Thomas Kelati ha entrado en el olimpo ACB sin hacer ruido. El pasado domingo, en la derrota ante el Barcelona, el estadounidense con pasaporte polaco, aunque sus orígenes están en Eritrea, país del que emigraron sus padres en la década de los ochenta a Estados Unidos huyendo del conflicto armado en Etiopía, alcanzó los 4.000 minutos en la Liga ACB, donde ha disputado 178 partidos entre el Unicaja, el Valencia Basket, Baskonia y el UCAM Murcia, el club al que llegó como salvavidas a mitad de la temporada 2013-2014, y en el que ha echado raíces.

Kelati, pese a que esta campaña ha perdido protagonismo ante el crecimiento de Sadiel Rojas, ha jugado una media de 19 minutos en 24 jornadas. Padre de tres hijos -dos niñas y un niño-, llegó por primera vez a España en 2008 de la mano de un Unicaja en el que también jugaban un jovencísmimo Vítor Faverani y Carlos Cabezas. Discreto y generoso, siempre ha sacrificado el brillo personal por el equipo, un hecho que le ha valido para contar con la confianza de la mayoría de entrenados que ha tenido.

El jugador de Washington, que esta campaña está promediando 6 puntos, juega un papel fundamental en el vestuario del UCAM. Sus compatriotas encuentran en él un 'hermano', el compañero que les acoge con los brazos abiertos y que abre las puertas de su casa de par en par, como ocurre siempre el Día de Acción de Gracias, una tradición muy americana que se celebra el cuarto jueves del mes de noviembre.

A Kelati, al que le gusta mucho la moda, le encanta también la gastronomía murciana. De hecho, todas las mañanas sigue un ritual: lleva a los niños al colegio y después desayuna zarangollo. Posteriormente acude a la cafetería Piccadilly Coffee, se compra un café largo americano y se marcha al entrenamiento. Además, nunca busca excusas para no acudir a un acto del club, siempre está dispuesto para compartir sus vivencias con los niños que acuden a algunos entrenamientos y es un apasionado del fútbol. En realidad, en su infancia solo le daba al balompié. Por eso comenzó tarde a jugar al baloncesto, pero en su primer experiencia en serio, en el instituto, consiguió ganar el campeonato estatal contra pronóstico. Después se enroló en la Universidad de Washington, que fue donde empezó a sobresalir en el tiro exterior para convertirse en el cuarto triplista de la su historia del equipo, sexto en asistencias y séptimo en robos.

Este próximo verano acaba su contrato con el UCAM Murcia. Con 33 años de edad, su futuro es una incógnita. Su filosofía de vida, basada en la disciplina, ha encajado perfectamente en el club universitario. Y pese a la edad, aún no se ha perdido ni un solo partido esta temporada por lesión.