Pedro Juan Zafrilla (Benidorm, 14 de mayo de 1969) es un aficionado a las ultramaratones y pruebas de 24 horas que ha sido internacional en dos ocasiones con España, aunque en su juventud fue futbolista. Benidormí de nacimiento pero yeclano de residencia y corazón, ha realizado durante el confinamiento una carrera de 50 kilómetros en su garaje de 45 metros, que también utiliza como almacén.

¿Dónde están sus orígenes deportivos?

En el fútbol. Estuve federado desde los 10 años hasta los 30, que fue cuando empecé a combinarlo con el atletismo, aunque a mí siempre me había gustado correr. Era futbolista con alma de atleta porque jugaba en el centro del campo y lo que mejor se me daba era subir y bajar. ¿Jugó en muchos equipos?

Llegué hasta el Yeclano juvenil y después seguí como federado, pero en el campeonato de empresas. Era un centrocampista de brega.

¿Pero cuándo le dio por correr en serio?

Con 20 años. Aún jugaba al fútbol cuando empecé a hacer medias maratones con el Club de Tenis Yecla. A lo mejor hacía una al mes, pero no entrenaba para ello, solo la preparación que tenía para los partidos. También hacía carreras de asfalto en el Circuito Diputación de Albacete hasta que un día me metí en los maratones.

Pero 100 kilómetros son palabras mayores.

Exactamente. En el 2010 hice en Madrid mis primeros 100 kilómetros. Ahí fue cuando me enganché al ultrafondo, me di cuenta de que su filosofía me gustaba.

¿Y participa en muchas carreras?

No soy de machacar el cuerpo. Me gusta preparar una carrera y después tomarme un descanso de competir, aunque sigo entrenando. Son pruebas exigentes que requieren de una recuperación.

¿Toda la vida ha sido pintor?

Soy pintor decorador, pero también tuve que trabajar fuera de España con un amigo mío durante la crisis, en unas bodegas en Francia, en el trabajo de la vid.

¿Cuánto tiempo necesita para preparar una ultra?

Mínimo dos meses para poder hacer la prueba en condiciones. Suelo entrenar cinco días a la semana y voy uno también al gimnasio como complemento, para prevenir lesiones y fortalecer.

¿Lleva la cuenta de las ultras que ha hecho?

Pues no te sabría decir. Pruebas de 24 horas, que es lo que mejor se me da, he hecho cinco, pero requieren de una preparación y una recuperación, por lo que se pueden hacer dos al año. De 100K llevo cuatro o cinco, al igual que de 50, y de 135K he hecho tres. No suelo ser corredor de montaña, pero también he hecho alguna ultratrail.

¿No se cansa más la cabeza que el físico?

Llevas razón. Todas las pruebas del atletismo son complicadas, pero en la larga distancia llega un momento donde el físico desaparece. Cuando se llevan 12 o 13 horas corriendo, la cabeza es lo que tira del cuerpo. En pruebas de 24 horas tienes altibajos, pero si te recuperas, vuelves con más fuerza, que es la particularidad del ultrafondo, que debes saber gestionarlo y comer y beber a su tiempo.

Pues vamos, hacer una carrera así es como la vida, con momentos buenos y malos.

Así es. Yo lo comparo con la vida. No siempre estamos bien y tampoco se acaba el mundo. Cuando pasas los momentos malos, en los que la cabeza y el cuerpo te dicen que te vayas a dormir, te haces más fuerte.

¿Ha dejado de ir a trabajar el día después de una carrera de 100K porque no podía?

Nunca he dejado de ir a trabajar por eso, pero sí que me he buscado una faena más light. Hasta que no pasan tres días las piernas te duelen, pero seas pintor o lo que seas. No soy profesional ni tampoco compito asiduamente porque el trabajo no me lo permite.

¿Y qué le dicen en casa?

Estás acostumbrados. Antes nadie veía bien que hiciera una prueba de 24 horas, no lo entendían. Ahora hay más, pero hace cinco años no había tantos. Incluso en la Federación Española de Atletismo no estaba muy reconocido, y ahora es cuando se le está prestando atención.

¿Al final es un estilo de vida?

Se podría considerar que sí. Cuando llevas un tiempo sin hacer una prueba de esas el cuerpo te lo pide. Además yo he tenido la suerte de ser internacional con la selección española en dos ocasiones.

¿Cómo lleva un ultramaratoniano estar confinado?

Pues hice la prueba virtual que organizó Manolo Rico en el sótano de la casa, donde tengo el almacén. En un circuito de 45 metros hice 50 kilómetros y se me hizo muy duro, peor que al aire libre.

¿Y cuál es la mayor locura que ha hecho?

Para mí, la prueba más dura del ultrafondo son las 24 horas en pista. Y la más complicada después de correr en Belfast y Turín es la de Ceutí, que no es un caramelo. Pero quizás la mayor locura fue la ultra solidaria que hicimos Juan de Dios Jiménez 'El Maestro' y yo entre Cartagena y Yecla en pleno diciembre. Aquello fue tremendo porque nos perdimos y nos salieron unos 160 kilómetros.

¿Qué es lo próximo que tiene en mente?

Lo primero es que esto pase pronto y que todo el mundo pueda salir a la calle a hacer lo que le gusta. Y después, iba a correr las 24 horas de Valencia, pero la han aplazado.

¿Hay muchos locos en Yecla del ultrafondo?

Aquí hay mucha gente que corre. En el Fondistas Yecla, que empezó por la pasión de diez amigos, somos ya cien, pero al ultrafondo solo nos dedicamos cuatro o cinco personas en el pueblo. Entrenamos juntos y se agradece compartir esta locura con otra gente.

¿Ha crecido la afición a las largas distancias?

Ha crecido pero entre comillas. No sale mucha gente nueva porque es complicado, pero en los últimos ocho años sí se ha notado un crecimiento. Además, la prueba del confinamiento fue un éxito de participantes.

¿El ultrafondista es diferente?

Sí, su mentalidad es diferente. En general, el ultrafondista no está mirando el cronómetro como un maratoniano porque aquí la velocidad es secundaria, los ritmos no son tan fuertes. Se vive de otra manera el atletismo.

En la anterior crisis creció el movimiento runner. ¿Puede pasar ahora lo mismo?

Es que ya ha sucedido, porque la gente en su casa está corriendo y haciendo deporte. Parece que todo el mundo está deseando salir a la calle a hacer deporte.

Lo malo va a ser la economía.

Eso nos puede poner nerviosos a todos. Podemos poner cosas de nuestra parte y hacer buenas acciones, pero la economía es otra cosa. Ahora falta que los políticos también lo hagan.

Cuando ve a dos políticos discutiendo en una situación como la actual, ¿qué piensa?

La gente lo está pasando mal, unos de una manera y otros de otra, y ponemos la tele y vemos a los políticos tirándose los trastos los unos a los otros. Eso no nos va a llevar a ningún lado. Los políticos deberían pensar en los ciudadanos, que somos los importantes. Hay que dejarse un poco de esas ideas ancestrales de rojos, azules, grises y verdes. Es un error que se sigue cometiendo en este país. He tenido la suerte de trabajar en Francia con mi amigo Juanjo Díaz, también ultradonfista, y allí todos van a una. Somos un gran país, pero no tenemos buenos políticos.

Es que quieren que vayamos con una etiqueta por la calle.

Llega un momento donde incluso tienes miedo de hablar, porque dependiendo de lo que digas te van a etiquetar en un sitio u otro.