Al final del derbi, las caras de los aficionados cartageneros mostraban la decepción de no haberse llevado una victoria que estuvo muy cerca de llegar, mientras que los hinchas del Real Murcia pudieron sonreír tranquilos después del triunfo. En lo que sí dieron ejemplo las dos aficiones fue en el buen comportamiento que tuvieron tanto dentro como fuera del estadio Cartagonova. Fue de sobresaliente. De la misma forma que en algunas ocasiones las noticias más desagradables han estado siempre en lo que pasaba fuera del estadio, la realidad es que la única noticia que dejó el derbi de ayer fue que los granas se llevaron los tres puntos después de un emocionante partido con alternativas para ambos equipos.

Los incidentes de hace dos temporadas cuando los aficionados granas regresaron de la ciudad portuaria con una derrota y ocho cristales rotos en sus autobuses han pasado a la historia después de que el último derbi haya dejado una gran imagen por parte de los dos principales equipos de fútbol de la Región. Sólo hubo un pequeño desliz cuando un aficionado del Real Murcia, justo al llegar los autocares a la explanada del Cartagonova, decidió enseñarle el trasero a los hinchas albinegros, lo que le costó que las fuerzas del orden lo retuvieran, aunque finalmente le permitieron acceder al campo sin ningún problema.

Por lo demás se puede decir alto y claro que la tensión, la rivalidad y las incesantes ganas de derbi se quedaron en los tradicionales cánticos que una afición y otra se dedicaban tratando de desmoralizarse los unos a los otros. Sin embargo, la afición murciana tuvo que soportar el chaparrón en los primeros cuarenta y cinco minutos, ya que los pupilos de Iñaki Alonso no terminaban de encontrar su sitio sobre el campo. Todo cambió en la segunda mitad, cuando el Cartagonova fue perdiendo fuerza de forma considerable al mismo tiempo que el Murcia iba acortando terreno y marcando goles.

Se produjo además una situación que, en principio, ya no iba a verse nunca más, y fue ver de nuevo la famosa pancarta ´Cartagena no es Murcia´. En su día, tanto Paco Gómez, presidente del Cartagena, como distintas voces autorizadas de la Federación Murciana, explicaron públicamente que no se volvería a ver más en un campo (ni de la Región ni de fuera) el mencionado eslogan. Pues la pancarta gigante apareció justo antes del pitido inicial y supuso un ´chute´ de adrenalina para una parroquia albinegra que consiguió con sus ánimos disimular algunas carencias del equipo, hasta el punto de que el Cartagena se puso por delante en el marcador con una autoridad aplastante.

En cualquier caso la pancarta, profundizando un poco más, tampoco es realmente ofensiva en el sentido de que efectivamente Cartagena no es Murcia ni Murcia es Cartagena. Son al fin y al cabo dos ciudades que representan a día de hoy el fútbol de élite en la Región y que están llamadas a convivir la una con la otra con sus muchas virtudes y sus pocos defectos.

Ahora bien, después del derbi de hace dos temporadas y de algunos incidentes concretos que se produjeron en determinados encuentros de rivalidad regional el pasado curso con el Murcia en Segunda B, la realidad dice que la Delegación del Gobierno ha tomado buena nota, porque el despliegue policial de ayer fue tan efectivo que no dio lugar a ningún enfrentamiento entre seguidores, a pesar de que los más ´valientes´ de ambos bandos estaban más que dispuestos a enredarse en la monumental. Sólo unos pocos, pero siempre aparecen.

En total fueron casi 250 efectivos de la Policía los que velaron por la seguridad de cerca de 10.000 personas y, teniendo en cuenta cómo se desarrolló todo, lo cierto es que las fuerzas del orden público también se merecen una enhorabuena por el dispositivo que llevaron a cabo en el Cartagonova con un resultado más que positivo, ni un detenido por parte de las dos aficiones.

Por las declaraciones de los peñistas, también se llevan un diez en su boletín todos los profesionales de la seguridad privada del Cartagena, que hicieron todo lo posible para que los aficionados granas estuvieran instalados de la mejor manera en la desagradable grada inferior del fondo norte del Cartagonova, donde se puede ver todo menos el partido.