n Terrorismo religioso. El tan controvertido tema del velo en las mujeres que practican el islam ha vuelto a la actualidad. Ha habido países, como la laica Francia, que han prohibido el acceso a las aulas de los centros de enseñanza de las mujeres que portasen la prenda sobre sus cabezas. Para el legislador francés, el velo es doblemente condenable, por ser una ostentación de un distintivo religioso -todos ellos prohibidos en la escuela laica- y por escenificar la sumisión de la mujer al varón. Los que han alzados sus voces al cielo -y a veces sus manos- por tal prohibición suelen invocar a su favor la sacrosanta libertad de expresión occidental. El episodio ocurrido el pasado 14 de octubre en Socuéllamos (Ciudad Real), donde una mujer marroquí fue brutalmente golpeada por una pareja de compatriotas por no llevar hiyab, pone de manifiesto lo que hay tras la 'libre voluntad' de llevar velo de muchas mujeres. Y no sólo las mujeres padecen ese terror. El marido de la mujer golpeada, y que abortó días después de la somanta, pretendió desmentir que el velo fuese la causa de la paliza. ¿Adivinan por qué? Lo que realmente es incompatible con nuestras libertades es toda forma de terrorismo religioso. Independientemente de la condena que se imponga a los agresores, creo que, si queremos defender activamente el valor de la tolerancia, deberían ser expulsados del país sea cual sea su situación legal. Los valores no se imponen. Pero pueden exigirse a quienes quieran quedarse a vivir entre nosotros. Intolerancia con los intolerantes, como proponía el filósofo John Locke.

n Fuera crucifijos. Una sentencia reciente de la Corte de Derechos Humanos de Estrasburgo ha obligado a retirar los crucifijos de las escuelas italianas y a indemnizar con 5.000 euros a una madre que había pedido que se retirasen de la escuela a la que asistían sus dos hijos. No es, desde luego equiparable colgar crucifijos de los muros a darle una tunda a una mujer que por su lugar de nacimiento debería ser musulmana y no cubre su cabeza con el hiyab. Sin embargo, para poder estar cargados de razón y excluir de nuestra sociedad a los intolerantes, tenemos que conseguir que los espacios públicos, como las escuelas, sean completamente laicos. Bien está que conozcamos nuestras tradiciones -y el cristianismo es una parte, al lado de otras, del la tradición europea-, pero los espacios públicos en nuestras sociedades multiculturales han de ser neutros en cuanto a las creencias se refiere. Precisamente eso es lo que nos permite exigir a todos lo mismo.

n Tres poderes y una oposiciÓn. ¿Por qué en este santo país hemos de ser tan pintorescos? Ahora mismo hay en el océano Índico, en las proximidades de Somalia, dos decenas de barcos secuestrados, pero sólo España está negociando la liberación del pesquero Alakrana en medio de una algarabía simpar en los despachos, en los medios de comunicación y en la calle. En este asunto en que se juega la vida y la libertad de 36 trabajadores de la mar ha fallado todo. En primer lugar, el poder legislativo. Cuando hace años que se vienen produciendo los ataques piratas a todo tipo de embarcaciones y nosotros tenemos buques que surcan esas aguas, no tenemos aún una legislación que permita enjuiciar los actos de piratería, pese a que se han enviado navíos de guerra a la zona. Precisamente esa falta de legislación ha sido la causa de que la Audiencia Nacional se inhibiese de juzgar a 13 secuestradores de un caso anterior, los de la 'operación Atalanta'. Sin embargo, y con esa misma falta de legislación, el mismo tribunal no dudó en pedir que fuesen conducidos a España y puestos bajo su jurisdicción los dos piratas apresados por un buque de la Armada tras el secuestro del atunero vasco. La presencia en España de los dos piratas y el atolladero legal en el que se encuentran es ahora la dificultad mayor para que se produzca la liberación del Alakrana. El Gobierno se ha mostrado torpe y lento, esto es, falto de sensibilidad hacia la suerte que podían correr pescadores y el sufrimiento de la familias de los mismos. Solo cuando la opinión pública los ha espoleado con unas manifestaciones callejeras inéditas -y se supone que innecesarias- ante este tipo de situaciones se han puesto de verdad los ministros a tratar de resolver el espinoso asunto, no sin haberse turnado varios miembros del ejecutivo en la portavocía, ni sin contradecirse con los magistrados que se ocupan del caso. Para que al embrollo judicial no le falte de nada, el presidente de la Audiencia Nacional recibió el martes pasado a una representación de las familias de los marineros cautivos, no se sabe muy bien con qué fin. La oposición, que da muestras de una bulimia ilimitada, no ha perdido la ocasión de hincarle el diente en las canillas al Gobierno para, una vez más, escenificar el disenso que encuentra en la prensa la caja de resonancia más adecuada. En medio de todo ello, no es de extrañar que los piratas sientan que tiene cogidos por los huevos (de oro) a la otra parte contratante. Descoordinación e improvisación en el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Y para que nada falte para el récord mundial absoluto, la oposición tampoco desaprovecha la oportunidad para embarrar el terreno donde se juegan la vida y la libertad, como hemos dicho, de unos trabajadores de la mar. Y dicen que Somalia es un Estado fallido.

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