El cauce del río Támesis, a su paso por Londres, no parece registrar menos agua de la habitual. Sin embargo, los expertos alertan estos días de que la fuente del río Támesis se está secando. El director de Política y Ciencia de Rivers Trust, Rob Collins, declaraba en The Guardian, que el prolongado tiempo seco había desplazado el nacimiento del Támesis en Gloucestershire por un débil caudal que ahora únicamente es perceptible cinco millas río abajo, en Somerford Keynes.

Hace calor, mucho calor, pero no solo en España, como dicen los ingleses, que constantemente ponen el acento estos días en que en nuestro país un decreto impide poner la climatización a menos de 27 grados. “No parecía Londres. Le faltaba ese cielo plomizo que amenaza lluvia. Las habituales gotas que caen de cuando en cuando y aunque no hacía calor, la temperatura era más alta de lo habitual. Parecía que habíamos llevado el sol”, afirmaba el decano del Colegio Oficial de Abogados de Lorca, Ángel García Aragón.

Ante el Puente de la Torre de Londres, el ‘Tower Bridge’, posa apoyándose en los imponentes muros de granito que marcan el cauce del río Támesis en la trama urbana por la capital del Reino Unido. Es uno de los símbolos de Londres. Sus dos imponentes torres de 65 metros de altura son la escolta perfecta para un tramo que se eleva para permitir la navegación de grandes barcos. “Es impresionante y una espectacular obra de ingeniería”, recordaba.

Construido entre 1886 y 1894 es uno de los símbolos de la ciudad, como también lo es el Big Ben. “Nos hemos hecho el clásico tour por Londres visitando el ‘Tower Bridge’, pero también el Big Ben, el Palacio de Westminster –sede del Parlamento del Reino Unido-, el Palacio de Buckingham, el London Eye, Piccadilly Circus y Trafalgar Square”, detallaba.

La idea de este viaje familiar a Londres fue de María. “La pequeña venía reclamando desde hace mucho tiempo que quería venir y recorrer la ciudad. Con la pandemia no pudimos hacerlo y, ahora, que parece que todo va volviendo a la normalidad, decidimos que era el momento”. Y añadía que “ha sido nuestro particular reencuentro con aviones, colas, maletas… y pasaportes. Nos dimos cuenta –cuando preparábamos el viaje- que mi pasaporte estaba a punto de caducar y que María, ni siquiera tenía, por lo que nos ha tocado ‘correr’ para tenerlo todo a punto”.

Conocía la ciudad, pero este nuevo reencuentro le ha permitido recorrer la City de Londres. “Me parece espectacular el distrito financiero con esos rascacielos que parecen tocar el cielo y donde está la Bolsa y el Banco de Inglaterra”. De visita obligada, calificaba, el recorrido que han hecho por los estudios de Harry Potter. “Era una exigencia en el programa. No puedes venir a Londres con niños y no visitar alguna de las localizaciones que tienen que ver con la película del mago más famoso del mundo”, reía divertido.

María y Ángel, los hijos de Ángel y Ana, disfrutaban con ‘The making of Harry Potter’, el espacio donde se conserva una gran parte de los decorados originales que se usaron durante el rodaje de las ocho películas de la saga. Estos días han podido practicar el inglés. “Nos han dejado sorprendidos, porque se manejaban muy bien”, contaba García Aragón.

Y de vuelta a España rememoraba sus veraneos de niño. “Siempre hemos ido a Águilas a pasar el verano. He veraneado, de toda la vida, en La Colonia y en el Paseo de Poniente, y, ahora, lo hago en El Hornillo. Pero sigo yendo a La Colonia para reunirme con mis hermanos que aún siguen allí”. Se lamentaba de que en El Hornillo se han quedado sin playa. “Se la llevó un temporal y nunca más se supo. Ahora, nos vemos obligados a irnos a otro lugar para disfrutar de la arena, de los baños… Y habitualmente mi destino es La Carolina, un clásico de los lorquinos que veraneamos en Águilas”.

Sus vistas son privilegiadas desde una urbanización de El Hornillo. “A veces me siento en el balcón y puedo pasar largos ratos con la vista fija en la Bahía del Hornillo, el embarcadero, la Isla del Fraile… es impresionante. Un auténtico lujo a solo un paso de Lorca”. Pero no solo le gusta contemplarla desde lo más alto. Es un auténtico experto en el manejo de la piragua. “Me gusta ir para arriba y para abajo por toda esa zona, aunque estos días de agosto el mar está regularcillo y no me ha dado muchas alegrías”, relataba.

El deporte ocupa gran parte de su jornada. “Juego al tenis con Ángel y con la pequeña salgo a andar”. Y acude a Águilas, aunque se queja del intenso tráfico de estos días. “Me gusta conocer nuevos bares, restaurantes, comercios… Cada verano me gusta más Águilas, porque está incrementando de una forma espectacular su oferta”. Aunque reconoce que en su urbanización no falta de nada y que el vecindario no puede ser mejor. “El ambiente es increíble. Te bajas a la piscina y terminas volviendo a casa por la noche. Se asoma Mary [María Quiñonero, de la joyería Mary Joyas y Diseño] y anuncia que ha hecho fritada. Otro baja una botella de vino… Aquí es un no parar”, señalaba divertido.

El atardecer es -de casi obligado cumplimiento- en la terraza. “Leo y estoy muy pendiente de los colores que brinda el cielo y el mar sobre la Isla del Fraile y el Embarcadero al caer la tarde”. Entre sus lecturas, ‘Castellano’ de Lorenzo Silva, “que terminaré entre hoy y mañana”. Pero aguarda su turno ‘Roma soy yo: La verdadera historia de Julio César’, de Santiago Posteguillo. “Soy un firme seguidor de Posteguillo. Me gusta devorar sus libros”, reconocía.

No ‘pasea’ demasiado por la cocina, aunque alguna vez hace un ‘alarde’ que siempre tiene que ver con algún pescado fresco. Y no puede olvidar dos veranos que marcaron su vida. “Cuando acabé la selectividad y el de después de terminar la carrera. Sobre todo, este último, fue memorable, porque sabías que el resto del verano ya no ibas a tener que estudiar más. Recuerdo que hubo mucha fiesta. Fue un verano de muchas salidas”. Y concluía que “el verano no sería verano sin ir a Águilas”.