El vigilante de seguridad del hospital privado de Molina de Segura que se encontraba de servicio cuando un joven acuchilló mortalmente a un hombre que estaba a la espera de la operación de su hijo ha dicho este jueves, en la segunda sesión de la vista oral que se inició ayer en la Ciudad de la Justicia, que no presenció el momento del apuñalamiento.

Este testigo, que se encuentra de baja desde el día del crimen, el 2 de mayo de 2017, ha dicho que se encuentra muy afectado por lo ocurrido y que no podía recordar muchos detalles de lo ocurrido.

Durante el interrogatorio, se le ha visto visiblemente afectado, por lo que el presidente del jurado, el magistrado Jaime Bardají, ha acordado un receso para que pudiera recuperarse.

Este testigo ha dicho que vio cómo el procesado, R.J., alias 'El Guacho', sacaba el cuchillo que utilizó para el apuñalamiento, pero no presenció el momento concreto en que lo utilizaba contra el hombre que resultaría fallecido como consecuencia de que una de las tres puñaladas, asestada en el tórax, era mortal de necesidad.

También ha explicado que todo ocurrió muy rápido y que se quedó impactado al ver el arma blanca en manos del acusado, aunque nunca llegó a pensar que ocurriría lo que finalmente sucedió.

En esta segunda sesión ha declarado igualmente como testigo una administrativa del centro hospitalario, que no ha aclarado nada de lo sucedido aquel día.

La vista oral será reanudada el próximo martes con la declaración de los policías nacionales que participaron en la investigación del crimen.

La fiscalía reclama en sus conclusiones provisionales penas que suman 17 años de prisión por un homicidio consumado y otro en grado de tentativa, este, porque con anterioridad al mortal apuñalamiento el acusado había intentado agredir a una chica que momentos antes había participado en una pelea contra su hermana.

Por su parte, la acusación particular eleva sus solicitudes de condena hasta los 40 años de cárcel, aunque ambas calificaciones se verán rebajadas en su momento a la vista de que el procesado, en la sesión de ayer, reconoció los hechos y dijo que estaba arrepentido "al cien por cien", además de pedir perdón la familia del difunto, que tenía 46 años de edad y dejó viuda y dos hijos.