Leonardo Carrasco (Abarán, 1980) es director titular y artístico de la Banda de la Agrupación Musical Santa Cecilia desde 2013. A sus 37 años ha formado parte como trombonista de la Orquesta de Jóvenes de la Región de Murcia y ha sido requerido en diferentes orquestas como la Sinfónica de Castilla y León, la Orquesta de RTVE o la Sinfónica del Principado de Asturias, entre otras.

Nos recibe en la Escuela Municipal de Música de Abarán (EMMA), donde imparte clases de Trombón. No ha tenido tiempo para descansar después de las últimas actuaciones: dos conciertos en dos días consecutivos; el primero de ellos en el Teatro Cervantes, en honor a Santa Cecilia; y el segundo, con motivo del XXVII Certamen Nacional de Bandas 'Ciudad de Murcia', celebrado en el Teatro Romea, un trabajo que culmina con un extraordinario resultado: un premio nacional.

Guiados por su técnica, la Agrupación Santa Cecilia ha ganado el primer premio en el XXVII Certamen Nacional de Bandas de Música 'Ciudad de Murcia'. Supongo que es un gran reconocimiento.

Sí, lo es. Hemos trabajado durante casi un año para conseguir este resultado. Estoy muy contento aunque no ha sido fácil mantener la energía que requiere presentarse al Certamen Nacional después de participar en el Regional, donde también obtuvimos el primer premio. El ritmo ha sido frenético lo que genera una dificultad añadida porque los músicos están saturados de actividades.

¿Puede describirme la preparación de un concierto desde su planificación hasta su puesta en escena?

En primer lugar se elige el repertorio y se adecua al tipo de concierto a ofrecer; no es lo mismo preparar una actuación para un teatro donde el público quiere escuchar algo conocido que para un certamen regional o nacional. Lo más importante es elegir en función del nivel de los músicos y yo suelo hacerlo por encima del mismo, para que el trabajo les permita crecer diariamente. Los directores no podemos conformarnos con un repertorio cómodo y que los músicos se estanquen.

Una labor conjunta que suma muchas horas de ensayo.

Por cada hora de música hay cien horas de estudio.

¿Cuál ha sido el momento de mayor satisfacción al frente de la agrupación?

El primer concierto que ofrecimos, porque estuve mucho tiempo retirado de los escenarios a causa de una enfermedad que me impide tocar el trombón. Decidí entonces estudiar Dirección de Orquesta para continuar trabajando en aquello que me gusta: la Música. Para mí ha sido un regalo llevar el nombre de Abarán a los ámbitos Regional y Nacional y mostrar que estamos a la altura.

¿Qué es lo que más valora de sus músicos?

El aguante que tienen conmigo y el respeto mutuo. Les permito que me traten como amigo fuera de la tarima, pero cuando me subo a la tarima mi actitud cambia y ellos entienden que estamos en el ritmo de trabajo. Somos una familia.

¿Cómo transmite su idea al grupo?

Los músicos son un espejo de lo que nosotros creamos como artistas. Debes tener un argumento de peso para entrar en sinergia con los músicos. Tiene que existir una energía correcta según el ADN del grupo; no puedes tratar igual a una orquesta profesional que a una banda amateur.

¿Y si le pregunto por su labor como Director de Orquesta?

El director debe escuchar a la orquesta para saber qué necesita en cada momento y por ello debe tener una mente abierta. Modificamos la música pero la música nos modifica también a nosotros; cambia nuestra forma de dirigir. Modificamos el sonido a través del gesto, según llega la información de la orquesta. Los directores ahondamos más en la partitura de forma global y la percepción es distinta a la del músico.

¿Qué ha aprendido de trabajar a las órdenes de grandes maestros como Zubin Mehta o Juanjo Mena?

El nivel de exigencia. Trabajas para conseguir la excelencia. Además, formar parte de orquestas profesionales me ha permitido ser un director que conoce el funcionamiento del grupo desde dentro.

¿Sus emociones están presentes en la interpretación de la pieza?

A veces como directores cometemos el error de dejarnos llevar por las emociones pero no podemos modificar lo que está escrito en la partitura. A lo largo de mi carrera musical he aprendido algo muy importante de mi profesor, Miguel Romea, y es preguntarme el para qué de la música.

Pero ¿qué siente cuándo dirige?

Creo que se produce una sinergia entre la música y yo; me convierto en la esencia de la música.

Es el menor de cinco hermanos, en su mayoría músicos. ¿Qué ha aprendido de ellos?

Es curioso que mis padres no sean músicos y cuatro de sus hijos se dediquen a esto, aunque mi padre achaca esta afición a que él tocaba la armónica. Recuerdo las horas de estudio con mi hermano Joaquín [Mención especial para su hermano Eduardo que, sin dedicarse profesionalmente a la música, «es el más melómano de todos»]. Mi vocación viene por todos mis hermanos. Mi casa era un conservatorio cada día. Mi hermano Juan Carlos es mi mano derecha en la labor que desempeño.

¿Qué otras personas le han inspirado?

Andrés Villalobos [Se emociona en este momento]. Es una figura muy importante para mí. Un gran profesor de solfeo. Su encomiable labor para enfocar nuestra educación musical fue un impulso para que muchos de los músicos de la localidad se profesionalizaran.

¿Cuáles son los próximos proyectos?

La banda grabó por primera vez un disco de pasodobles del compositor David Templado, una persona muy importante en la historia de esta Agrupación. Este disco no va a ser el único porque estamos ya en trámites para seguir grabando la música de este gran compositor abaranero y el siguiente proyecto incluirá sus marchas pasionarias. Estamos trabajando para acercar la música a los jóvenes a través de conciertos didácticos y aumentar la oferta cultural.

¿Y sus aspiraciones de futuro?

Hoy en día, quiero seguir construyendo en esta Agrupación porque siempre se puede llegar más lejos.