Alejandro Hernández Máiquez (Murcia, 12 de febrero de 1990) ha cumplido diez temporadas como jugador profesional. Las dos últimas las ha pasado entre el Dzukija Alytaus lituano y el Stelmet Zielona Gora polaco.

Criado en las escalas inferiores del San José de la Vega, Álex Hernández salió de su tierra con solo quince años en dirección a Barcelona. El base, que está casado con la también jugadora Ana Belén Molina, recientemente ha sido padre por primera vez del pequeño Alejandro. Tras seis temporadas en el Manresa, Lituania y Polonia fueron los países en los que jugó las dos últimas campañas. Ahora espera resolver en breve su futuro.

¿Cómo es su vida ahora jugando en el extranjero?

Después de seis años en Manresa me llegó una oferta de ir al extranjero y pensé que era un buen momento para probar fuera. El primer año acabé muy contento en Lituania y decidí renovar. Hicieron un esfuerzo para que continuara, pero a mitad de temporada recibí una oferta del Stelmet Zielona Gora, en Polonia, que se encargó de pagar la cláusula de salida. Eran mejores condiciones y sobre todo me daban la oportunidad de jugar en Champions League, que me hacía ilusión. Llegué allí en enero, nos clasificamos para los play off después de un inicio malo de la Champions, y jugamos los octavos de final contra el AS Mónaco. Perdimos de dos en el último segundo en el encuentro de ida, y en la vuelta fueron bastante superiores.

¿Era el AS Mónaco el mejor equipo de la Champions?

Junto con el UCAM Murcia, yo creo que eran los que mejor jugaban. Ahí se nos acabó la experiencia en Champions y el equipo se vino un poco abajo, no pudiendo revalidar el título de liga. Caímos en semifinales en el quinto partido y ahora estoy a la espera porque ha cambiado el entrenador.

¿Es muy diferente el baloncesto

Tiene cosas distintas. Por ejemplo, Lituania me gustó mucho porque es muy parecido al de ACB, con un juego muy táctico, en equipo, y eso la verdad es que me gustó mucho. En Polonia sí que encontré más diferencia, porque hay más americanos y juego de uno por uno. En ese sentido también era una buena experiencia, pero si me tengo que quedar con uno, me quedaría con el lituano porque es muy similar al nuestro, con mucho trabajo de equipo, aunque en Polonia hay muy buen ambiente en los pabellones, la gente vive el baloncesto con pasión y he acabado muy contento.

¿No le daba miedo irse fuera?

Siempre da miedo porque no sabes qué te vas a encontrar. Pero tenía claro que era algo que quería vivir, una experiencia nueva que me sirviera para el futuro, como hablar inglés y conocer culturas diferentes. Tomé esa decisión en un momento bueno y mi mujer se vino conmigo. Ahora he sido padre (el pasado 30 de mayo) y excepto los dos últimos meses del embarazo, que fue cuando mi mujer se vino a Murcia, he estado siempre acompañado. Lo único malo es que me perdí las últimas semanas de embarazo y que mi hijo decidió nacer 12 horas antes de llegar yo a España.

Mucha gente no se explica por qué no tiene sitio en la ACB cuando hay déficit de cupos.

Obviamente yo tengo la ilusión de volver a jugar en España y en ACB. Mi último año en Manresa tuvo dos fases muy diferenciadas. En la primera vuelta tuve un protagonismo muy importante, todo funcionando muy bien y jugando a un nivel muy alto, tanto yo como el equipo, pero en la segunda sufrí una lesión de rodilla que me impedía entrenar a diario y llegaba a los partidos entre algodones. Eso provocó que mi final de temporada fuera malo y a mí me perjudicó. Desde enero llegaba a los encuentros casi sin entrenar y medio cojo. Estoy contento porque seguí ayudando al equipo, pero no pude hacerlo como quería, y eso me perjudicó, sin duda.

Pero el club y su entrenador, Ibon Navarro, sabían qué había pasado...

Sí, pero entre el club y yo decidimos que se había cerrado un ciclo. Siempre he estado agradecido al Manresa porque allí pasé años muy buenos, la afición me trató genial, pero vimos que por ambas partes era bueno que separáramos nuestros caminos. Fue la decisión que había que tomar en ese momento porque también tenía la idea de que si salía una cosa en el extranjero, era el momento de cogerla. Al final surgió la posibilidad de ir a Lituania y estoy contento. Sí que tengo la ilusión de volver a ACB, pero sobre todo quiero seguir disfrutando del baloncesto sea donde sea y sea en la categoría que sea. Con 28 años estoy en el mejor momento de mi carrera deportiva.

Mucha gente se pregunta qué hace usted jugando por ahí y por qué nunca ha venido al UCAM.

Es que para eso las dos partes tienen que estar de acuerdo. Yo he sido aficionado del Murcia desde pequeño, mi padre nos hacía socios, íbamos a cada partido y esperábamos a los jugadores para pedirles fotos. No nos importaba que estuviera el equipo en ACB o en LEB. A mí, con 15 años, me salió la opción de irme a Barcelona, y consideré que era un buen sitio para seguir mejorando. Me fue bien porque estuve siempre en selecciones nacionales en verano y debuté con el Barça en el primer equipo. El camino me llevó a fichar por el Manresa y ahora me ha conducido a salir de España. Es cierto que llevo desde los 15 años fuera de Murcia y mucha gente me pregunta por qué no estoy aquí. En el UCAM han hecho las cosas muy bien, han fichado jugadores muy buenos y cada uno mira lo mejor para sí mismo, y es comprensible totalmente.

Imagino que albergará la esperanza de jugar aquí en algún momento de su carrera.

Sí, sin duda, porque incluso mis padres me llevaban a los partidos al Príncipe de Asturias cuando ni siquiera existía el Palacio. Recuerdo escuchar los partidos por la radio que transmitía Fernando Vera, de ir a ver el Palacio cuando estaba en construcción... Son cosas que sigo haciendo porque estoy fuera y veo los partidos.

Habrá comprobado que la evolución del club ha sido de crecimiento.

Muchísimo, sin duda, estoy contento por ello porque están haciendo las cosas muy bien, fichando jugadores que dan un rendimiento muy bueno, y en las dos últimas temporadas que han jugado en Europa, han mantenido un nivel muy bueno en ACB. Llegar a la Final Four de la Champions League es un éxito.

¿Gracias al baloncesto colocan a Murcia en el mapa?

En los dos últimos años, cuando he estado en el extranjero, he notado que sitúan mucho nuestra tierra por el equipo de baloncesto. Esta campaña, además, he coincidido con Thomas Kelati (ex UCAM Murcia) en Polonia y hablábamos mucho del equipo.

¿Sigue jugando a buen nivel Kelati?

Sí, aunque a falta de un mes y medio para terminar la liga sufrió una lesión en la rodilla y le tuvieron que hacer una artroscopia. Eso nos perjudicó bastante al equipo porque él tiene pasaporte polaco y allí tienen una norma que les viene muy bien a ellos y que nos perjudica a los que somos de fuera. La norma dice que tiene que haber siempre seis polacos en la plantilla y dos de ellos siempre en pista. La lesión de Kelati nos perjudicó porque él era una parte importante de la rotación de polacos y se unió también la lesión de un ala pívot de allí. Eso provocó que los de fuera tuviéramos que pasar a un rol más secundario. Kelati está a un gran nivel y quiere seguir jugando.

¿Tiene usted claro que va a seguir jugando fuera de España?

No tengo nada claro. He acabado en Polonia y no sé qué va a ocurrir, pero yo me entreno cada día para mejorar y dar el máximo rendimiento sea donde sea. Tengo ilusión de volver a España, pero también la experiencia fuera ha sido buena y si tuviera que irme de nuevo con mi mujer y mi hijo, lo haríamos encantados.

¿Piensa en ser entrenador en un futuro o es muy pronto?

Pienso en algo relacionado con el baloncesto. Me atrae mucho ayudar a gente joven a mejorar, intentar asesorarles y ayudarles con la experiencia que voy obteniendo de mi vida profesional. Creo que mi futuro puede ir ligado por ahí. Ahora voy a hacer un Master en dirección deportiva de baloncesto que se hace online para seguir formándome porque es algo en lo que tengo ilusión. También estoy haciendo los cursos de entrenador y a punto de acabar la carrera de Administración y Dirección de Empresas (ADE), pero el baloncesto es lo que más me gusta y quiero seguir ligado a este deporte.

Usted se puede decir que se ha ganado bien la vida gracias al baloncesto, digo económicamente.

Sí, no he tenido contratos multimillonarios, pero no me puedo quejar. En los años que llevo de profesional, que son ya diez, me he ganado bien la vida, pero obviamente, aparte del dinero, ahora también tengo la ambición de poder seguir ligado al baloncesto y de ayudar a gente joven.

¿No le preocupa que las canteras del baloncesto español se han llenado de extranjeros?

Te hablaba antes de la norma que hay en Polonia, que protege mucho al jugador nacional y los polacos están encantados con ella. En ACB es imposible de poner y en España estamos un poco desprotegidos porque la norma de cupos es bastante débil. De hecho hay plantillas donde solo hay dos jugadores españoles y son los últimos de la rotación. Pero es que también nosotros nos encontramos con problemas fuera de España por esas normas como la polaca. La situación está ahora mismo así, pero algo que me he encontrado es que el jugador español es muy respetado fuera de nuestro país y así lo he sentido. En el extranjero respetan más el baloncesto español que nosotros mismos. Muchos compañeros míos me preguntan por qué hay equipos de la ACB que no tienen ni un solo español en el quinteto titular. Recuerdo que cuando surgieron las ventanas FIBA había temor a qué haría la selección española sin la gente de la NBA y la Euroliga, pero gente que no tiene muchos minutos en sus equipos ha sorprendido a muchos. El jugador español es competitivo y piensa mucho en el equipo.