Cae la tarde en la isla de Eilean Donan en el lago Duich, al noreste de Escocia. Su Castillo se refleja sobre las aguas comunicadas con el océano Atlántico por medio del lago Alsh. El sol, desaparecido, debería estar escondiéndose entre montañas, mientras el cielo muestra un color plomizo que amenaza lluvia. El lugar no puede ser más proclive como escenario de una película. Y, de hecho, lo ha sido de varias tomas de El Señor de Ballantrae, Sherlock Holmes, Los Inmortales, Lago Ness y Braveheart, como relataba el edil del Partido Popular Juan Miguel Bayonas López, que estos días recorre con su mochila al hombro Escocia.

El Reino Unido es como su segundo hogar. “Viví tres meses en Manchester, un año en Gales y todos los veranos en un colegio de Irlanda, por lo que estoy bastante familiarizado con la cultura anglosajona”, contaba mientras señalaba que este año eligió este destino “porque no tenía nada previsto”, aunque otro de los motivos principales era “huir de las altas temperaturas que se registran estos días en Lorca”.

Hace frío mientras se embarca “en busca del monstruo del lago Ness”. Ni rastro de Nessie, como llaman familiarmente a este animal legendario que cuenta la leyenda habita el profundo lago de agua dulce cerca de la ciudad de Inverness, en Escocia. “Este era uno de los destinos que me faltaba por cubrir del país. He recorrido el Reino Unido prácticamente entero, pero el norte, las Tierras Altas, Highlands, aún no las había explorado”, aseguraba.

Compatibiliza naturaleza con grandes ciudades mientras viaja por carreteras estrechas reviviendo una y otra vez la escena de ‘The Holidays’ en que Amanda Woods, una chica americana, protagonizada por la actriz Cameron Díaz, conduce en un mini por un camino mientras grandes camiones se cruzan en dirección contraria a toda velocidad. “Es lo peor que llevo. Voy en tensión pensando si me habré metido bien en la rotonda, si no iré en dirección contraria… Los primeros días son puro estrés”. Y después de seis días, encontraba 20 millas de autovía, “pero no son grandes autopistas como en España. Aquí hay carreteras que no tienen espacio ni siquiera para que se crucen dos coches. Hay pequeños apartaderos para, precisamente, esperar a que pase el contrario”, explicaba.

Y en este viaje quería darse un ‘homenaje’ y se buscó un hotelazo en un Castillo. “Estaba en mi recorrido y me gustó. Pero, cuál fue mi sorpresa que anteayer entró en concurso de acreedores. Recibí un correo electrónico en el que me advertían de que lo habían cerrado justo un día antes de hospedarme. Y no me lo creí. Fui a sus puertas y estaban cerradas, por lo que emprendí la búsqueda de un hospedaje para esa noche”.

En este viaje tenía la oportunidad de dormir a las afueras de una ciudad en un bosque de árboles gigantescos. “Es el lugar más chulo donde he dormido. El hotel era, contenedores de barco convertidos en pequeñas viviendas con su cama, sofás, cocina… y una pequeña terracita. Ha sido una pasada”. Hasta el momento lleva recorridas unas 700 millas, unos 1.100 kilómetros, en esta ruta donde “cada noche, un hotel distinto. Cada día, una nueva ciudad, un paisaje diferente”. Una planificación que le ha llevado semanas para encontrar los hoteles, rutas y restaurantes que quería.

Lo que peor lleva, aseguraba rotundo, es “lo de la cerveza caliente. Pides una pinta fría y de fría no tiene nada”. Y la comida. “No termino de acostumbrarme. Este pan raro que tienen los ingleses no se parece en nada al nuestro casero. Y me canso de comer chino, indio, japonés… por lo que tiro de maleta. Ayer me hice un bocadillo con el embutido al vacío que me traje a orillas de un lago y me supo a gloria”, reía divertido.

Glasgow, Edimburgo… han sido otros de sus destinos, así como la isla de Skye. “Estoy haciendo una ruta por las Tierras Altas de Escocia, algo así como visitar La Paca, Zarcilla de Ramos, Doña Inés, Coy, Avilés… de Lorca”. El mayor disfrute, reconocía, es “llevar una camiseta, una sudadera y dos chaquetas puestas. La temperatura es genial, aunque hay que ir vestido en plan cebolla para quitarte y ponerte capas conforme cambia el tiempo. He tenido lluvia, frío, calor… Lo que más temo es cuando ponga el pie en la escalerilla del avión en España”.

En Edimburgo se celebraba un festival de teatro de verano. “De repente nos encontramos una marea de gente, miles de personas, que se dirigían a una plaza. Allí había una grada de más de 26 alturas para unas 10.000 personas. Era como el Campo de Quidditch de Hogwarts en la película de Harry Potter”. Y estos días también ha disfrutado de un festival de gaitas en el que todos los participantes vestían el tradicional Kilt, una prenda de tela tartán que llevan atada alrededor de la cintura a modo de falda. Y, sobre ella, el también típico ‘sporran’, una pequeña bolsa.

Su viaje está a punto de llegar a su fin, aunque ya proyecta nuevas incursiones en estas tierras que le permiten ponerse al día con el idioma. Y advertía a todos que “si me pierdo, que me busquen en el Reino Unido, sobre todo, en agosto, porque estaré buscando el fresco de nuestro invierno de Lorca”.