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Historia, en lugar de ira y llanto

Historia, en lugar de ira y llanto

Dolor y esperanza. Cuando se nublan horizontes y los pálpitos no vislumbran el nuevo sol de cada día, es necesario mirar hacia atrás y repensarse desde el respeto al pasado y con la vista en el mañana. Humanos e imperfectos, pero capaces de analizar, de imaginar, de marcar metas realistas y laborar por ellas.

Luego, perseverar, frío ya el duelo por el calor de las entrañas. Mente fría y corazón caliente. Lágrimas, suspiros y voluntad al viento. En el fracaso me duelo, en la almohada pienso y el nuevo día me reinventa. Esa es la fuerza. La historia misma; ¡esa maestra!

El Madrid enfila su tercer viacrucis, tras la salida de su rey gol, saldado la temporada reciente con el inmenso regalo de la Liga por el Barça. Y los blaugranas toman la segunda cuesta del suyo, todavía con el cuerpo presente de su figura máxima. Cristiano se fue y sigue a lo suyo por Italia, aunque supure añoranzas; y Messi, como anunciamos hace semanas, arrastra maletas inglesas por el césped. Mientras, Pérez anda enjugascao con su flamante estadio y Bartomeu salió por la gatera; Koeman flota por el Camp Nou entre gorigoris y Zidane tuerce el gesto con la tozuda realidad merengue, meditando coger de nuevo el olivo; su segunda etapa agoniza.

Nada nuevo bajo el sol. La historia lo enseña. Coraje, caras nuevas y reinvención, en lugar de hacer de plañideras o cegarnos de ira contra el primer culpable que pase por nuestras mientes.

Cuando equipos de la grandeza merengue y culé rezan por la salud de futbolistas que sobrepasan sobradamente la treintena, una de dos, o fallaron en sus relevos o no tuvieron la inteligencia y la valentía de afrontar a tiempo el inevitable cambio generacional. También hay que entrenar la paciencia y la humildad valerosa para afrontar cambios radicales o que la suerte no acompañe, como suele suceder cuando se deja el cuerpo muerto. Es decir, cuando lo acomodaticio, la ineptitud o la cobardía presiden la toma de decisiones, como sugieren los casos blanco y blaugrana. La historia sigue ahí como maestra de vida.

El Madrid de Di Stéfano y el galáctico, el Barça de Kubala y el de Cruyff entrenador, el Milán de Sacchi y Capello, el Inter de Suárez, el Bayern de Beckenbauer y Müller, el Ajax del Cruyff futbolista, el Brasil de Pelé, la España del tikitaka o la Alemania de Low, por recordar ejemplos de resonancia mundial.

Con tales lecciones históricas, los lutos actuales del Madrid y Barça son menos. Pasarán generaciones para que unos y otros reverdezcan laureles recientes. Porque en la historia, diez o quince años son un suspiro. El Madrid tardará en reinar en Europa; esperemos que sean menos de los treinta largos años que mediaron entre la sexta orejona en 1966 y la séptima de 1998. Y tampoco los casi sesenta entre las cinco seguidas de Bernabéu y las tres consecutivas de Pérez.

Punto y aparte para la época dorada del Barça de Messi. También tardará en florecer un club que sea referente mundial de buen juego y eficacia durante lustros, como el que iniciaron los barcelonistas con Rijkaard, el argentino y básicamente después con Guardiola y futbolistas de la talla de Xavi, Iniesta, Pujol, Piqué, Busquets, Pedrito, Cesc y compañía, que tuvo el refrendo del deslumbre y carta de naturaleza que contagiaron a la misma selección española y quisieron emular tantos y todavía hoy mal copian.

Paseos por la historia con paso corto, vista larga y seriedad, pero sin vanos lamentos. No hay transición fácil. El Atlético de Simeone y la selección de Luis Enrique también transitan la suya. Ni hace semanas eran tan cenutrios ni ahora tan sublimes; la prudencia es mano de santo. ¿Que los raciales argentino y asturiano tienen mérito?; sí. ¿Que apuntan maneras sus equipos?, cierto. ¿Que eso pueda asegurar la Liga y el próximo europeo?; no, aunque en fútbol todo es posible. Una liga es larga y las eurocopas generan desengaños. España solo ha ganado tres: 1964, 2008 y 2012, y los que peinamos recuerdos aun recordamos el gol de Marcelino a la URRSS, el de Torres a Alemania y el festival ante Italia. Pocos, para tantos futbolistas buenos que vistieron la roja. Y los colchoneros, como los aficionados españoles, ¡pupas todos!, saben mejor que nadie de piscinas cuesta arriba.

Ojalá hubiera suerte, incluso en ejemplos como la Real Sociedad de Imanol Alguacil. Sus apuestas por la calidad lo merecen.

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