Pedro Acosta ya es un fenómeno internacional. Ya nadie se atreve a hablar de aquel joven de Mazarrón al que “no le gustaban las motos”. Pedro Acosta levanta pasiones allá por donde va. Da igual que sea Le Mans, Mugello o el Algarve. Y como no podía ser de otra manera, en Mazarrón, su tierra natal, no iba a ser menos. De hecho fue incluso más. El joven piloto fue recibido como la estrella que es en la plaza del Ayuntamiento.

El día no acompañaba para nada. Lluvioso, nublado y frío. No invitaba a darle la calurosa recibida que merece el piloto murciano. En principio, poca gente se acercó a la plaza debido al mal tiempo. Empezaron los murmullos entre las altas esferas esferas políticas que iban llegando y los organizadores. Pero a medida que la hora del acto se fue acercando (programado para las 11.00 horas), la plaza se fue llenando a pesar del mal tiempo. Los murmullos se convirtieron en alegrías y todo volvió a la normalidad. El club de fans del ‘Tiburón de Mazarrón’ y los vecinos del pueblo no lo dejaron solo. Y todo fue una fiesta. Pero una fiesta para ellos, porque para Acosta, visiblemente constipado y cansado, hizo el esfuerzo para mostrar su mejor cara ante los cientos de fans que rodearon el Ayuntamiento.

Acosta llegó como una estrella mundial. Subido en un lujoso coche, escoltado por dos coches y dos motos de policía, y jaleado por la multitud. Se le vio nervioso en primera instancia. Incluso le costó mirar a sus fans a la cara atrapado por la timidez del ruido. Fue la primera toma de contacto, ya que le esperaba en el salón de plenos de Casas Consistoriales toda la cumbre política de Mazarrón, parte de Murcia y todos sus familiares. Además de invitados especiales como Sete Gibernau, Carlos Checa o Àlex Crivillé. Lo primero que hizo Pedro Acosta fue saludar a los ídolos de su infancia. Abrazó a los tres y posteriormente hizo lo mismo con sus padres, abuelos, hermana -todos presentes- y las autoridades de Mazarrón.

Desde el principio se mostró normal. No iba vestido de etiqueta, sino como podría ir vestido perfectamente en una salida nocturna por el pueblo de Mazarrón con sus amigos. Abrigo y gorra de su patrocinador, y unos vaqueros. Nada de traje ni de protocolos. Se le vio cansado desde el primer momento. La tos hacía estragos en su voz cada vez que pronunciaba una palabra. En su intervención con el presidente del Gobierno Regional, donde sufrió un famoso percance, ya se le notaba cansado propio de un resfriado. Hoy lo arrastraba, pero Pedro Acosta se mantuvo firme en sus compromisos y decidió seguir adelante.

Acompañado de Gaspar Miras Lorente, alcalde de Mazarrón, dejó su huella para siempre en el libro de honor de la villa. Estuvo firmándolo durante tres insufribles minutos, en los que se le veía muy incómodo rodeado de flashes y cámaras de medios regionales y nacionales. “Veo muchos flashes ya hoy”, bromeó tras su desmayo ante el presidente del otro día. Se nota que no es lo suyo, que está más cómodo hablando sobre las dos ruedas.

Volcados con su nueva estrella

Después de la firma del libro, vinieron todos los actos de fotos protocolarios. Tuvo para todos: autoridades, familia, amigos e invitados especiales. Ya se le veía más suelto. Lo serio había pasado y su sonrisa comenzó a aparecer. Tras media hora de fotos con y para todos, se acercó el momento más esperado. Por el que había cobrado sentido esta sesión de baño y masaje para el campeón: el momento de salir al balcón como un auténtico rockstar. Salió, acompañado de todos los asistentes -casi ni cabían en el balcón- y la gente enloqueció. Sus abuelos y sus padres, visiblemente emocionados durante toda la ceremonia aplaudían orgullosos. Todo el mundo lo hacía. El club de fans de Pedro Acosta acudió al completo y los vecinos y gente de alrededores abarrotaron la plaza.

El pueblo se mostró tremendamente orgulloso y coreó “tiburón” desde el comienzo. Otra vez más, Pedro cogió el micrófono y pasó de protocolos. “Me han dado una cantidad de papeles que no voy a leer”, reía. Y así fue. Con sus palabras y sin leer el discurso que le tenían preparado, se dedicó a ser él y agradeció a todo el mundo su asistencia. Aquí ya se le notó destapado. Ya no había vergüenzas y animaba al público a hacer ruido a la vez que los confetis se mezclaban entre las gotas de lluvia. Fue todo una fiesta. Cuando bajó del balcón, tardó aproximadamente otra media hora en abandonar el edificio, pero la gente seguía ahí, mostrándole su apoyo al presente y futuro del deporte en la Región de Murcia. Una gran celebración que ha seguido esta tarde (16.30) en el paseo del Puerto de Mazarrón, donde ha habido un ambiente más festivo, sin tanto protocolo. Por y para sus fans. Por y para su tierra.  

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Pedro Acosta celebra su título en el Puerto de Mazarrón Francisco Peñaranda