Cuando el amor entra en escena, lo normal es hablar de él con bonitos adjetivos y dulces metáforas. Pero el amor muestra su faceta más venenosa cuando, por ambición posesiva, el enamorado es capaz de todo para conseguir su objetivo, incluso destruir a la persona a la que ama o a uno mismo.

En Las amazonas, que Magüi Mira estrenó la semana pasada en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y que hoy llega a San Javier en el marco del Festival Internacional de Teatro, Música y Danza, la directora valenciana explora las situaciones extremas a las que puede llegar el ser humano en su afán de controlar al ser querido.

En esta versión de la Pentesilea, del escritor alemán Heinrich von Kleist, que se basa en el mito de las amazonas, Mira presenta a unas amazonas que se cuestionan si, en la lucha de género, el cambio total de roles es necesario o conduce inevitablemente hacia la autodestrucción. Para dibujar a estas guerreras, que se mueven como si de un solo ser se tratara, la directora se ayuda de una coreografía muy potente, diseñada por Yoshua Cienfuegos.

Magüi Mira ha escrito una Pentesilea, a la que da vida Silvia Abascal, que no se resigna a caer muerta ante su amado Aquiles (Xabier Murua), sino que vence en la lucha de ver quién es el poseedor y quién el poseído. Las guerreras amazonas, con la suma sacerdotisa (Loles León) al frente, actúan como el freno de la protagonista ante la tentación de desobedecer la ´Ley de las madres´ y hacer caso a sus deseos. Entre todas, Protoe (Olivia Molina), Meroe (Karina Garantivá) y Asteria (Ondina Maldonado) son las tres princesas que aconsejan, cada una a su manera, a la reina.

El contraste a estas poderosas guerreras lo ponen los dos reyes griegos, Ulises (Antonio Hortelano) y Diomedes (Maxi Iglesia), que acompañan a Aquiles en su lucha y se encargan de darle un toque de humor a Las amazonas al ridiculizar la figura del soldado machista y antiguo. Asimismo, estos dos personajes masculinos juegan el mismo papel con el líder de los mirmidones que las princesas con Pentesilea: lo aconsejan para que no deje de lado su papel en la guerra por irse con su amada.

El vestuario de Lorenzo Caprile también muestra los contrastes de la obra y, mientras el de las amazonas destaca por su originalidad, el de los griegos es muy clásico. Las guerreras visten mallas, que les proporcionan un toque felino y peligroso y que solamente dejan al descubierto uno de sus pechos, en referencia al pecho que se amputaban para poder tensar el arco. Para los guerreros griegos, por contra, Caprile sólo ha exagerado el tamaño de los penachos.

Encima del escenario del Auditorio Parque Almansa, una gran piedra jugará el papel de montaña y hogar de las amazonas. Una escenografía muy sencilla que resulta suficiente para meter al espectador en la espacio en el que se desarrolla la obra.

Muy destacable también es la música original de Marco Rasa, que ambienta la situación con un gusto muy delicado. Además, la banda sonora de la obra incluye canciones en directo interpretadas por el elenco femenino y masculino.