Los amantes de los escritos históricos tienen en Fortuna un auténtico tesoro, y algunos aún lo desconocen. Muchos pensarán que las muestras más antiguas conservadas de la Eneida de Virgilio se encuentran en algún rincón majestuoso de lo que antiguamente fuera la capital del Imperio Romano, pero solo hace falta desplazarse 3 kilómetros del núcleo urbano de Fortuna para disfrutar de ellos.

Allí, en la Sierra del Baño, se encuentra la Cueva Negra, conformada por tres abrigos rocosos entre los que destaca uno que en tiempos romanos fue 'premiado' con distintas escrituras latinas, convirtiéndose en el único lugar junto a Turquía que cuenta con restos de pintura en forma de textos de todo el continente europeo.

La presencia de agua en la propia cueva, a la que se atribuían propiedades curativas, puede explicar la conversión de un simple emplazamiento geológico a un auténtico santuario, ya venerado por íberos y secundado siglos más tarde por los romanos.

Las ninfas, deidades femeninas del agua, acaparaban el culto principal en esta cueva, que debe su nombre al color negruzco de sus paredes marcadas por el hollín de las hogueras realizadas en su interior durante siglos, en la que también se nombran divinidades como Baco, Venus o Cibeles, presentes en estos grafitos romanos.

Luces en su interior

Entre los vecinos de Fortuna se cuenta una misteriosa leyenda que explica que cada vez que en el pueblo se declara un incendio, en el interior de la cueva se puede apreciar la aparición de dos extrañas luces, de las que nadie nunca ha podido afirmar su procedencia ni motivo.