A lo peor este artículo me cuesta un juicio por desacato promovido por la Fiscalía, antipática institución dependiente del Gobierno cuya innoble tarea consiste en bucear en nuestras conductas en busca de alguna conducta punible, esto es, castigable y perversa. Pero vamos a centrarnos en la jeringonza de esos individuos encaramados en una tarima elevadísima desde la cual contemplan a la humanidad con gesto torvo y facultades omnímodas sobre vidas/haciendas. Funcionarios éstos de tal forma reinantes en su tingladillo particular que exigen una y otra vez, con total naturalidad, reverencia pareja a la debida al cuerpo de Cristo, incrustado, como se sabe, en el Sagrario bajo las substancias de pan y vino, so pena de pecado mortal o, en el caso del juzgador, de 'desacato' definido por la RAE como 'irreverencia'. La soberbia inherente a dicho privilegio inocula de tal forma a estos indeseables -nadie desea su contacto- que les rebosa y rebaba aun en ocasiones festivas, previsiblemente amigables. Ya he narrado aquí como, celebrando el cumpleaños de un amigo común, el magistrado de lo social J.J. del A. arremetió contra mí por una broma relacionada con una huelga de jueces. ¡Invalido material! me espetó. ¡Memo! le dije.

Cuando el tribunicio necesita algo de ti nunca te lo pide por favor sino que te 'exhorta', te impele, te excita (RAE), mediante una 'diligencia' -esta virtud brilla por su ausencia en el sistema como acreditan los consabidos atascos- o 'auto' -debe tratarse de un coche de caballos- que otro burócrata calificado de 'agente' -nada que ver con 007- se encarga de trasladar al domicilio del apestado con el correspondiente acuse de recibo. Y ni se te ocurra ausentarte u omitir la requisitoria porque entonces se te declarará 'en rebeldía', hermosa y terrible palabra, 'con los perjuicios a que hubiere lugar', nebulosa expresión que en mentes paranoicas como la mía produce pesadillas kafkianas (el pobre Franz Kafka noveló magistralmente en El Proceso el pavor y la indefensión del ignorante encausado. Léase, reléase su narración inconclusa o visiónese el filmo de Orson Welles del mismo titulo), diabólico desasosiego que puede conducir al suicidio.

Mas los integrantes del 'tercer poder del Estado' (legislativo, ejecutivo y judicial según Montesquieu), meros empollones imberbes y autoendiosados, pueden colgarte un sambenito todavía peor que el de procesado: 'imputado' o autor de una cosa censurable (RAE), siempre presunto, por supuesto, cuya repercusión social es ya en sí un baldón por mucho que la decimonónica legislación procesal-penal española adjudique ventajas apriorísticas a la insultante condición. Si caes, hermano, es esta red, sabe que, por añadidura, debes 'comparecer', 'presentarte en virtud de una orden' (RAE), 'asistido' de abogado y procurador, el importe de cuyas minutas, previa provisión de fondos, puede ser, y en general lo es, más cuantioso que el valor de la cosa litigiosa.

Ponte ahora en la piel del demandante. Pues bien, los dichos picapleitos vienen obligados, en tu representación, a 'exponer respetuosamente' 1. Fundamentos de hecho 2. Fundamentos de Derecho y en consecuencia SUPLICAR que, habiendo por recibido este escrito (sic), lo admita y en su mérito se sirva 'dictar' sentencia a favor de Fulanito. La cosa tiene bemoles: no vale con que el de la tarima 'halle por recibido el escrito' cuando lo tiene ante sus narices; es menester que lo 'admita' -esto ya constituye motivo de alborozo- y, sobre todo, momento de poner velas al Santísimo, bendiga las triquiñuelas del letrado. (Me irrita en especial el monopolio de este adjetivo por los abogados cuando, fuera del oficio, suelen ser analfabetos funcionales y ello en perjuicio de los literatos).

Superada la cordillera de calvarios reglamentarios, acaece más tarde que temprano la culminación del teatrillo, llega al fin el deseado FALLO (error u omisión, dice la RAE), SENTENCIA (máxima, pensamiento corto, sucinto y moral ¡toma ya!) o DecisiÓn, en cuya virtud el jodido juzgador utiliza los siguientes exabruptos: "DEBO anular y anulo lo que sea, DEBO condenar y condeno a este desgraciado a lo que me parezca a tenor de la legislación vigente y la mala leche de mi señora. NOTIFÍQUESE la presente sentencia al demandado REBELDE en la forma establecida (aquí entra en juego la Interpol). Luego, pone la guinda: "Así por esta mi sentencia, juzgando, lo pronuncio, mando y firmo".

Para sentencia fetén, la maldición gitana: "Pleitos tengas y los ganes".