Danza

Los Vivancos: espectáculo puro al filo del escenario

Los Vivancos ponen de nuevo en pie al público de la Catedral del Cante. | L.O.

Los Vivancos ponen de nuevo en pie al público de la Catedral del Cante. | L.O. / la opinión

La Opinión

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A pesar de haber pasado cinco años, poco ha cambiado la acogida de Los Vivancos en La Unión: las palmas les acompañaron durante todo el espectáculo y el público de la Catedral del Cante se puso en pie, reteniendo entre bises a los bailaores. Al grito de «¿Queréis otra?», taconearon al filo del escenario, con un juego de luces que iluminaba bajo sus pies cada uno de sus golpes contra la madera, mostrando una escena de sombras que hacían retumbar el Cante de las Minas. La noche se convirtió el puro espectáculo.

Los Vivancos Live se presentaba como su producción más personal, en la que reúnen lo mejor de sus tres espectáculos: 7 hermanos, Aeternum y Nacidos para Bailar.

Danza contemporánea, folclore, artes marciales y ballet se fusionaban también con los aires flamencos, dejando al público boquiabierto.

Pero no todo era baile: la actitud de estos hermanos y su elegancia hicieron de la noche una especie de escena cinematográfica donde no faltó la fantasía romántica. La música tuvo gran parte de culpa, con unas piezas muy bien elegidas, para las que se han rodeado de productores como Joan Martorell y Fernando Velázquez.

Al escenario salieron a ritmo de un Smooth Criminal un tanto diferente, con seis siluetas que simulaban la figura de Michael Jackson, cada uno con un instrumento creando una escena en blanco y negro que empezó a caldear el ambiente. Fue Judah quien se quedó solo en el escenario tras este primer impacto, con puro taconeo de una forma elegante, acompañado por una iluminación que pareció transformar la escenografía de Esteban Bernal en una inmensa vorágine de líneas lumínicas azules y blancas que atravesaban de un lado al otro el escenario.

Las castañuelas marcaron la vuelta de los seis bailaores a las tablas, dando paso después a las acrobacias y el toque contemporáneo.

El clásico de Metallica Nothing else matters dio un toque oriental a la noche, y unas palmas acompañaron una coreografía con los ojos vendados, donde el público contuvo la respiración para romper en aplausos al final del espectáculo.