes volátiles que se manifiestan en formas ajenas. Y esto es lo que terminan creyendo estos señores poderosos, que su inmunidad es total, ante cualquiera e invisible sin gafas especiales. Se equivocan, el 3D ya se puede ver en el salón de tu casa, dejó de ser cosa únicamente de la gran pantalla. Cegados por su borrachera de poder fáctico, lo estiran y terminan en el lado oscuro de la delincuencia sexual, o al menos de la inmoralidad globalmente entendida. Lo pierden todo… porque se les pone dura.

Disculpen mis formas, pero es que es tan patéticamente ridículo. Si yo fuera hombre demandaría a estos tres, junto a la larga lista que muchos diarios ya hacen sobre escándalos sexuales protagonizados por políticos de élite, pues por su culpa, de su género pensamos que tienen una conexión directa entre la razón y la erección que hace que la segunda bloquee la primera.

No, no es así, a pesar de que la lista sería interminable si además en ella incluyéramos a todos los jefes que se han valido de su posición para acosarnos sexualmente (quien no conozca a uno que tire la primera piedra), ni tampoco por el hecho de que el oficio más viejo del mundo esté relacionado con darle al palito, por el cual se mueven ´tribillones´ de euros al año. Y defiendo la integridad del género masculino porque conozco a hombres que no se han dejado dominar por su pene. Son pocos, pero haberlos háylos.