Tan lamentable como patético. Tan penoso como insuficiente y, sobre todo, tan oscuro como claro es el camino de Segunda División. Así se mostró ayer el Real Murcia en el encuentro en el que se esperaba que pudiera coger oxígeno y agarrarse como clavo ardiendo a la permanencia en Primera.

Los noventa minutos del Ruiz de Lopera fueron un auténtico suplicio para los granas. Y es que de principio a fin fueron superados en todos los aspectos por un Real Betis que llegó incluso, y tras muchos años, a levantar al público de sus asientos para hacer la 'ola' en un claro gesto de humillación a su rival.

Lo cierto es que viendo la alineación que presentó Lucas Alcaraz en el Ruiz de Lopera daba la sensación de que el granadino o se había vuelto loco o que se lo iba a jugar todo a una carta.

Alcaraz no sólo cambió 'peones' en todas las líneas sino que además dejó fuera del once a 'intocables' como Paco Peña, Mario Regueiro o Pablo García, síntoma inequívoco de que el encuentro de ayer se trataba de algo más que de una final. Una final, o mejor dicho, un final de la época de Lucas Alcaraz como entrenador murcianista. Hasta siete cambios -Marañón, Abel, De Lucas, Jofre, Gallardo, Íñigo y Movilla- presentó la alineación grana. pero ni con esas. Es más, casi que fue peor el remedio que la enfermedad simple y llanamente porque el Murcia ofreció ayer una imagen tan lamentable como patética. De hecho, durante buena parte del encuentro fue un juguete roto a manos de un Betis que llegó a levantar en numerosas ocasiones al público de sus asientos.

Si bien es cierto que los granas saltaron al terreno de juego dando la sensación de querer dar una buena sensación y, sobre todo, de querer llevarse el partido, apenas fueron necesarios quince minutos para que el Betis pusiera las cosas en su sitio. Una internada de Mark González fue aprovechada por Pavone, con la ayuda de Arzo, para establecer el primero de la tarde. Y ahí se acabó el Murcia. Tal y como viene siendo habitual en los últimos encuentros cada vez que los granas encajan un tanto la falta de espíritu, de ambición y, sobre todo, de confianza permite que el rival tenga el camino allanado.

El Betis lo intentó con lanzamientos lejanos de Edu y de un activo Mark González al tiempo que el Murcia veía pasar los minutos sin apenas acercarse al marco de Ricardo. Casi al filo del descanso -minuto 41-, Edu cabeceaba a placer el balón tras un magnífico centro de Mark González para subir el segundo de la tarde al marcador.

Lo mejor que le pudo pasar al Murcia fue la llegada del intermedio. Con un 2-0 en contra y con un equipo que no era capaz de trenzar una sola jugada de mérito y de plantarse con cierto peligro en el área de Ricardo, la única 'jugada' de Lucas Alcaraz fue la de jugarse un doble cambio en busca del milagro.

Iván Alonso y Regueiro saltaron al terreno de juego con el deseo de, al menos, reducir distancias en el electrónico pero las ilusiones de Alcaraz quedaron en el olvido. El Betis, espoleado por su afición y con un juego que recordaba al de sus mejores tiempos -y sin su presidente, Ruiz de Lopera, en el palco de autoridades-, 'bailó' a los murcianistas de principio a fin.

Con una defensa en la que los errores eran constantes, con un centro del campo inexistente y con un ataque al que nunca le llegó un balón medio 'decente', el cuadro de Alcaraz jugaba a merced de un equipo que cada ves que tenía la posesión del balón jugaba a placer. Vamos, que lo de la segunda parte parecía más un entrenamiento de jueves que un partido de verdad.

Y así llegó la goleada. Cayó el tercero a los 56 minutos después de que Pavone recogiera a placer un regalo de la zaga visitante y el cuarto tras un penalti ejecutado por Sobis después de que Alejandro Marañón empujara dentro del área a Edu. Al final fueron cuatro, pero pudieron ser más.