Fue una larga noche de sábado y domingo para los vecinos de la calle Sevilla del barrio murciano del Espíritu Santo de Espinardo. La 'fiesta de pedida' de una mujer con 300 invitados (la cifra exacta cambia según la fuente) que en su mayoría no respetaron las normas más básicas de seguridad e higiene, además del derecho al descanso de los vecinos en horario nocturno, mantuvo en vilo a los residentes y en alerta tanto a la Policía Nacional como a la Local.

La fiesta, que más tarde se transformó en un macrobotellón con altavoces y mucho alcohol, no acabó cuando cinco patrullas de la Policía Local se presentaron en el evento tal y como afirmó el Ayuntamiento de Murcia en una nota informativa publicada ayer sino que se trasladó hasta la calle Carmen la Roja y se prolongó casi hasta el alba, según los vecinos, que sospechan que fue una solución consensuada con las fuerzas policiales porque «avisaban que continuarían el festejo frente a los agentes».

Aunque ninguno de los asistentes portaba mascarilla, o mantenía la distancia de seguridad, no consta que se haya interpuesto ningún procedimiento sancionador por parte de la Policía Local.

Pese a que las primeras llamadas alertando de que se iba a realizar un evento multitudinario se realizaron durante la mañana del domingo a las distintas fuerzas y cuerpos de seguridad, no se tomaron las medidas necesarias para impedirlo.

Según algunos vecinos de la zona, no se trata de un evento extraordinario o algo inusual sino que lleva ocurriendo con regularidad desde hace muchos años, «y seguirá ocurriendo pese a la pandemia porque la Policía no hace nada, y no creo que los agentes tengan la culpa, me temo que son las órdenes que reciben desde arriba, les recomiendan que no intervengan con contundencia para evitar males mayores, porque está claro que las palabras y las amenazas de multa no sirven de nada; son los dueños de Espinardo», asegura uno de los residentes consultados.

Otra vecina afirma que «la Policía los conoce de sobra, se dirigen a muchos de ellos por el nombre, son perfectamente conscientes de las fiestas que organizan por cualquier motivo: cumpleaños, Navidades; y el problema no es sólo que impidan el descanso, sino que además nos insultan y nos tienen a todos amedrentados; incluso celebran aparecer en los periódicos y en las televisiones, esto es un sinvivir».

A pesar de que algunos de los vecinos contactados por esta Redacción admiten que desde que estallara la pandemia de la covid-19 el número de concentraciones y fiestas se ha reducido, «se siguirán produciendo, con un descaro tremendo, y continuarán operando en los narcopisos que tienen repartidos por Espinardo, alguno de ellos en viviendas sociales de titularidad municipal; y eso lo saben todos».

Polémica entre la Policía Nacional y la Administración local por el despliegue

Una nota emitida ayer por el Ayuntamiento de Murcia afirmaba que la Policía Local solicitó colaboración a Policía Nacional «que denegaron la asistencia al no disponer de unidades», pero fuentes de la Policía Nacional consultadas por LA OPINIÓN aseguran que eso no es cierto y aclaran que fueron ellos los que contactaron con la Policía Local para que acudiesen a Espinardo para disolver el macrobotellón que se habia organizado. En ese primer contacto, la Policía Nacional informó que en ese momento sus unidades estaban ocupadas en otros asuntos, pese a lo cual, pudieron enviar tres patrullas a la zona, aunque sólo cuando la situación ya estaba controlada.

Las mismas fuentes de la Policía Nacional reconocen su extrañeza por la afirmación expresada en la nota oficial del Ayuntamiento de Murcia. Por otra parte, pese a que LA OPINIÓN intentó obtener la versión tanto del 112 como de la Policía Local sobre las llamadas realizadas por los vecinos. Un portavoz del servicio de emergencias indicó que es competencia de Seguridad Ciudadana y desde Policía Local se limitaron a decir que es «un asunto confidencial».