Ya pasé la prueba del reciclaje del jubilado, no sin dificultades, ciertamente. Aquello del uso y manejo de las máquinas del hogar y la utilización de informática, Internet, y otras de grabación y reproducción que constantemente se renuevan. Seguimos en ello. Aprendí para mi gasto, como dirían aquellos otros mayores cuando habían aprendido a leer una carta y conocían las cuatro reglas. Justito, sí; hasta el punto de que si

tuviera que autoevaluarme no pasaría del aprobado raso.

Y, en el entretanto, me llegó otro reto no menor ni menos interesante: el de prepararme para ejercer mínimamente de abuelo y actuar en los diferente campos que abarca.

Porque, hoy, un abuelo que se precie no se limitará como antaño a echar un ojo a los nietos, sentado en su silla, para evitar que se acerquen

demasiado al fuego. ¡Cá! Un abuelo orgulloso de serlo y que quiera ejercer como tal, cuando se le requiera para tal misión precisa de un reciclado de aúpa.

Para empezar, ha de conocer bien cuáles son las nuevas ideas de los hijos /hijas en cuanto al cuidado y educación de los peques. Ellos ya no confían en tu experiencia por mucho padre que hayas sido. De momento, eres un atrasao. Hoy, la ´palabra de dios´ es la que diga el/la pediatra. Cuidado con viejas prácticas. No se precipite como antaño en dar al niño que babea y ya empieza a tener dientes una corteza de pan o una manzanilla… Por supuesto que hemos de ponernos al día sobre los nuevos productos del mercado, porque si no sólo recordaremos el Pelargón. Preciso es conocer los avances en la juguetería y esas preciosas maravillas que son los primeros libros para bebés e infantes. Y saber quién es Dora y Poco-Yo y Caillou...

A usted, colega, a ti, amigo, os lo digo francamente: hemos de reciclarnos para ese nuevo puesto que nos corresponde, lo queramos a no.

Pobre de usted si no ha hecho el esfuerzo para distinguir en esa maraña del vocabulario específico del mundo materno-bebé-infantil que no es sino toda una jerga que hay que dominar para caminar en tan espeso bosque. No saber lo que es una trona o confundirla con un moisés es grave. Tomar una cuna evolutiva con un cuco de viaje puede tener serias consecuencias. ¿Y si le dicen: Papá acércame el arrullo ¿qué? Si usted piensa que una trona de asiento es lo mismo que una trona de mesa con sinceridad le digo que le falta mucho, compañero. Y no le planteo el examinarse de la clase materiales de los que deben estar fabricados todos los instrumentos para uso del bebé, que chupa constantemente. Eso es para adelantados. Ni de los arneses que debe llevar las silletas de seguridad. Supongo que los que siguen este comentario sabrán distinguir lo que es hamaquita y lo que es cesto… No les hablo del recurso de los intercomunicadores y sus diferentes modelos porque eso sería apabullarle demasié.

¿Biberones? No crea saberlo todo, por muy malas noches que otrora le dieran sus hijos. Ahora, si vas a la farmacia, te preguntarán: «¿De vidrio o de plástico? ¿Con tetina de caucho o de silicona? ¿De cereza, anatómica, fisiológico o de gota?». ¡Tela! Mire que se lo vengo advirtiendo… Sepa lo que es la tetina y dónde va colocada la válvula anticólicos en el bibe. Imprescindible es saber si se quiere con uno, dos o más agujeros... muy importante para cuando va dejando la teta materna. ¿Que todos los chupetes son iguales? ¡Quite ya! Hay que mirar los de moderno diseño en el que han intervenido dentistas y ortodentistas. No me sea atrasado ¡quillo! ¿Un chupe de toda la vida? ¡Deje, deje! Un chupete, hoy, es toda una obra de arte en color y diseño. ¡Ah! y recíclese también en los precios… por si tuviera que pagar usted, que ya no estamos para sustos. ¡Ojo, mucho ojo! Y para más inri, también en esto andamos más atrasados que las abuelas, siempre más polifacéticas. En este mundo nuestra ignorancia tiene un límite. Tiene un pase la ignorancia leve, pero ¡cuidado! una ignorancia media provocará rechiflas que joden cantidad. Si fuere ignorancia supina líe el petate.

No hablamos tampoco de lo imprescindible que es saberse la nueva normativa de seguridad vial para llevar, hoy, los niños en el coche. Ni le hablo del conjunto de marcas en el mercado y de esos términos ingleses que al final habremos de incorporar —sí o sí— al vocabulario de uso. Ni quiero adentrarme en la importancia que tiene el dominio profundo de los conocimientos de dietética.

Que sí, que todo esto corresponde a sus padres... Ya se sabe, pero hablamos de ejercer como yayo-yayo del siglo XXI.

Háganme caso, amigos: o se reciclan o pasarán al desván de los olvidados.

Y tampoco es eso. ¡Ah! Vistas las dificultades de esta tarea se me ocurre que es imprescindible la creación de un sindicato de abuelos que, a partir de los sesenta, haga continuos cursos de perfeccionamiento y reivindiquen que esta es razón suficiente para negarnos a esa jubilación 67, se empeñe quien se empeñe. Y mire, si ya son difíciles uno a uno, imagínese ¡un sindicato de jubilatas!