Encontrar en la centenaria historia del Real Murcia un jugador que haya vestido exclusivamente su camiseta es difícil. Y que además se convirtiera en un icono para la afición, casi imposible. Esos dos condicionantes sí que los cumplió Antonio Ruiz Abellán, quien llegó a la cantera grana desde el colegio Maristas y se retiró después de pasar por todas las categorías y de lograr ascensos tanto a Segunda como Primera División. Ayer, la luz de este murciano nacido en la calle Riquelme y criado en la Plaza de San Nicolás, donde regentó un negocio familiar de balanzas y suministros industriales, se apagó a los 71 años después, después luchar en los últimos tiempos contra un cáncer. Hoy, en el Tanatorio de Jesús de Espinardo, a las 12.15 horas, se celebrará un funeral en su recuerdo.

Ruiz Abellán fue un niño inquieto, que se vinculó muy pronto. Pero no fue el fútbol su primera actividad, sino el hockey sobre patines. El exfutbolista, que es hermano del exconsejero y Defensor del Pueblo José Pablo Ruiz Abellán y tío de la concejala del ayuntamiento de Murcia Conchita Ruiz, también hacía sus pinitos en el deporte del balompié hasta que llamó la atención de Fernando Vidal, quien lo reclutó para los juveniles granas en 1963, cuando tenía 16 años. Desde entonces y en adelante ya solo vistió esa camiseta y lució su escudo. Irrumpió rápidamente en el primer equipo, debutando en un encuentro de Copa contra el Calvo Sotelo de Puertollano en la temporada 1964-1965, estando el Real Murcia en Primera. Volvió al Imperial y también estuvo en el Carmelitano volver a aparecer por el primer equipo en la 66-67 -jugó dos partidos- con José María Martín en el banquillo. Al joven Ruiz Abellán, que nunca descuidó su formación y se llegó a licenciar en Derecho por la Universidad de Murcia aunque no ejerció como abogado, le costó llegar hasta la primera plantilla. Lo hizo tras realizar el servicio militar y estando el equipo grana en Tercera. Fue en la 71-7 2 cuando el gallego Martín vivió su segunda etapa en el banquillo de La Condomina y le dio la oportunidad. Su talento y personalidad le llevaron a convertirse en un centrocampista indiscutible en el espectacular sprint que realizó el Murcia desde Tercera hasta Primera en solo tres temporadas. Jugador técnico, se convirtió en uno de los primeros diestros en jugar en la izquierda y en uno de los fijos para Felipe Mesones en la recordada temporada 72-73, que acabó con un retorno a la máxima categoría que hizo vibrar a La Condomina. El murciano, en la serie Las leyendas del Real Murcia que publicó en 2008 este diario con motivo de la celebración del centenario, bromeaba diciendo que «cogí al Murcia en Tercera y lo dejé en Tercera tras varios ascensos hasta Primera y los consiguientes descensos».

Ruiz Abellán se convirtió en la década de los setenta en 'Don Antonio'. Su leyenda la forjó dejándose la piel en esos campos de tierra de Tercera donde a los granas le tocó jugar. Después de luchar contra una lesión de menisco que arrastró durante diez años -se lo rompió por primera vez en 1965 cuando iba a debutar con la selección española juvenil-, decidió colgar las botas en la campaña 75-76, en la que solo pudo disputar tres partidos.

Ruiz Abellán podía presumir de murcianismo y de entrega, pero también de ser uno de los protagonistas del único empate arrancado por el Real Murcia en su historia en el Santiago Bernabéu gracias a un gol de Vera Palmes. En el coliseo blanco jugó en dos ocasiones, una de ellas en esa histórica igualada, el único resultado positivo logrado por los murcianistas como visitantes frente al Real Madrid. «Fue increíble porque pasé en unos meses de jugar en campos de Tercera a hacerlo ante 100.000 espectadores. Además, mis visitas al Bernabéu me dejaron marcado para siempre, pues en otra, en un encontronazo fortuito con José Antonio Camacho, me rompí el brazo», recordaba a este diario una persona a la que el club, siendo Moreno Jiménez presdiente, le concedió la insignia de oro y brillantes.

Pero la leyenda de Ruiz Abellán se forjó junto a sus paisanos en La Condomina, donde era el dueño del centro del campo y vivió momentos históricos como el debut de Johan Cruyff en el fútbol español con el Levante.

Con el primer equipo grana Ruiz Abellán jugó 99 partidos, nueve de ellos de Copa del Rey, desde la campaña 64-65 hasta la 75-76. En ellos marcó 5 goles y contabilizó ascensos a Segunda (71-72) y Primera (72-73).

Tras abandonar el fútbol, el murciano se dedicó al negocio familiar. En alguna ocasión, sobre todo en los peores años de los noventa, colaboró con algunas directivas, entre ellas la presidida por Antonio Zamora, pero siempre en un discreto segundo plano.