Se caracterizaban por «una violencia extrema». Hasta el momento se les ha podido atribuir 14 delitos contra la propiedad, aunque se sospecha que son los autores de hasta 70.

El Juzgado de Instrucción número 4 de Cartagena, en funciones de guardia, decretaba ayer prisión provisional para los once detenidos pertenecientes a una banda que asaltaba viviendas y comercios del Campo de Cartagena desde el pasado mes de octubre, confirman desde el Tribunal Superior de Justicia de Murcia.

Mientras, el delegado del Gobierno, Antonio Sánchez-Solís; el coronel Jefe de la Quinta Zona, Jesús Arribas; y el comandante Jefe del Departamento de Delincuencia Organizada de la UCO, Manuel Robles,daban una rueda de prensa para ofrecer detalles de la operación. Las detenciones se produjeron el pasado miércoles, en el transcurso de nueves registros domiciliarios simultáneos en Torre Pacheco, Cartagena y las pedanías cartageneras de La Palma y Pozo Estrecho. A los once detenidos, diez varones de nacionalidad marroquí (entre ellos el cabecilla de la banda), un argelino y una española (pareja del líder de la organización) se les atribuye la presunta autoría de los delitos de robo con violencia e intimidación, lesiones, detención ilegal, robo con fuerza y pertenencia a organización criminal.

En los registros la Guardia Civil ha intervenido un arma de fuego corta con abundante munición, una pistola simulada, numerosas joyas, dinero, material informático y audiovisual, 17 vehículos y útiles empleados para cometer los robos, tales como pasamontañas, guantes, martillos y sopletes.

Esta organización es «la más estructurada y violenta que ha actuado en la Región en años», sostiene Sánchez-Solís. Un extremo que confirman el coronel Jesús Arribas y el comandante Robles, quienes recordaron que esta banda no dudaba en golpear y amenazar con armas a sus víctimas para conseguir que les dieran, principalmente, dinero.

Las investigaciones se iniciaron en octubre del pasado año cuando la Guardia Civil tuvo conocimiento de la existencia de un grupo de personas que podría estar cometiendo robos con gran violencia e intimidación en joyerías, comercios y viviendas habitadas en Campo de Cartagena y Mar Menor, por lo que se estableció un dispositivo para identificar, localizar y detener a los presuntos miembros de organización.

Fruto de las investigaciones, los agentes determinaron que se trataba una organización experimentada, con un amplio historial delictivo (dos no volvieron a prisión tras un permiso penitenciario y otro acumulaba hasta 168 delitos imputados) y que empleaba una violencia extrema para conseguir su botín. En el marco de esta investigación se pudo determinar que la organización estaba liderada por un ciudadano marroquí, extremadamente violento, en torno al cual se organizaba una estructura piramidal dividida en tres ramas: logística, de vigilancia y apoyo, y operativa.

La rama logística gestionaba los asuntos financieros y era la encargada de mover en el mercado negro las joyas y objetos de valor, así como de transportar y custodiar grandes cantidades de dinero. Los de la vigilancia se dedicaban a comprobar los horarios y rutinas de sus víctimas e incluso la existencia de cajas fuertes u otros bienes de gran valor.