A finales de octubre, 091 editaban 'La otra vida', un nuevo disco con canciones originales después de 25 años, grabado con el francés Frandol -viejo colaborador del grupo a quien han rescatado-, y con la notable presencia en los teclados del murciano Raúl Bernal (Dolorosa, Jean Paul, Grupo de Expertos Solynieve, Loquillo y un largo etcétera). La mítica banda granadina ha facturado diez temas con las mismas grandes dosis de actitud, brillantez y maestría que convirtieron en fieles de por vida a sus seguidores. Parece no haber pasado el tiempo por ellos, y mucho menos por su música. Siempre fueron unos adelantados a su tiempo; sus letras -poéticas, incisivas- y melodías no solo no han perdido vigencia, sino que resultan de absoluta y extraordinaria actualidad. Tras su exitosa Maniobra de resurrección, que los devolvió a los escenarios 25 años después de despedirse oficialmente, 091 han vuelto a terminar lo que empezaron, y lo han hecho por la puerta grande.

Los Cero, con su rock marca de la casa, guitarreros, poéticos y certeros, salen a la carretera, y José Ignacio Lapido, guitarrista y compositor de una de las bandas más influyentes en el rock nacional, habla con LA OPINIÓN sobre el regreso.

Han tenido que pasar 25 años para volver a editar un disco lleno de canciones nuevas, La otra vida. ¿091 han vuelto -y de qué manera- a terminar lo que empezaron?

O a empezar de nuevo lo que parecía que había terminado, pero que no era así. No es muy habitual que un grupo de rock tarde 25 años en volver a juntarse para grabar nuevos temas, esa es la verdad. Nosotros lo hemos hecho, y estamos orgullosos de ello.

En La Otra Vida, ¿seguís el camino marcado en vuestra carrera o se ha pretendido incluir una sonoridad nueva?

Creo que mantenemos la actitud y el sello personal del grupo, pero también creo que hay sonoridades nuevas. No hemos estado recluidos en una cueva estos 25 años. Hemos seguido escuchando música nueva, y siempre se pega algo.

¿Existía alguna premisa a la hora de ponerse con este disco?

El hecho de que hubiera pasado tanto tiempo desde la última vez que grabamos canciones nuevas hacía difícil, a priori, el planteamiento del disco, pero no hubo que darle más vueltas de la cuenta al tema: solo grabaríamos grandes canciones o, al menos, que a nosotros así nos lo parecieran. No queríamos que el disco fuera una mera coartada para tocar en directo; queríamos que el disco tuviera una entidad artística propia, y no podíamos bajar el listón que dejamos con los discos de los años 80 y 90.

¿Qué tal ha ido la recepción del disco?

Muy bien. En la primera semana entró en el puesto número 5 de la lista oficial de ventas, y las críticas han sido inmejorables.

El regreso del grupo fue muy bien recibido. ¿Esperabais el gran fenómeno que causó Maniobra de resurrección?

En absoluto. Pensábamos que íbamos a dar unos cuantos conciertos porque era el vigésimo aniversario de nuestra separación, pero la cosa empezó a hacerse cada vez más grande, y bueno€ Se reeditaron todos nuestros discos, que llevaban décadas fuera de catálogo, empezamos a agotar las entradas en un montón de sitios, se grabó un disco en directo... Ahí empezó a gestarse lo de grabar nuevas canciones.

¿Cómo ha ido el comienzo de la gira?

Llevamos tres conciertos con todo vendido, y la respuesta de la gente es fabulosa. Lo mejor de todo es que ya han asumido las canciones de La otra vida como si llevaran toda la vida escuchándolas. Por otro lado, creo que la banda está en buena forma, y que la incorporación de Raúl Bernal con el piano y el órgano ha dotado de nuevas sonoridades al sonido clásico de los Cero.

Lo de la Maniobra de resurrección iba en serio. Supongo que os cargasteis de ilusión y, tras sendos discos en solitario de José Antonio García y tuyo, ¿llegó el momento de grabar el nuevo disco de la banda?

Sí, fue en esa gira de 2016 cuando nos planteamos la posibilidad de volver a entrar en el estudio a trabajar material nuevo. Antes había que cumplir con los compromisos. Yo tengo mi carrera en solitario, con la que llevo más de quince años, tengo mi banda, y tenía que sacar el disco y hacer la gira correspondiente, y José Antonio igual.

¿Qué sensación produce volver a entrar a un estudio juntos, 25 años después?

Al principio, un poco de vértigo, debido al nivel de autoexigencia que nos marcamos. Luego las cosas fluyen con naturalidad; al fin y al cabo somos músicos, y esta es nuestra profesión.

¿A qué dificultades se enfrentan ahora 091 que no existieran en sus comienzos?

No sabría decirte. Ahora todo es mucho más cómodo para el músico. Nada más que en los desplazamientos hay una diferencia abismal. Cuando empezamos en el 82, desde Granada no salía ninguna autovía a ningún lado. Para venir a Murcia la carretera era un horror. Para ir a Madrid en tren se tardaba toda la noche. Imagínate las demás cosas, equipos, salas€ Todo era muy precario. La diferencia más palpable en negativo es que antes la gente sabía lo que era una tienda de discos, y de hecho las frecuentaban. Ahora parece que no.

El álbum arranca con una aparente declaración de intenciones («Vengo a terminar lo que empecé»). ¿Este reencuentro es una deuda pendiente?

Es una frase que oí en un viejo western. La decía el pistolero que volvía al pueblo a saldar cuentas pendientes. Nosotros no dejamos ninguna deuda pendiente. Lo dimos todo en los catorce años que estuvimos en activo, pero se ve que a nuestro subconsciente le quedaba algo por hacer. Y aquí está el resultado.

¿Existía una presión especial, alguna responsabilidad, a la hora de componer un disco de 091 después de un cuarto de siglo? ¿Cómo se combatió esa 'ansiedad'?

El sentido de la responsabilidad siempre está ahí. No te puedes enfrentar a la grabación de un disco con autoindulgencia. No puedes dar por bueno lo primero que te sale. Esa 'ansiedad', como dices, se combate con autoexigencia, poniendo el listón alto.

¿Cuándo se empezó a fraguar este trabajo? ¿Os escuchasteis vuestros discos anteriores?

Yo no. Ya los escuché suficientemente cuando hubo que remasterizar todos ellos para las reediciones de 2016.

¿Os preocupaba ser capaces de registrar en el estudio la fuerza de 091 en directo?

Esa siempre ha sido una preocupación. En nuestros discos de los 80 nunca lo conseguimos. En los 90, la cosa se acercó más a lo que realmente éramos. En este disco creo que lo hemos conseguido plenamente, pero qué duda cabe que la adrenalina del directo y los decibelios hacen que toques más fuerte que en un estudio, y esa diferencia siempre va a estar ahí.

Algunas canciones parece que hablaran de lo que está pasando ahora mismo...

Las letras mezclan mundos interiores y atemporales construidos con sentimientos, emociones y sueños, y mundos reales más inmediatos, con calles, asfalto, frustraciones y lucha.

¿Habrá canciones antiguas que no llegaron a sonar en la gira de Maniobra de resurrección?

Sí, alguna hay. Con tantos discos a las espaldas, es complicado hacer un repertorio para los directos, pero creo que hemos conseguido armar uno muy potente y compensado.

«Vamos a quemar el pasado / Vamos a nacer otra vez», se escucha en uno de los temas. ¿A esto os referíais con lo de la 'maniobra de resurrección'?

Esos versos vienen como anillo al dedo con nuestra nueva vida. La casualidad siempre es un factor a tener en cuenta a la hora de crear.

¿Os habéis planteado lo que vendrá después de este disco?

Es muy pronto aún para pensar más allá de 2020. El disco lleva tres meses en la calle, y la gira la acabamos de empezar. Vamos a disfrutar de los conciertos que nos quedan todo este año y luego veremos.

¿Qué relación mantiene 091 con Murcia y qué se siente al volver de nuevo?

Murcia siempre ha sido una ciudad fija en nuestras giras. Nos sentimos muy queridos en Murcia, y tenemos grandes amigos ahí. De hecho, nuestro teclista, Raúl Bernal, es de Murcia, y los diseñadores del arte del disco, Producciones Z, también son de Murcia.