Todo lo bueno que un futbolista puede hacer sobre el césped se olvida en el momento en el que la cabeza le juega una mala pasada. En más de una ocasión un conocido, alguien que ha jugado mucho a esto de la pelota, me ha dicho que es más importante tener una buena actitud que grandes aptitudes para triunfar en el mundo del fútbol. La cabeza manda más que los pies a la hora de jugar al fútbol, y aunque una mala pasada la puede tener cualquiera, la reincidencia no hace más que menoscavar lo conseguido en cuestión de segundos, en un abrir y cerrar de ojos.

Isi Ros y David Forniés, extremo diestro del UCAM y lateral zurdo del Real Murcia, respectivamente, encarnan a dos talentos indomables. Habían demostrado sobre el césped ser díscolos, polémicos, o meterse en tanganas innecesarias. Ayer, estos dos jugadores vivieron su particular duelo, un cara a cara repleto de codazos, empujones, 'caricias' y cruces de palabras constantes. Todo eso también forma parte del fútbol, un salseo que incluso también es necesario para el espectáculo. Pero todo tiene un límite.

Isi Ros, quien había dado dos pasos hacia delante en lo que a actitud se refiere gracias a su técnico, Pedro Munitis, dio ayer diez hacia atrás. Su escaso autocontrol y su inexistente capacidad para huir de los problemas quedaron de manifiesto, ya que solo duró cincuenta y tres minutos sobre el césped y metió a su equipo en serios problemas cuando mejor lo estaban haciendo. Todo lo bueno que consiguió hacer con el balón en los pies (gol incluido), contrastó con una actitud especialmente negativa sin justificación alguna.

En el minuto 22, vio la primera amarilla por soltar el brazo al defender a Alfaro y encararse posteriormente con él. Y en el minuto 53, propinó una patada a destiempo en el centro del campo al propio Forniés que implicó su expulsión. En todo caso, la realidad es quealrededor de Isi Ros existía ese aroma a expulsión desde muchos minutos atrás. Un desenlace más que esperado.

En el bando murcianista, hubo otra figura que también desentonó con su actitud negativa. Las idas y venidas en las convocatorias suelen ser un claro indicativo de los problemas entre un entrenador y uno de sus futbolistas. En el Real Murcia los problemas institucionales han nublado, como es obvio, los contratiempos habituales que siempre surgen en un vestuario. Lo que sí parece quedar patente para todos, más aún tras la vorágine de acontecimientos, es que Manolo Herrero, técnico del Real Murcia, y David Forniés, lateral izquierdo grana, no terminan de conectar.

Cuando uno de los mejores laterales de la categoría no es un asiduo ya no en los onces iniciales, sino como mínimo en las citaciones y convocatorias del equipo, da a entender que algún tipo de problema debe existir por alguna de las partes implicadas. Ayer quedaron refrendados muchos de esos augurios, ya que Herrero sustituyó a Forniés, un lateral excepcional en el apartado ofensivo, cuando los murcianistas jugaban con uno más tras la expulsión de Isi Ros. En el minuto 62, con todo un mundo por delante, el técnico grana decidió reemplazar al lateral zurdo, que pese a tener cartulina amarilla, ya no contaba con el quebradero de Isi Ros enfrente y podía centrarse exclusivamente en atacar.

Pero, quizá por sorpresa, necesidad, o por puro planteamiento táctico, Manolo Herrero optó por sustituir a uno de los jugadores destinados a ensanchar el campo y a colgar balones para dar entrada a un delantero, Manel Martínez. Forniés, pese a ir perdiendo su equipo 2-0, no se dio prisa por salir del campo, una actitud que le reprochó su compañero Hugo Álvarez. Una vez fuera del campo, gesticuló, pateó una silla de plástico en la que se sientan utilleros y personal técnico, y se encaró brevemente con Manolo Herrero. En resumen, gestos y acciones que dejan mucho que desear en dos jugadores vitales para sus equipos y que demuestran no estar a la altura de un derbi de tanta exigencia.

Sí estuvieron a la altura las dos aficiones, pese a no haber lleno absoluto en el estadio. Poco más de cuatro mil espectadores coparon las gradas de La Condomina, pero todos los presentes fueron especialmente ruidosos. Respondió la hinchada murcianista, que aunque no completó las localidades de la grada lateral sí arropó a su equipo en el recibimiento, y dio una agradable sorpresa la hinchada universitaria, que se hizo notar por primera vez en un partido de esta rivalidad. Al fin, un derbi con todos los alicientes que sí cumplió con las expectativas.