El psiquiatra coordinador del programa de TDAH del Hospital Universitario Vall d´Hebron de Barcelona ofreció ayer una charla en Alcantarilla para orientar a los padres y a la comunidad educativa sobre el diagnóstico y el tratamiento del trastorno por déficit de atención e hiperactividad

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­El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) afecta a un cinco y un seis por ciento de la población infantil y a entre un dos y un cuatro por ciento de los adultos. Detectar la patología a tiempo e iniciar un tratamiento adecuado puede facilitar el día a día del paciente.

¿Qué síntomas suele tener una persona que padece TDAH?

Es una patología que suele iniciarse en la infancia. De hecho, afecta a un cinco o un seis por ciento de la población infantil y suele caracterizarse por un marcado déficit de atención en tareas que exigen concentración. Quienes la padecen suelen ser distraídos, olvidadizos y tener dificultades para organizarse. Además, tienen tendencia a perder las cosas. Por otro lado, también aparecen síntomas de hiperactividad: les cuesta estar sentados, se mueven constantemente, son impulsivos, interrumpen las conversaciones...

¿Qué efectos puede tener en el niño que la patología no se trate adecuadamente?

Sin prevención es muy fácil caer en el fracaso escolar por la dificultad de mantener la atención. Cerca del 40% de las personas que padecen TDAH pueden tener problemas de adicción a las drogas o al alcohol. También presentan mayor índice de probabilidades de sufrir accidentes de tráfico y dificultades para adaptarse a un puesto de trabajo. Esto no es solo un problema de mal rendimiento, sino que va mucho más allá.

¿El tratamiento siempre debe ser individualizado?

Y personalizado según las dificultades de cada persona. Si el trastorno es leve se aplica un tratamiento psicológico y cognitivo-conductual; si es grave, se añaden los fármacos.

Hay muchos padres que son reticentes a medicar a sus hijos...

El médico tiene que saber explicar en qué consiste el tratamiento. Hay que tener en cuenta que en muchos casos se puede reducir el riesgo de fracaso escolar o de consumo de drogas. A veces, el hecho de que haya que medicar al paciente se distorsiona, pero nosotros conocemos los fármacos que recetamos desde hace más de 50 años y que han tomado más de 100 millones de personas en todo el mundo.

Conocemos los efectos incluso mejor que los del paracetamol y el ibuprofeno.

¿Se alarman los padres cuando se les comunica que su hijo padece este trastorno?

A nadie le gusta. Más allá de la rabia o el malestar, lo más importante es pensar que el trastorno por déficit de atención e hiperactividad tiene remedio y que hay herramientas para que la evolución del paciente sea la correcta. En estos casos, el papel de la familia y de los educadores, que muchas veces son los que detectan la patología, es importantísimo.