'Sinister': Terror con consistencia

'Sinister' reitera la habilidad y el oficio que el director Scott Derrickson tiene en el campo del thriller y del terror, especialidades a las que se ha entregado por completo hasta ahora y en las que ha adquirido un relativo prestigio, y es una cinta nada despreciable, aunque demasiado alargada y por ello con ciertos altibajos, que invita al espectador a acompañar a la familia protagonista a un viaje marcado por el miedo y lo sobrenatural.

No es para colocar en ninguna antología, por supuesto, y no abre tampoco caminos inéditos, recordando a títulos similares, pero está resuelta con evidente conocimiento del terreno que se pisa. Es, en cualquier caso, un aceptable paso adelante del director de 'El exorcismo de Emily Rose' y de la última versión de 'Ultimatum a la Tierra', que puede interesar a los adictos a menús terroríficos.

Permite a Ethan Hawke, además, recuperar la faceta más popular de su oferta dramática. En el cometido de Ellison, un escritor que atraviesa momentos de baja inspiración, pero que parece decidido a todo para recuperar el éxito de su anterior novela, marcada como todas por la descripción realista de un suceso trágico y sangriento, Hawke trata de inquietar al espectador para que comparta sus angustias.

Y es que al llegar con su familia a la casa que han adquirido, donde se plantea escribir su nuevo libro, comienzan a suceder cosas extrañas. La primera es la aparición de una caja con viejas películas en 8 mm que recogen imágenes de un macabro crimen colectivo cometido en el jardín que culmina con el ahorcamiento de cuatro personas. Ellison oculta el tema a su esposa y opta por investigarlo a fondo para recrearlo en el texto, pero es obvio que a medida que se adentra en este escenario terrible todo se complica y acaba afectando a su estabilidad y a sus seres queridos.

Con una descripción correcta del ambiente y de la inquietud progresiva que se vive en esta casa maldita, la película consigue en bastantes momentos atrapar al auditorio en su esquema siniestro. Lo hace incluso sin recurrir apenas a efectismos burdos o gratuitos, sino valiéndose de recursos narrativos clásicos. No impide que se consolide del todo el relato, pero tampoco lo deteriora.

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