“Violencia no es solo el golpe que recibes y que te deja un ojo morado. Esa es quizás la que menos duele. Violencia es que te aparten de todo y todos, que no te dejen salir, que te controlen cada uno de tus pasos. Esa violencia, la psicológica, fue la que a mí me destrozaba cada día”. Es el relato de Clara Pérez, nombre ficticio, superviviente de violencia machista y que ha participado en ‘Diálogos entre mujeres: Las raíces de las desigualdades’, que durante las últimas semanas se ha llevado a cabo a través de una serie de directos de Instagram bajo el título de ‘#Hartas’ y organizados por la Federación de Organizaciones de Mujeres de Lorca.

Clara Pérez ofreció un testimonio puro y duro con la única intención de “intentar que mujeres que están pasando por lo mismo que yo pasé y nos están escuchando sepan que hay una salida”. Las animaba a que “pidan ayuda, porque para alejarte de un maltratador necesitas que alguien te apoye”.

Y reclamaba que el entorno más inmediato denuncie cuando sea consciente de que se está dando una situación de violencia machista. “Cada día pedía que alguien se diera cuenta de lo que me estaba pasando, que llamasen a la policía… Pero nadie lo hizo. Los miraba y con mis ojos pedía ayuda, pero no se daban cuenta de lo que estaba sucediendo, porque él se cuidaba mucho y fuera de casa nunca me trató mal”.

La violencia institucional fue abordada en el primero de los diálogos con Claudia Hosseineour, médico y representante de la Plataforma Mujeres expulsadas de la Sanidad Pública. Su testimonio fue desgarrador mientras relataba que se vio obligada a abortar cuando estaba de cinco meses. “El bebé presentaba malformación incompatible con la vida”, señalaba durante el diálogo entre mujeres.

De un hospital público la derivaron a una clínica privada en Madrid. “Tardé dos semanas en abortar. Fue durísimo saber que mi bebé no iba a nacer, pero seguía sintiéndolo dentro, moviéndose… cada patada era una puñalada”. Abortó en una clínica privada. “No me dijeron nada del procedimiento. Me preocupaba que me diera una hemorragia y que me tuvieran que trasladar a un hospital público… Pensé que me iba a desangrar y morir”.

Ahora, intenta ayudar a mujeres que se encuentran en la misma situación por la que ella pasó y que le llevaron a un largo periodo de depresión. “Fue durísimo. Me sentí sola, sin protección. Mi marido y yo hemos pasado un auténtico calvario”, reconocía mientras denunciaba que la objeción de conciencia de los médicos de la Sanidad Pública “pone en riesgo la vida de las mujeres que se ven obligadas a interrumpir su embarazo”.

La experta en violencia de género y especialista universitaria en Peritaje Psicológico en violencia de género y familia, por la Universidad de La Laguna, Demelza Fortes Marichal, alertaba a los más jóvenes sobre los celos. “Eso no es amor”. El control sobre una persona, contaba, “es violencia psicológica”. Y afirmaba que cada vez son más las jóvenes que se ven sometidas a un constante control por parte de su pareja. “Intentan por todos los medios apartarlas de sus amigos, de su familia… Y de hacerlas sentir culpables cuando quedan con amistades. Entonces, proponen planes alternativos que aseguran haber organizado mucho antes a modo de sorpresa”.

El último de los diálogos se llevó a cabo este martes. Lo protagonizó Inmaculada Idáñez, presidenta de la Confederación de Mujeres del Mundo Rural (Ceres) que habló de la violencia económica. Esta mujer, agricultora de Almería, reclamaba “normalizar que las mujeres sean autónomas e independientes económicamente”. Denunciaba que la mujer rural es una mujer con tan solo el 30 por ciento de la titularidad de las explotaciones agrarias.

“Las mujeres del medio rural pertenecen y se desarrollan en un ambiente marcadamente patriarcal y machista”, aseguraba y no dudaba en ponerse como ejemplo. “Cuando comencé con mi hectárea de tierra era casi la única que acudía a las reuniones de la cooperativa. Incluso mi entonces marido quería que le firmase una autorización para representarme él, pero a mí, no me parecía justo, porque la tierra era mía y la empresa también”.

Tuvo que vivir, argumentaba, situaciones muy particulares. “Los trabajadores le hacían más caso a él que a mí. Y yo les decía que quien firmaba sus nóminas y les pagaba era yo, no él”. Cada vez que solicitaba un préstamo para asegurar sus cosechas “me pedían la firma de un hombre. De mi padre, de mi marido, de mi hermano… Pero afortunadamente todo ese ha quedado atrás”, apostillaba.

 

Lazos en el Mercado semanal

Los directos de Instagram también han sido apoyados con otras acciones como la puesta de lazos en el Mercado semanal, una concentración y una charla en el Instituto de Educación Secundaria Ramón Arcas Meca en el que tomaron la palabra dos hombres, Enric Urbano y Justo Fernández, bajo el título de ‘Diálogos masculinos’.

La presidenta de la Federación de Mujeres, Pilar Fernández, ha valorado “positivamente” las actividades, destacando las distintas ponencias que se han desarrollado a través de Instagram. “Los testimonios en primera persona son muy importantes para que mujeres que están en esas circunstancias se vean reflejadas y tomen la decisión de salir de ella. Se han dado a conocer todas las violencias y hemos contado con un testimonio de una superviviente de violencia machista, por lo que hemos abordado todos los parámetros posibles”.

La programación para conmemorar el 25-N organizada por la Federación de Organizaciones de Mujeres de Lorca ha contado con la colaboración del Ayuntamiento de Lorca y el Instituto de Educación Secundaria Ramón Arcas Meca y ha sido subvencionada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad a través de la Secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad y del Instituto de la Mujer y Para la Igualdad de Oportunidades.