La temporada deportiva del FC Cartagena ha dado los últimos coletazos esta semana con la celebración de la permanencia, los homenajes a los que se lo merecían y la negociación para el traspaso de poderes de Sporto Gol Man al grupo de Paco Belmonte, que aún está en el aire después de conocerse que la deuda total es de cinco millones de euros y no de tres como trascendido en primera instancia. El año, en el aspecto futbolístico, ha sido para olvidar, pasar página y pensar en proyectos sólidos, que transmitan la seriedad que el último no ha tenido. En la entrega de premios de la Federación de Peñas Isidoro García dijo algo en lo que probablemente haya que pensar. Los errores de esta temporada deben tenerse en cuenta para que no se vuelvan a repetir. En el fútbol es habitual año tras año tropezar en los mismos obstáculos. Una ciencia tan poco exacta como ésta puede llevar a un club al éxito o a la gloria si los condicionantes cambian mínimamente.

En el caso del FC Cartagena los problemas llegan desde el mismo instante en el que aparece un grupo que se hace cargo de la entidad sin dinero ni experiencia para hacer frente a la cantidad de deudas, gastos, pagos y contrataciones que deben hacer desde el instante en el que toman el control de la entidad en el mes de marzo.

Sporto Gol Man busca y no encuentra

Sporto Gol Man tuvo que finiquitar la temporada pasada desembolsando algo más de 300.000 euros para pagar las nóminas de los jugadores de la campaña 2013/2014. Ahí se acabó la gasolina de los empresarios. Aunque encontraron el apoyo económico de firmas como Sofinvest y Samshir, el club albinegro liquidó sus aportaciones antes de empezar la temporada. Han insistido tanto Javier Martínez como Javier Marco que la temporada ha sido un ´juego del Monopoly´, muchos interesados en invertir que luego no lo eran. Sin dinero todo ha ido a peor, sobre todo la credibilidad de los propietarios.

Aprendices e inocentes

Javier Martínez y Javier Marco han exhibido durante su mandato un enorme desconocimiento del mundo del fútbol. El propio Martínez tuvo que reconocer, en una entrevista concedida LA OPINIÓN, que un club no puede ser llevado como una empresa, tal y como él pretendía cuando aterrizó en el FC Cartagena. Han cometido errores de bulto, su desconocimiento en asuntos deportivos les ha pasado factura, tanto que, por ejemplo, consideran que el presupuesto del equipo se engordó casi 300.000 euros de más.

Proyecto sobrevalorado

Javier Marco, presidente del club hasta el momento que se firme la compraventa, vendió un proyecto ilusionante, del que decía que no se renunciaba a nada, sobre todo la lucha por el ascenso sería uno de sus retos más importantes. El abogado valenciano pecó de optimismo, se dejó llevar por los cantos de sirenas que le decían que su plantilla era fantástica y que ha resultado un auténtico fiasco, lo que supuso una enorme desilusión y un gran desengaño para aquellos que confiaron desde el comienzo en Sporto Gol Man.

Gladiador... de circo

La contratación de Julio César Ribas fue un acontecimiento en el seno del FC Cartagena, ya que llegaba a la entidad un entrenador que había cosechado muchos éxitos en su país, Uruguay, y que venía a cambiar el concepto de club en Cartagena. Nada más lejos de la realidad. El denominado ´Gladiador´ fue empequeñeciendo conforme pasaban los días. Su discurso retórico fue estéril cuando el aficionado descubrió el juego y los resultados tanto en pretemporada como en la competición oficial. Además, un enorme error en la gestión de su documentación, algo imperdonable en un club de fútbol, derivó en su regreso a Uruguay dos meses, algo que desembocó en una crisis de identidad en la plantilla. Simón Ruiz actuó de entrenador circunstancial, dirigido vía teléfono desde Uruguay. El equipo asistió atónito a un trabajo programado desde ultramar y Simón perdió fuelle cada partido que pasó. Tanto que se cansó de asistir a las ruedas de prensa a dar la cara y el club decidió que bien el técnico de porteros o el propio preparador físico Miguel Cuesta dieran la casa. El esperpento no parecía tener límite.

Nefasta planificación deportiva

Florentino Manzano fue el artífice de confeccionar un equipo que sonaba bien a cada contratación que efectuaba. Ceballos, Luque, Prosi, Robusté...., nada hacía prever que esos veteranos jugadores se la jugaran en Las Palmas diez meses más tarde. El equipo anduvo descabezado demasiado tiempo, tanto que la preparación física y táctica sufrió muchísimo durante la primera vuelta. Sumaron 21 puntos, con ¡12 empates! en 19 jornadas. El equipo llegó sin saber bien a qué jugaba ni qué debía hacer sobre el campo. Era pura inercia la de unos jugadores que acababan agotados los partidos y que tan sólo fueron capaces de ganar en tres ocasiones. La anotación esa primera vuelta fue la más baja del club en su historia en Segunda B.

Pocos y mal avenidos

El desánimo empezó a cundir cuando en noviembre la entidad empezó a poner excusas a los futbolistas para pagarles sus nóminas. Algunos vieron muy pronto qué iba a suceder si se quedaban, por lo que jugadores como Nacho Neira o Pablo Pallarés pusieron pies en polvorosa, buscando un futuro mejor en otros clubes que al menos sí les pagaran sus emolumentos. Estas deserciones sentaron mal en la plantilla que se quedaba. Fueron muchos los que le pidieron al club marcharse, pero su petición llegó tarde y tuvieron que apechugar con una segunda vuelta demasiado angustiosa. Además, Palomeque le enseñó la puerta de salida a Abenza, lo que dejó escuálida a la plantilla.

Sobreesfuerzo, lesiones

y jugadores del filial

Las consecuencias de una plantilla corta aparecen muy rápido en la segunda vuelta de la competición liguera. El preparador cuenta con 14 futbolistas del primer equipo, por lo que tiene que recurrir a varios jugadores del filial para componer las convocatorias. Las lesiones de Ribas -casi inédito en la segunda vuelta-, Gato, Chus Hevia, Jorge Luque o Prosi merman de forma considerable la competitividad de un equipo que ya por esta época lucha por no descender. El equipo ha disputado varias jornadas sin delanteros o con una defensa parcheada, por lo que los números no han cambiado nada respecto a los de la primera vuelta.

Plante y protesta al palco

Una de las imágenes que va a quedar en la retina de todos los aficionados que asistían cada jornada al Cartagonova es el plante que protagonizaron los futbolistas albinegros en la segunda vuelta. La primera ocasión que se produjo fue el 16 de marzo en el encuentro frente a El Palo. La plantilla se unió en el centro del campo dándole la espalda al palco del estadio como señal de protesta por los impagos que venían padeciendo. Esta reacción supuso la complicidad con un público hasta ese momento no tan involucrado en los prolbmeas de su equipo. Una semana antes los jugadores y el cuerpo técnico se habían unido para emitir un comunicado en el que denunciaron una situación económica crítica. «Llevamos meses sin material médico, no tenemos vendas, hemos tenido que traer nuestra botella de agua porque no hay agua. Los fisios se han tenido que marchar por el incumplimiento de sus contratos», esgrimían los jugadores en aquel momento.

El futuro era muy negro y Sporto Gol no era capaz de aportar soluciones, por lo que la venta se quedó como la única salida.

Pedigüeños en el fútbol

El llamamiento de los jugadores tuvo una espectacular contestación de los aficionados, que crearon una plataforma llamada Salvemos al Cartagena. En poco tiempo los seguidores tuvieron que movilizarse y recoger material de trabajo para los futbolistas. Actuaron como auténticos pedigüeños del fútbol, lo que dejó en evidencia a unos gestores que perdieron cualquier respaldo popular e institucional desde ese momento.

La temporada ha acabado con la permencia, pero ahora queda definir el futuro del club. La historia reciente dice que no se pueden cometer los mismos errores. La afición albinegra, más madura que nunca, no se lo merece.