El mes pasado nos montábamos en un Serie 5 con el fantástico motor diésel de seis cilindros de la marca y 265 CV. Ahora le toca el turno a la variante, por el momento, más asequible del mismo combustible, denominada 520d, que incluye el afamado bloque de dos litros de cilindrada y cuatro cilindros de la marca, que anima gran parte de su gama (y a algunos MINI).

Con un nivel de refinamiento adaptado para la ocasión, gracias a un mayor aislamiento, que además ha dejado su última evolución en 190 CV, el BMW 520d representa el escalón de acceso a una berlina media con la que se pueden hacer kilómetros sin esfuerzo y además con toda la tecnología a bordo del fabricante alemán. Tanta que hasta releva a un segundo puesto al modelo de representación Serie 7 (y eso es decir mucho).

Para entrar en situación, el nuevo Serie 5 está disponible (con un precio de partida de 49.400 euros) con dos mecánicas diésel de 190 y 265 CV (las mencionadas versiones 520d y 530d, respectivamente) y otras dos de gasolina de 252 y 340 CV (530i y 540i, respectivamente). En todos los casos, las cajas de cambios son automáticas de ocho relaciones (se mantiene el estupendo cambio de la marca de convertidor de par), y en el 520d de acceso hay en opción una caja manual de seis velocidades. Como no podía ser de otra manera, la fuerza del motor va al tren trasero, pero hay también variantes dotadas de la tracción total xDrive, que, por cierto ya se puede asociar al sistema de ruedas traseras directrices que mejora la maniobrabilidad en ciudad y la estabilidad a altas velocidades. Nuestro 520d se puede elegir con esta tracción integral, pero no era nuestro caso, aunque contaba con la transmisión automática de ocho marchas que va igual de bien que el resto de la mecánica.

Al volante notamos que el bloque de gasóleo tetracilíndrico tiene fuerza de sobra; es verdad que no remata de manera tan sobresaliente como el 530d que probamos hace poco, pero aun así consigue unos registros muy dignos para una carrocería de 4,94 metros de largo y 1.635 kg de peso. Por otro lado, si el diésel de 265 CV gasta poco para las cosas que hace, el 520d con 190 CV gasta aún menos, ofreciendo una media homologada de 4,1 litros por cada 100 km, que sube en un uso cotidiano, como es normal, pero no mucho más. Es, por tanto, refinado y muy eficiente.

Como ya comentamos en su día al tomar contacto con la nueva berlina alemana, los dispositivos destinados a ayudarnos al volante son de lo más avanzado del momento. El asistente de guiado autónomo analiza la carretera y la situación para mantener el coche dentro del carril incluso sin tener pintadas las líneas del suelo. La condición es que el conductor toque el volante a intervalos de varios segundos para que no se desconecte por seguridad; la llave inteligente, como ya vimos en el actual Serie 7, permite sacar el vehículo a distancia de un lugar angosto con la supervisión del conductor; el sistema clásico de asistente al aparcamiento ha evolucionado y ahora maneja los todos mandos para estacionar sin que el conductor actúe (sólo debe mantener presionado un botón durante el proceso); otro asistente de conducción en atascos sigue al coche de delante manteniendo la distancia prudencial y deteniéndose si éste lo hace; el reconocimiento de señales avisa con antelación de los próximos límites; hay otra ayuda para adelantamientos, las luces de Led adaptativas... Tanta tecnología que harían falta muchas páginas para abordarlas todas con más detalle.

El BMW 520d marca el inicio a la gama Serie 5. Con este motor de 190 CV cuesta desde 49.400 euros; si lo preferimos con el recomendable cambio automático de ocho marchas, el precio parte desde los 51.962 euros; con la tracción total inteligente xDrive cuesta desde 54.300 euros (implica el cambio automático).