Yves Leterme asumió ayer por segunda vez el cargo de primer ministro de Bélgica con un programa de gobierno basado en la continuidad respecto a su antecesor, Herman Van Rompuy, centrado en la lucha contra la crisis económica y el paro y buscando un acuerdo pactado en las disputas regionales. Leterme, quien durante los nueve meses que dirigió el Gobierno durante 2008 se granjeó la animadversión de los francófonos (que lo consideraban demasiado proflamenco), pidió ayer que los complicados enfrentamientos entre ambas comunidades se solucionen con "un debate sereno" que permita "una solución equilibrada".

El dirigente democristiano flamenco juró ayer el cargo por segunda vez ante el rey Alberto II, después que su predecesor, Herman Van Rompuy, presentara su dimisión para ocupar la primera presidencia estable del Consejo Europeo a partir del 1 de enero.

"Este Gobierno se inscribe en la continuidad", afirmó Leterme en su discurso de investidura ante la Cámara de Diputados, en un claro intento de aprovechar la estela de Van Rompuy, quien en el año escaso que ha ocupado el poder logró calmar las aguas agitadas en el anterior período de Leterme al frente del Ejecutivo. A pesar del nulo entusiasmo que Leterme genera en la población francófona de Bruselas y la región de Valonia (sur del país), la actual coalición de cinco partidos le respaldó para sustituir de forma rápida a Van Rompuy y evitar un problema político.