El pasado 10 de abril, fallece en la Clínica Ruber de Madid, a los 87 años de edad, víctima de coronavirus, nuestro querido y entrañable paisano, Moisés Guillamón Salcedo, el más veterano y prolífico ilustrador de estos suplementos especiales. En los que ha venido participando, con su gracejo y brillantez acostumbrada, durante 24 años y de forma ininterrumpida.

Concretamente desde el año 1996 a 2019, dándole vida y reforzando humorísticamente los textos de nuestro parroquiano Paúl del Castillo, con sus geniales viñetas. Equivalentes a 156 anécdotas, retratando la vida local, a través de todos los tiempos, y con una óptica muy particular, que constituyen un testimonio único y de un valor impagable.

La primera de ellas, publicada el 20 de enero de 1996, página 27, titulada ‘Servicio de inspección’, sacándole punta jocosa a todas las particularidades relacionadas con nuestro riego tradicional de la Fuente Grande, que implicaba el seguimiento estricto del caudal, de la acequia del Agua del Molino (16 litros por segundo) desde el bancal respectivo hasta el ‘Ojico de la Balsa’, para evitar que ningún desaprensivo te la hiciera parda, hasta que llegara la ‘cortaura’.

Y luego, a su conclusión, dejarlo guiado a la ‘cieca madre’. Ante el temor, de que alguna nube desbocada, te la hiciera parda, llevándose por delante los márgenes; ¡qué había que estar en todo!. Y la última, aparecida el 19 de enero de 2019, titulada ‘Lectura edificante’. Sugiriéndose en la misma, entre otras muchas aportaciones muy regocijantes y divertidas, el hermanamiento con el pueblo cordobés de Espiel.

Amén de otras circunstancias análogas, por disfrutar de un patronazgo en común, la advocación de San Sebastián Bendito. Con un dibujo espectacular, cargado de vis cómica, y uno de los más logrados, salidos de su pluma, y al cual remitimos. Convertido ahora, por su emotividad, en una pieza única.

Y entre los cuales hemos seleccionado uno, muy representativo de su amplio quehacer, y singular marca de la casa, además de su brevedad, para su reproducción en esta semblanza laudatoria, y de mi especial predilección. Titulado ‘Curvado’, que vio la luz, el día 20 de enero de 2006, página 15, y que espero les guste. Y todos ellos incluidos, según el caso, en alguno de los libros: ‘Ricote y la Niña Bonita’ o ‘Ricote, un paraíso al pie de los Almeces’, a su entera disposición, en la Biblioteca Pública Municipal ‘Sancho de Llamas’.

Nuestro colaborador de lujo y que ahora evocamos con tanto sentimiento, además de renombrado dibujante ha destacado en otras muchas facetas artísticas. Y muy especialmente en la modalidad de pintura, cuyos cotizados cuadros aparecen diseminados por toda la geografía española y muchos entre nuestros propios convecinos.

Y uno de ellos, con carácter excepcional y de gran tamaño, donado a la Parroquia y expuesto en la Sacristía, en lugar muy preeminente, cuyo acto de entrega tuvo lugar el pasado año, ofrecido por sus hijos, Moisés y Josefina. Lienzo, dedicado a la Crucifixión en el Gólgota, en el que aparece la figura de Cristo, clavado en la cruz entre los dos ladrones, y el soldado romano ‘Longinos’, que, según la tradición, atravesó con su lanza el costado de Jesús. Más tarde mártir de la Iglesia católica, y cuyo santo se celebra el 15 de marzo, compartido con Santa Madrona.

Y de esta disciplina concretamente, a la que aludimos, ya apuntaba nuestro ilustre paisano, desde sus estudios de bachillerato , muy excelentes maneras. Como lo acredita el hecho de que participara en una gran exposición juvenil en Murcia, en el año 1950. Llevada a cabo en el Colegio Mayor Universitario de ‘Las Luisas’ y de cuyo bodegón al óleo, el afamado escritor y periodista, a la sazón director de diario Línea, José Sánchez Moreno, en su sección especializada de Arte, subrayara, muy enfáticamente, que, «pese a su barroquismo y falta de academicismo, en su cromatismo existían destellos del naturalismo lumínico del pintor Joaquín Sorolla», ¡nada menos!.

Por último y, a modo de breves pinceladas, sobre su atractiva personalidad, nos van a permitir aportar los siguientes aspectos complementarios, para diseñar su perfil biográfico.

Tradición familiar

Siguiendo la tradición familiar (su padre, de igual nombre, además del primer alcalde del municipio, tras la guerra civil española, fue Jefe Superior de Administración Civil del Cuerpo Técnico Administrativo del Consejo de Estado. Comendador de número de la Orden del Ministerio Civil, con una calle dedicada a su nombre en el pueblo) cursa sus estudios de Derecho en la Universidad de San Bernardo, con notas sobresalientes.

Presentándose seguidamente, una vez concluida la carrera, a las oposiciones correspondientes, para Secretarios de Administración Local de 1ª categoría, obteniendo plaza y con el número uno de su Promoción, al tiempo que aprueba igualmente las de Técnico de Administración Local del Ayuntamiento de Madrid. (Ocasión que le dio pie, a su rebufo, para elaborar un temario de la especialidad, y otras materias afines, que se vendió en toda España como un auténtico best-seller.

E, incluso, la de impartir clases presenciales y por correspondencia, en una academia muy cotizada de Madrid, como me tenía a mi dicho, repetidamente, Pedro Andujar Naval, como alumno, luego Director Provincial de Cultura). Destinándole a la Corporación Municipal de la Capital del Reino, (’Una extraña mezcla de Navalcarnero y Kansas City, poblada de Subsecretarios’, según Cela) y desarrollando, preferentemente, su labor profesional, entre otros destinos, en el castizo Distrito de Chamberí, con el ascendiente, popularidad y brillo social, que cargo tan relevante comportaba. Participando, y de forma muy activa, en la ‘movida’ madrileña (Tierno Galván fue uno de sus mejores alcaldes).

E incrustado en sus instituciones más notables. Entre ellas el Casino de la capital, del que formó parte de su junta directiva, y cooperando muy estrechamente en la edición de numerosas obras, enmarcadas en el ámbito de su especialidad, como vicepresidente 2º de su Comisión Jurídica.

Servicio militar

Parecida notoriedad alcanzó, asimismo, en la prestación de su servicio militar, a través de las Milicias Universitarias, que realizó en el Campamento del Robledo, La Granja (Segovia), obteniendo el grado de Alférez, e igualmente con el número uno de la 11 Compañía, cuyo oficial (el Capitán Carrasco), valga la anécdota, años más tarde, lo fuera también mío.

Aunque, en mi caso, me libré por pelos, de presentarme al exámen final, el llamado ‘de Coroneles’, y con distinto puesto en el escalafón, que no hace al caso, desfilando ambos, eso sí, por el Campo Amarillo y sus aledaños, muy marcialmente, a los acordes de Lilí Marlen, la canción más sonada.

Y con ‘rúbricas’ muy llamativas, de uno y otro, de entrambos ricoteños, que figuran en los anales castrenses del municipio castellano, que han pasado a la historia. Él, protagonizando una anécdota muy graciosa, en la primera clase de topografía que, ante las indicaciones de su profesor, igual que al resto de soldados o guripas, de que pintase un puerto, (garganta o boquete que da paso entre montañas o, como señala el diccionario: «Dícese del territorio situado más allá de una sierra’) y en su lugar, le mostró un cuadro espléndido, del Puerto de Mar, de Cartagena, en su mayor auge comercial y con un barco mercante entrando por su bocana, digno de un marco.

Y que luego el citado enseñante, después de estar mucho tiempo expuesto en la Sala de Banderas, se lo llevó a casa como recuerdo. Y, en mi caso particular, formando parte del reparto de la película ‘15 bajo la lona’, con actores de la talla de Alfredo Mayo, Antonio Ozores, o Carlos Larrañaga, con los que mantuvimos contacto, muy fluido, hasta el final de sus vidas...

Y cuyo periodo de prácticas (y la más feliz de esta etapa militar, a la cual muchos se reenganchaban, y de lo que podría contar mucho, Luis Garrido Avilés, que lo haría con el grado de Teniente) lo realizamos en Huesca. Yo, en la capital de la provincia, y él en el pueblo de Sabiñánigo, compartiendo alegrías y fatigas, con el archenero Enrique Medina Marín, ‘el Líos’, que más tarde sería secretario del Ayuntamiento de Ricote y muy pomposo, alojado en el chalet de su hermana Vicky.

Formando comandita, y muy famosa, con los palomistas Bernardino Tomás López, José Antonio Guillamón Sánchez ‘el Meroles’, Antonio Miñano Avilés ‘el Cojo del Conde’ y José Antonio Rojo Moreno ‘el Paloma’. Los cuatro, tristemente desaparecidos, pero muy queridos y siempre vivos en el recuerdo.

Y, al que por cierto, tributamos un homenaje, muy cariñoso , en La Cuerda, el pasado 31 de mayo de 2007, con palabras de presentación a mi cargo, acompañado de su esposa Lola Ibáñez. Como acto de desagravio, por no invitarle a la inauguración de la calle, dedicada a los Doctores Abenza (José María Abenza Guillamón y Antonio Abenza Lerma), que el mejor escribano tiene un borrón, con los que mantenía una relación muy familiar y entrañable

Afán por conocer el mundo

Otro rasgo muy distintivo, de su variopinta y rica personalidad, fue su curiosidad y amor desmedido por conocer mundo, como un joven muy adelantado de su tiempo. Impulso que canalizó, primeramente, haciendo auto stop y siempre con la mochila a cuestas, que ejercía como un apostolado (siguiendo los pasos de José Antonio Labordeta, escritor y cantautor, principal representante de la nueva canción popular aragonesa), lo que le permitió conocer media Europa, con contraprestaciones de servicios, muy curiosos, a través del ‘aupair’, practicar idiomas y, ya de paso, curtirse en los duros embates de la vida.

Enriquecer su currículum aventurero y con vivencias muy gratificantes y que le fueron muy útiles para el resto de sus días. Con pernoctaciones en la Posá de la Estrella o en los mil y un camping diseminados por el Viejo Continente, que le fueron sumamente provechosos para su supervivencia, acorde con las precariedades de la época. Aunque, no por ello, exentas de los mayores atractivos y alicientes, que luego contaría con largueza, con su finísimo sentido del humor, a sus numerosos escuchas o seguidores, y con regocijo extremo.

Era lógico, por tanto, que de estas experiencias tan gratificantes, sacase las enseñanzas debidas. De ahí que, como contraste, y como descanso y paz del guerrero, depusiese sus viejas armas nomadistas y suspirase por las mieles de la vida sedentaria, en las tranquilas aguas del Mediterráneo.

Y aquí es cuando aparece de nuevo en escena, el experimentado trotamundos de Moisés, haciéndose acompañar durante cinco o seis veranos seguidos, en el Camping de L’Albufereta, Alicante (con breves incursiones a Torrevieja o Palma de Mallorca) por sus viejos amigos y parientes de Ricote, los hermanos Celestino y Santos Guillamón, Pedro González Salcedo, José Abenza Lerma y el folklorista madrileño Roberto Rodrigo García “’el Barbas’.

Uno de los gemelos, que acompañaran a la guitarra a la mítica cantante de rancheras, María Dolores Pradera, exmujer de Fernando Fernán Gómez ¡Imaginénse el nivel!. Y un año, como excepción, con la colaboración extraordinaria de la ‘señá Orosia’, para sacarle el mayor partido culinario, a las ricas pitanzas, traídas del pueblo, como a las recetas de cocina de nuestras madres y abuelas, ya de por sí excelsas.

Y en el transcurso de esta estancia memorable, y como anécdota, se produjo un hecho milagroso, que contaremos con las mismas letras que el Colectivo Aljibe, dejó escritas en el Extraordinario de las Fiestas del año 2008, página 30, resumidas en el siguiente texto: «El viaje a Palma fue posible gracias a la diosa Fortuna, ya que el día después de emprenderlo, una nube veaniega, de desolación y muerte, arrasó el Camping de la Albufereta, donde nos hallábamos el día anterior, ubicado tan temeraria como misteriosamente, en el propio lecho de una torrentera».

Al hilo de esta exposición, quedaría coja esta reseña, si no se hiciera, asímismo, mención expresa del papel de los coches en la vida de nuestro homenajeado (aunque sea a titulo póstumo) cuyo potencial y cilindrada siempre estuvo a tenor de su respectivo estatus social y económico.

Y ocupando lugar puntero, en su escala de apreciaciones íntimas, naturalmente, su primitivo SEAT 600, matricula M-192739, y todo un Totem, al que siguieron progresivamente otros muchos de alta gama y deportivos.

Todos ellos ‘tuneados’ y con vistosos aditamentos y que tanto ojo hacían entre los entendidos del gremio. Y participando, repetidas veces, como amante que era de la velocidad y experimentado piloto, como aficionado, en el Circuíto del Jarama, cual émulo de Fitipaldi.

Y conservando los premios allí alcanzados, con la veneración de un relicario, y con el mismo orgullo que si fuesen trofeos de caza mayor, o medallas de guerra (en las que nunca participó, aunque estuvo punto de hacerlo en la de Sidi- Ifni).

A un tiarrón como un Castillo, que se enternecía con las cosas más pequeñas. El mayor de cuatro hermanos (un varón y tres hembras) ‘Muselín’ o ‘el Nene’, como se le conocía familiarmente, aunque estos apelativos cariñosos nunca fueron del agrado de su mujer. Y es más, le ponían de los nervios… Nieto, por vía materna, del teniente de la Guardia Civil, Pedro Salcedo Rubio, que fuera alcalde del municipio, en tiempos del General Primo de Rivera, y mucho antes, participante en la Guerra de Cuba, teniendo como compañero de armas, a Santiago Lorca Bermejo, ‘el Puro de Ojós’...

Y, en parecidos términos, pero en grado superlativo, con su abuelo paterno, que era tal su poder e influencia después de haber sido, secretario de la Corporación, Juez de Paz, alcalde del municipio (por dos veces, años 1921 y 1931 y secretario del Ayuntamiento de Archena, además de muy rico hacendado) que se le aplicaba una frase muy célebre, definitoria de su gran autoridad, que decía: «Que en el Cielo manda Dios y en la tierra Trinidad Guillamón…»

A un hombre de estas características y de vida tan ajetreada y frenética, como digo, le faltaba alguna muesca en su cargador, algún eslabón perdido, que encajara en su cadena genética, para realizarse plenamente.

Y, a tal fin, efectivamente… después de una militancia tan activa y en tantos frentes, y para no dispersarse de lo esencial, y estimulado tal vez por un impulso ético, concentró todos sus esfuerzos, en reconciliarse con sus ancestros y con su entorno más íntimo. Fruto de esa reflexión fue la construcción de una nueva casa, en la Avenida del Valle de Ricote, número 1 (‘Casa de Moisés’) confiando al maestro de obras local, Francisco García Montoro (‘Francisquico de Alejo’), y hecha a su entero gusto, a su imagen y semejanza, hasta en el más mínimo detalle.

Y, otro tanto, acometió en todas sus fincas, que ‘repesca’ y cuida con especial esmero. Tarea que delega en el lugareño, seguidor entusiasta del Dúo Dinámico, (hoy tan de moda, con la canción ‘Resistiré’), aunque con otro ritmo y parsimonia, todo hay que decirlo, José Candel Banegas ‘El Cartones’, reflejándose en ambas actuaciones, y de forma mimética, su inconfundible estilo personal.

Pena que, con motivo de la celebración del 80 Aniversario de su nacimiento, pretendía tirar la casa por la ventana, con un acto a lo grande, que organizaríamos al alimón. Y al no coincidir esta pretensión con el criterio de los suyos, se cogió tal disgusto que, al día siguiente, puso a la venta todas sus fincas, sin importarle el precio.

Y es más, se mostró tan vulnerable y con la guardia tan baja, que las enajenó a precio de saldo. Y no digamos, que a una empresa buitre, pero a los efectos, como si lo fuera o fuese.

Pero al margen de esta incidencia, pura anécdota, y que a nada condujo finalmente, siguió paulatinamente entrañándose con sus vecinos, y con más entusiasmo si cabe. Con su rico patrimonio y gastronomía y rindiéndole culto, con delectación, a los santuarios culinarios más representativos de la zona (llámese El Sordo, El Carril, Hotel el Triunfo, Restaurante Domingo, Los Antonios, Mesón del Moro, etc ) lugares en los que siempre era tratado, como cliente distinguido, con los honores correspondientes a su rango, ¡Como un señor!

O a las veladas, organizadas al mayor nivel, polifacéticas, un auténtico espectáculo, muchas de ellas con acompañamiento musical, al piano, de su cuñado José María García Gamazón, en aquel tiempo, secretario del Ayuntamiento de Mazarrón y de otros amigos entrañables, como Pelegrín, Antoñele, el arquitecto García Legaz y su peña de ‘artistas’, de la caja Postal, y sus respectivas, que alcanzaron carácter apoteósico, toda una representación teatral.

Y en las que él, como de costumbre, solía llevar la voz cantante, no pudiendo pasar desapercibido, por su estatura, su buena planta y semblante amable. Pero, sobre todo, por su sonrisa ancha y expansiva, muy contagiosa, y cuyas carcajadas competían, con el exportador de ‘Frutas Moreno’, nuestro amigo del alma, a ver cuales eran las más estruendosas. Y que hoy, al rememorar tales escenas, mientras padecemos las secuelas del coranovirus (y él como victima de esta pandemia) y estando muchos de ellos ya desaparecidos, adquieren tales tintes de emotividad, que se nos estremece el espíritu y eriza la piel.

Y, cuando empezaba a saborear, de verdad, tantos placeres a su alcance, e imbuidos de tanto valor vernáculo y genuino, «a hacer de los sentidos puras delicias», como decía Agustín de Foxá, hace mutis por el foro y se nos va; dejándonos con el alma en vilo. Pero así es la vida…

Menos mal que este ejercicio desesperado, por dejar una profunda ‘huella’ de su paso por este mundo, como si fuese un imperativo poético, y a fe de mí, que lo ha conseguido y con creces, proyectando su gigantesca figura en su familia ¡y de qué manera! Aunque casado, muy tardiamente, con su novia de toda la vida, la distinguida señorita madrileña, Josefina Ruiz García-Valdecasas, farmacéutica de profesión, pero nacidos desde siempre, el uno para el otro.

O, como dicen los catalanes, ahora tan de moda: «¡Nos con Nos!» (que me traen a la memoria, como pareja, no sé porqué, aquella famosa cita de Katherine Hepburn, sobre los bailarines, Fred Astaire y Ginger Rogers: «Ella le aporta a él sexappeal y él a ella, clase…») aún tuvo tiempo para formar su propia estirpe, que parecía su dúplica personal: sus hijos Moisés y Josefina.

El varón, como su padre y su abuelo, con el mismo nombre e, igualmente, Licenciado en Derecho y, a partir del 17 de junio, de 2006, Juez de Instrucción, con el número 1 de su tribunal (que de casta le viene al galgo) y 5º de toda España. Y la niña, Josefina, como su progenitora, y también farmaceútica, y con un expediente académico brillantísimo, cuya tarea profesional, ejerce en el mismo emplazamiento.

En la calle Corregidor Juan de Bobadilla, número 10, del populoso Barrio de Moratalaz (Zona Camino de Vinateros). Y dos nietos en su haber, hijos de su hijo, Moisés y Clara, de 8 y 7 años, respectivamente, por los que sentía especial debilidad, y convirtiéndose en la práctica en un privilegiado solaz, en algo grande y valiosísimo, ya que los dos niños, en su senectud, eran la sal de la tierra y su mayor tesoro; ¡lo que tiene doble mérito! Ya que, entre sus rasgos personales, no destacaba precisamente, por ser zagalero… ¿Se puede pedir más y acertar tanto?

En definitiva y como conclusión, un grande de España, que por su ingente labor profesional y brillante ejecutoria, amén de sus múltiples bondades personales, ha contribuido, y muy mucho, a acrecentar la dignidad de nuestro suelo patrio.

¡Descanse en paz !