Nueva plataforma

El ala dura del Partido Conservador británico se conjura ante una posible debacle electoral

El grupo, impulsado por la breve ex primera ministra Liz Truss, apela a los votantes de derechas con un discurso centrado en la lucha contra las políticas verdes, la identidad de género y la inmigración

La ex primera ministra británica Liz Truss.

La ex primera ministra británica Liz Truss. / Bloomberg

Lucas Font

El escaso éxito del primer ministro británico, Rishi Sunak, en su intento por remontar en las encuestas ha obligado al ala derecha del Partido Conservador a lanzar una última intentona para tratar de recuperar al electorado perdido antes de las próximas elecciones generales, previstas para finales de año. Un grupo de miembros destacados del partido, la mayoría de ellos relegados a los puestos menos destacados en el Parlamento tras ocupar cargos de relevancia en Gobiernos anteriores, han presentado este martes la plataforma 'Popular Conservatism', que pretende apelar a los votantes de derechas con un discurso populista, centrado en la lucha contra las políticas verdes, la identidad de género y la inmigración. 

El grupo, impulsado por la ex primera ministra Liz Truss, ha puesto en el centro de sus críticas a los organismos internacionales, a los que acusa de haber usurpado la soberanía del pueblo británico. Un discurso que funcionó con el Brexit y que ahora tiene como principal blanco a instituciones como la ONU y al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos (TEDH), al que acusan de impedir la puesta en marcha de las deportaciones de solicitantes de asilo a Ruanda. "No es sólo en este país donde la gente está totalmente harta de este enfoque internacionalista e irresponsable de gobernar. Hemos salido de la Unión Europea pero hay otros organismos que nos dicen lo que tenemos que hacer", ha criticado el exministro Jacob Rees-Mogg, una de las caras más visibles del ala dura del partido.

Críticas a las políticas verdes

El propósito de la nueva facción conservadora es el de despertar a los votantes que dieron la mayoría absoluta a Boris Johnson en 2019. Uno de los ejes principales de su discurso se centra en el combate a las políticas verdes y a la agenda climática, a las que señalan como causantes del aumento del precio de los combustibles y de su impacto negativo en la economía familiar. "¿Cuánta gente se queda despierta por la noche preocupada por si llegaremos a la neutralidad de emisiones en 2050? Os diré algo, no son muchas", ha dicho entre risas el que fue vicepresidente del Partido Conservador hasta principios de enero, Lee Anderson. "Lo que preocupa a mis votantes son las facturas del gas y de la electricidad".

Anderson, extrabajador de las minas de carbón y uno de los representantes de los diputados conservadores del llamado 'muro rojo' –las zonas antiguamente industrializadas del norte del país con votantes tradicionalmente laboristas–, ha sintetizado en su discurso uno de los mensajes troncales del nuevo grupo conservador: atacar a una élite económica y política que, aseguran, impone desde arriba leyes por las que nadie ha votado, cargando el peso de la lucha contra el cambio climático sobre la espalda de las clases trabajadoras, en nombre del bien común. Lo que el diputado 'tory' ha pasado por alto, es que fue la propia Truss, quien propuso una bajada masiva de impuestos a las grandes fortunas, haciendo tambalear la economía británica y obligándola a renunciar a su cargo como primera ministra tras solo 45 días en Downing Street. 

Lejos de hacer autocrítica, Truss ha atacado a algunos de sus colegas de partido, a los que acusa de tener miedo de mostrar públicamente sus opiniones en un paisaje político "cada vez más escorado a la izquierda". "Muchos de nuestros colegas están pensando en el trabajo que recibirán tras su salida del Parlamento y no quieren ser impopulares. Si nosotros no estamos preparados para defender los valores conservadores, ¿quién lo estará?", ha preguntado la ex primera ministra.   

Batalla cultural

Para los impulsores del nuevo grupo, los conservadores tienen que defender lo individual frente a lo colectivo y plantarse ante organizaciones financiadas con dinero público que contribuyen a propagar la cultura "woke" y a impulsar políticas de identidad de género. Unas organizaciones controladas por "extremistas de izquierdas", según Truss. "Existe una división dañina entre una élite que toma las decisiones y la gente común: lo hemos visto en la toma de instituciones por parte de la izquierda y en el aumento de la burocracia, impulsado por Tony Blair", ha dicho la diputada conservadora en un acto al que también ha asistido Nigel Farage, exlíder del partido UKIP y uno de los principales impulsores del Brexit.

La ex primera ministra también ha lanzado críticas contra el Partido Conservador y ha lamentado el fracaso a la hora de arrebatar el poder a la izquierda en la llamada guerra cultural. Pero a pesar de que los impulsores del Popular Conservatism aseguran que no pretenden hacer sombra a Sunak, sí existe una voluntad de ejercer presión contra la dirección del partido para incluir sus propuestas en el programa electoral. Lo que no está claro es si la imagen de Truss ayudará a mejorar las perspectivas electorales de los 'tories': según las últimas encuestas, un 65% de los ciudadanos tienen una opinión negativa sobre ella, frente a un 11% que la valoran positivamente. Un resultado peor que el del actual primer ministro e incluso peor que el de Boris Johnson cuando abandonó el cargo.