Los astros parecían haberse alineado ayer tarde y ese frente de nubes oscuras -que amenazaba a la ciudad- se difuminó permitiendo que se celebrase la sesión de yoga prevista por los Juegos Deportivos del Guadalentín en la explanada de El Calvario. Pequeños cúmulos, esas nubes esponjosas semejantes a bolas de algodón, ofrecieron una hermosa puesta de sol y antes de oscurecer incluso juguetearon con la luna, ocultándola y dejándola ver de cuando en cuando.

El espectáculo fue seguido por medio centenar de mujeres que participaban en la sesión de yoga incluida en el calendario de los Juegos Deportivos del Guadalentín. Hasta la brisa, que por momentos se dejó sentir con cierta intensidad, parecía formar parte del montaje. La música pausada, la agradable y melodiosa voz de la monitora Marisa Alcaraz que dirigía la sesión y la magnífica panorámica de la ciudad iluminada a los pies, logró el propósito de esta práctica de conectar el cuerpo, la respiración y la mente.

En torno a la Capilla Mayor de El Calvario se situaron las participantes en un escenario que parecía elegido a conciencia para este deporte que se desarrolló como una práctica espiritual hace miles de años. Las más veteranas en esta disciplina lograban alineaciones casi imposibles que las principiantes copiaron con interés, ya que la sesión pretendía precisamente ser un acercamiento a esta modalidad. Y lo logró, porque muchas de las asistentes –incluida alguna pequeña- mostró gran interés por conocer las dependencias municipales en las que se puede practicar esta actividad.

  Al término de la sesión la mayoría hablaban de los beneficios que aporta, entre ellos, el remedio al mal principal de nuestros días, el estrés y la ansiedad, aunque también mejora la confianza en uno mismo, la coordinación, concentración y digestión. A todo ello, anoche, se sumó un escenario único. Imposible de copiar.

Esta actividad, al aire libre, está en boga. Algunas ciudades promocionan sesiones a la salida del sol. Es el turismo de emociones, que se da cita con el deporte, pero también teniendo muy presente el tema monumental y patrimonial. Precisamente, lo que en esta ciudad, la del Sol, no falta.

Entre los escenarios proclives a esta nueva versión de turismo deportivo bien podrían estar lo más alto de la Torre Alfonsina, el atrio del Santuario Patronal, el claustro de la Merced o el huerto del Palacio de Guevara. Y si de enclaves naturales se habla, la Sierra de la Peñarrubia, la del Gigante y las playas vírgenes de Puntas de Calnegre ofrecen mil y un espacios en los que más de uno querría disfrutar de una sesión de este deporte.