La verdad es que los españoles de la masía (los llamo así por molestar a más de uno) tienen la enorme virtud de volverme del revés. Es cierto, Jordi, nen… Cuando lo del mundial, a mí que no me mola el fútbol, consiguieron que hasta me alegrara de haberlo ganado. Tan solo por ellos, y porque muchos de esos tocapelotas seleccionados del Barça son asturianos, manchegos… , aunque les pese. Claro, ya sé que eso no quiere decir nada, que presidente tienen ´més catalá que nengú´ y es cordobés, como el sombrero. Y como casi todos los Carod charnegos que forman y conforman su falange más racial, que son tan descendientes de Jaume I como yo de Catalina de Rusia. Pero los conversos siempre han sido los más intolerantes chauvinistas, porque quieren ser lo que se avergüenzan de no ser.

Ahora han conseguido que, siendo yo antitaurino declarado como soy, me vuelva pro, al menos circunstancialmente. Me cagüen los ´escargots´… Y es que sus politicastratos pierden el culo por borrar cualquier seña que no sea señera, o sea, que huela a España. Y que a los toros se le llame la fiesta nacional les huele a cuerno quemado. Aunque Montilla, qué maravilla, lo niegue con la boca de mentir, que es la que más usa. Y es que son chapuzas hasta para el disimulo. Se gastan lo que no tienen en hacer referéndums en todos sus municipios con la tabarra de su independence-day, aún sabiendo que no llega al 15% del censo los que acuden a la berrea, y sin embargo, qué cosas, para consultar al pueblo si quiere o no quiere una fiesta tan popular como controvertida como los toros, no lo hacen. Y van y lo tramitan cagando leches por vía parlamentaria porque, demócratas que son ellos, para lo que barruntan que pueden perder no hay consulta popular que valga.

Porque no nos engañemos, lo de los derechos de los animales y demás se lo pasan por la barretina. Que han usado, manipulado, utilizado y mangoneado a los bienintencionados antitaurinos más que a la escalibada porque les han servido de perfecta excusa para cargarse una fiesta que les estorbaba en sus señas de ´identitá´, pero que les importa una butifarra el sufrimiento de los toros está más claro que el agua… del Ebro. Que las fiestas de sus pueblos gironeses, por (mal) ejemplo, presumen de sus astados ´embolats´ a los que se maltrata, tortura, y hacen sufrir como entretenimiento bárbaro que es. Y son protegidas porque, dicen y alegan, son ´tradició´ y cultura popular. Mas los toros, no. Las corridas de toros no son ´tradició´ ni cultura popular. Vienen de que, en vez de cortar cabelleras, los arapahoes cortaban orejas y rabo… En román paladino: a los animales y a los españoles que nos vayan dando mientras ellos van tomando «de» más que «por»…

Un pueblo de sólidos principios democráticos – y aquí no vale presumir de lo que no se tiene – respeta lo que la mayoría de tal pueblo quiere. Pero siendo coherentes. No como el inglés, que siempre critica la bárbara costumbre taurina de los españoles, pero su caza del zorro no se la toquen. Y cuando esos pueblos maduran, y la cultura, la educación, la sensibilidad, etc., avanzan en valores y sienten lo que antes no apreciaban, entonces es cuando hay que acomodar la legislación a la evolución de la voluntad popular. Eso es lo inteligente. Eso es lo civilizado. Pero prohibir a golpe de ley seca, tan sólo por lo que políticamente representa para cuatro analfabetos fanáticos, lo que al final se logra es lo contrario a lo que se pretende. Y a mí, como auténtico antitaurino que soy, a la postre joroban hasta mis propios principios.

Y mira por donde, y aún a toro pasado, valga el término, voy a dar un consejo a mis adversarios los protaurinos. A lo mejor si los hubiesen traído a los medios y, dándoles una larga cambiada, hubiesen pactado unas pequeñas variaciones, no sé… por ejemplo cambiar los colores de las banderillas por los de la senyera, tocar la sardana en vez del pasodoble, gritar ´escolta´ en lugar de olé, y unas cuantas cosicas así, hubiesen podido capear al berrendo. En fin, lo siento por todos, pues todos perdemos con estos fundamentalismos de pata negra. Yo, de momento, me voy a dejar el cava, los catalanes y el pan tumaca, pues, visto lo visto, más cornás da la ignorancia.