«El hombre no podía saber que allí había un yacimiento arqueológico», insiste Miguel Ángel Alcaraz, abogado de un vecino de Bullas que será juzgado hoy en Mula acusado de arar en un terreno que esconde un yacimiento romano.

En concreto, se trata del yacimiento arqueológico de Fuente Caputa, que se encuentra catalogado en la Carta Arqueológica de Mula y en el Plan General de Ordenación Municipal, según consta en un informe del arqueólogo municipal de Mula, José Antonio Zapata, fechado en 2014.

Sin embargo, estos terrenos «nunca han sido excavados arqueológicamente ni señalizados por el Ayuntamiento de Mula ni la Consejería de Cultura de la Región», alerta el arqueólogo y profesor de la Universidad de Alicante Antonio Manuel Poveda, que se personó en la finca para ver qué restos había en la zona. «En toda nuestra prospección ocular, no se apreció en superficie ni en los surcos trazados en la tierra por los arados ningún muro, paramento o estructura arquitectónica cortada o destruida», detalla Poveda.

El yacimiento fue descubierto a principios de los años 80. Salieron entonces monedas, columnas, trozos de cerámica y hasta un impluvium de la zona residencial, así como el hipocaustum de unas termas. El impluvium es una especie de estanque rectangular con fondo plano, diseñado para recoger agua de lluvia que se encontraba en el vestíbulo de las antiguas casas romanas. El hipocausto era el sistema de calefacción del suelo de los romanos. Dos basas de columnas que también salieron entonces están ahora en el Museo de la Ciudad.

De ahí a 2013 (cuando el vecino de Bullas compró la parcela) el yacimiento había quedado olvidado. No se excavaba. No había señal alguna de que allí existiesen restos arqueológicos. El hombre adquirió una tierra en la que se plantaban cereales. Él pensó que podría plantar almendros, con lo cual comenzó a arar. Hasta que un buen día se encuentra a una patrulla del Seprona (Guardia Civil) en sus tierras, y le informan de que debajo de donde pretende poner los cultivos hay restos arqueológicos. El hombre defiende que no sólo no tenía ni idea cuando adquirió el terreno, sino que no ve villa romana alguna.

El arqueólogo municipal de Mula insiste en que, por los trabajos que comenzó el procesado, se vieron afectadas «estructuras con mortero de cal y piedra y removido fustes de columna, alguno de los cuales podría encontrarse in situ». Subraya que hay «restos en el subsuelo de carácter monumental dañados al producirse las actuales remociones».

El abogado del afectado apunta que hace años «se pidió la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC)» de la zona, pero que «no se llegó a terminar el expediente».

Alcaraz hace hincapié en que su cliente «desconocía» que en la tierra en la que quería plantar almendros hubiese una villa romana, y ahora se ve en medio de «una película kafkiana». Y es que el arqueólogo del Servicio de Patrimonio Histórico de la Comunidad que se hace cargo del caso estima en más de dos millones los daños que pudo sufrir la parcela, «si bien consideramos que dicha cifra podría verse muy modificada si se aborda una intervención arqueológica». Estos dos millones, en concepto de responsabilidad civil, tendrían que ser abonados por el vecino, en el caso de que fuese condenado. Asimismo, el hombre se enfrenta a una multa que rondaría los 1.500 euros.

Restos. Las columnas halladas en los 80, en el Museo de la Ciudad

Las dos basas de columna que se ven en la fotografía fueron halladas en los años 80 en la finca que ahora pertenece a este acusado. Dada la importancia de este descubrimiento, los restos fueron llevados a un museo. Actualmente, están en el Museo de la Ciudad de Mula. Después, el terreno no se exploró más. Si hay o no más restos romanos relevantes, sólo lo diría una excavación a fondo de la zona, algo que aconsejan los arqueólogos.