Un avión Airbus A-321 de la compañía Iberia, con 132 pasajeros a bordo que tenía que salir a las 07:15 horas desde Los Rodeos hasta Madrid-Barajas, tuvo que regresar nuevamente al aeropuerto tinerfeño tras sufrir el motor número uno, es decir, el del lado izquierdo, un fallo, en lo que se conoce en la terminología aeronáutica, Stolm.

El aparato, denominado Río Frío, con matrícula EC-JEJ, sufrió una triple explosión que provocó una llamarada de más de 15 metros desde el motor afectado hasta la cola y que era visible desde el exterior, según publica "laopinion.es".

Cuando se encontraba en carrera de despegue, los pilotos notaron un pequeña explosión que ellos supusieron se trataba del reventón de una rueda del morro, por lo que abortaron la carrera y regresaron a la plataforma. El equipo de mecánicos de tierra revisó el avión de manera escrupulosa y no detectó nada anómalo.

Ante ello, el comandante llevó a cabo una prueba de motores en la cabecera. Esta consiste en meter potencia con frenos al avión hasta el noventa por ciento. Al no notar nada extraño ni indicaciones de fallo, decidió emprender de nuevo la carrera de despegue, que fue completamente normal, hasta rebasar el punto crítico. Una vez en el aire y a unos 300 pies sobre el suelo, con V2, decidieron continuar el vuelo que coincidió con la triple explosión en el motor uno, que se iniciaría después de revisarse en tierra y que se supone afectó al sistema de control de combustible, lo que pudo producir una postcombustión que fue anulada por la intervención rápida y decidida de los pilotos al cortar la turbina afectada, continuando el vuelo con el segundo motor.

Con un solo motor

Al continuar volando con un solo motor, al estar capacitado por la FAA americana y la EADS europea, el comandante declaró la alerta a los servicios de control, que inmediatamente dispusieron la activación del plan de emergencia interior del aeropuerto, así como liberar de tráfico el circuito y la aproximación a la pista 30, en cuyo umbral realizó una toma tendida de libro el piloto a los mandos, logrando detener la aeronave sin ninguna consecuencia a apenas un tercio de la larguísima pista de Los Rodeos.

El avión quedó estacionado en la plataforma sur donde descendió el asombrado pasaje tras la experiencia vivida, con cara de estupefacción. Estos fueron conducidos a la terminal donde la compañía Iberia los recolocó en otros vuelos atendiendo el personal médico a varios pasajeros por crisis de ansiedad.

Los mecánicos le hacían anoche una boroscópica, consistente en introducir una microcámara para observar el estado de los álabes, que en principio no sufrieron daño alguno, por lo que probablemente hoy partirá de nuevo a Madrid, en lo que se conoce como vuelo ferry, sólo con la tripulación.

Lo normal en estos procedimientos es que el avión arroje el combustible antes de tomar tierra. En este caso, el Río Frío llevaba unos 12.000 kilos de queroseno. Sin embargo, el Airbus A-321 no dispone de lo que se conoce como Jettinson Fuel, mecanismo que sirve para expulsar el combustible, por lo que debió tomar tierra casi con la misma carga con la que intentaba partir de Los Rodeos. Circunstancia que no fue óbice para que los pilotos resolvieran la emergencia de manera extraordinaria tal y como recogen los procedimientos en este tipo de situaciones.