Se acaban de celebrar en el CEMACAM unas jornadas organizadas por la dirección general de Patrimonio Natural sobre la conservación y la gestión de las áreas protegidas en la Región de Murcia. Las conclusiones de estas jornadas, que tuvieron un extraordinario nivel de calidad y participación, suponen una verdadera hoja de ruta para el objetivo prioritario de conseguir un buen estándar de conservación para nuestros espacios naturales, fundamentales para reforzar la identidad de nuestra región y para ir haciendo realidad entre nosotros el mito del desarrollo sostenible.

Porque las ZEPAs, los LICs, los Parques, los Paisajes Naturales, o la conservación de los montes, han entrado de rondón en nuestras vidas con voluntad de quedarse. Y parece que esto ha ocurrido antes de ayer porque sólo es desde ayer, como quien dice, cuando estos asuntos aparecen en el primer plano de la actualidad mediática. Y no es así: sin abrumar con datos sólo cabe recordar que el primer Parque Nacional del Mundo, en EE UU, data de 1872, el pionero de España es de 1918, y los primeros espacios protegidos murcianos —Sierra Espuña y El Valle— comenzaron su andadura proteccionista desde 1916. A finales del siglo XIX el ingeniero de montes Ricardo Codorniu comenzó a exportar desde Murcia al mundo alguno de los mejores ejemplos de trabajos en favor del medio natural.

Lo que quiero decir es que los Parques, los Paisajes Protegidos, las ZEPAs, los LICs o la conservación de los sistemas forestales no son ni una trivialidad, ni un lujo, ni una subjetividad producto de unos cuantos ecologistas, ni una moneda de cambio, ni un ´pelotazo progresista´ que se da para prever otros ´pelotazos´ que lo sean menos. No sé si me explico. Lo a mi entender relevante es que, debido a la legislación urbanística actual, las áreas protegidas son los verdaderos y casi únicos suelos no urbanizables de nuestra región. Si alguien opina que es una barbaridad que en una región como la nuestra un veintitantos por ciento de su territorio, incluyendo cantiles y amplísimas áreas de nula accesibilidad, sean el suelo realmente no urbanizable, yo al menos estaré profundamente en desacuerdo.

También entiendo que los propietarios de los terrenos en los que ´les cae´ un PORN, una ZEPA o un LIC se preocupen por sus intereses inmediatos. La legitimidad de esa preocupación deviene del sistema de propiedad privada que está en la base de la sociedad en la que vivimos. Por ello mismo, y como garantía de que los prioritarios intereses generales y la función social de la propiedad no lesionan sin justificación los derechos individuales, son las Administraciones las que deben establecer las compensaciones, los instrumentos financieros, las exenciones fiscales, las políticas de desarrollo rural o los mecanismos que sean oportunos en cada caso. Hay abundante experiencia internacional, nacional, e incluso tímidos ensayos regionales en esta línea, y está claro que hablo de conceptos, de políticas, pero también de euros encima de la mesa.

Estoy convencido de que caben en las áreas protegidas desarrollos cinegéticos planificados, usos tradicionales, agricultura y ganadería sensatas, caminos de acceso a los predios en sitios adecuados, cultivos forestales fuertemente subvencionados, lugares públicos o privados —con el negocio correspondiente— para el turismo y el ocio en la naturaleza, incluso algunas instalaciones sensatas de producción de energías renovables o nuevas infraestructuras que tengan un verdadero interés social… Todo ello con las características técnicas adecuadas y a condición de que, a la inversa, en el resto del territorio, y particularmente en las propias inmediaciones de las áreas protegidas, también los asuntos del medio natural orienten eficazmente las actividades a emprender.

Las áreas protegidas son uno de los principales activos de nuestro territorio, nuestra cultura y nuestra propia identidad regional. Y esos son conceptos muy gruesos que merecen, creo, toda nuestra atención.