Los equipos de rescate buscan hoy a 78 personas desaparecidas en las riadas en Queensland, en el noreste de Australia, donde hay diez muertos y 200.000 damnificados, y tres cuartas partes del Estado han sido declaradas zona catastrófica.

Lo peor no ha pasado, porque continúan las lluvias torrenciales que amenazan con anegar miles de hogares en las próximas 48 horas.

La última víctima mortal es un niño de cuatro años que pereció ahogado hoy tras caer del barco en el que era conducido a un lugar seguro, en localidad de Marburg, a unos 60 kilómetros al oeste de Brisbane.

Una madre y su hijo murieron ayer lunes dentro de un automóvil en el centro de Toowoomba, a 125 kilómetros al oeste de Brisbane, la capital del estado.

El mismo día en Grantham, a unos 40 kilómetros al este, otra madre y dos hijos (un niño y una niña) perdieron la vida también en el interior de su vehículo, y en otro accidente una mujer mayor.

Un joven y un hombre de mediana edad perecieron en el área de Murphys Creek, a 24 kilómetros al norte de Toowoomba; y una mujer mayor falleció en su casa en Halidon, entre Toowoomba y Grantham.

La mayor parte de los desaparecidos, unas 59 personas, incluidas familias enteras, se encontraban en el valle del río Lockyer cuando fue atravesado por una tromba de agua, que en algunos lugares alcanzó ocho metros de altura, el lunes.

La "premier" de Queensland manifestó que Brisbane e Ipswich "afrontan ahora el mayor peligro en 35 años", cuando las previsiones apuntan que los daños superarán los causados en las inundaciones de 1974, fecha en la que 14 personas murieron, 300 resultaron heridas y 6.700 casas quedaron anegadas.

El llamamiento a la calma de la mandataria se produce después de que numerosas personas asaltasen centros de alimentación en Brisbane con la intención de almacenar alimentos.

Brisbane es la tercera ciudad en importancia de Australia, con 2 millones de habitantes, de los cuales miles empezaron a marcharse hoy de los barrios próximos al río.

Los sectores agrícola, minero y turístico son los que más sufren los daños causados por la catástrofe natural y cuyo coste superará los 5.000 millones de dólares, según los cálculos de las autoridades.