Crónica

Iron Maiden en Murcia: hasta la eternidad y más allá

La anterior vez que Iron Maiden habían tocado en Murcia fue en 2005, en la edición de aquel año del Lorca Rock. Dieciocho años después, su aspecto puede marcar el paso de la edad, pero su actitud, no.

Hubo un instante en el que el universo se detuvo. Se escuchó un crack de proporciones cósmicas y todo cambió. De repente Iron Maiden volvieron a ser grandes… Grandes, no, gigantes. En la primavera de 1993, los británicos se despedían de su vocalista más insigne, Bruce Dickinson, en una gira española realizada por salas con un aforo inferior a las dos mil personas. En la noche del pasado jueves, Iron Maiden abarrotaron el estadio Enrique Roca de Murcia con un público intergeneracional. No era la primera vez que tocaban en la región, ni mucho menos, pero jamás habían levantado semejante expectación. Hace más de veinte años, los grupos más cool del panorama metalero bromeaban sobre ellos, ahora es la banda inglesa la que podría mofarse de cualquiera, porque a base de honestidad, profesionalidad y de la construcción de su propio mito, han traspasado barreras hasta convertirse en uno de los pocos grupos del planeta capaces de llenar estadios.

Una fugaz tormenta de verano había mitigado ligeramente las asfixiantes temperaturas de la ola de calor justo antes de que The Raven Age acometieran, con antelación al horario previsto, sus labores de grupo de apertura. No es la primera vez que salen de gira con Iron Maiden. Evidentemente ayuda el hecho de que su guitarrista y fundador, George Harris, sea hijo de Steve Harris, líder de "la doncella de hierro". Su condición de "enchufados" no es impedimento para que sean unos dignos teloneros, y la experiencia en este tipo de encargos juega a su favor. No se achantaron con su metal contemporáneo no exento de épica, materializado especialmente en las canciones de su reciente "Blood Omen". Fueron bien aceptados, pero nadie había venido a verlos. La banda sonora de "Blade Runner" con su visión futurista nos introducía de lleno en el concepto temporal del actual tour de Maiden, apropiadamente denominado "Future Past". El futuro y el pasado dándose la mano. Primero comenzando en el año 1986, desgranando canciones desaparecidas de su setlist como la inicial "Caught Somewhere In Time". Sonó todavía con la claridad del ocaso. No se entiende que no esperaran unos minutos para que reinase la oscuridad, pero aún así la canción resultó una maniobra ganadora ¿por qué llevaban sin tocarla treinta y seis años? Puede que a partir de ahora se quede en el repertorio alguna temporada más, a juzgar por la reacción del público, que la coreó como si fuera uno de los clásicos del grupo. Es posible que "Somewhere In Time", el disco que contenía temas como ese, y el posterior "Stranger In A Strange Land" nunca haya gozado, por parte de la banda, de la confianza merecida, pero lo cierto es que el respetable lo recibió con toda devoción y la banda lo entregó a toda pasión. Este último fue aprovechado para la entrada en escena de la mascota más popular del mundo del heavy metal, Eddie. El personaje cadavérico que acompaña al grupo desde siempre y que se dio su primer garbeo por el escenario, ataviado en consonancia con la temática de la canción.

Tras abarcar un pasado de índole futurista, la simbiosis temporal jugaba su papel, volviendo al presente encarnado por temas de su último trabajo, "Senjutsu". Un álbum caracterizado por los largos desarrollos, y por plasmar la faceta más progresiva de Iron Maiden, aunque antes de embarcarse en esas lides prefirieron presentarlo con las más escuetas "The Writing On The Wall" y "Days Of Future Past".

El enorme escenario ocupaba casi al completo uno de los fondos del estadio. No era un decorado de grandes efectos, ni desmesurados trucos de magia audio-visual. En su lugar, diferentes telones hacían las veces de pantallas de proyección, sobre las que se podían ver distintas imágenes relacionadas con las canciones que sonaban. No faltó la tradicional pasarela que le da al escenario una segunda altura, desde la cual Bruce Dickinson jalea y anima con el ímpetu de un juvenil.

La anterior vez que Iron Maiden habían tocado en Murcia fue en 2005, en la edición de aquel año del Lorca Rock. Dieciocho años después su aspecto puede marcar el paso de la edad, pero su actitud, no. La entrega y profesionalidad son innegociables y eso se traduce en un espectáculo vigoroso. Las carreras de Dickinson, escenario arriba, escenario abajo; las posturitas perennes del saltimbanqui Janick Gers, que incluso en su tiempo libre toca la guitarra; la energía de Steve Harris percutiendo su bajo mientras su pierna izquierda descansa sobre uno de los monitores... Todo ello es icónico y lo lleva siendo desde hace décadas. ¿Será que los sesenta años son los nuevos cuarenta, o será que estos tipos cantan al concepto del tiempo pero en realidad se burlan de él y han hecho un pacto con el diablo? El hecho es que sus rostros están más arrugados, pero lo que proyectan desde el escenario es una vitalidad eterna, que parece estar muy lejos de su final.

La antes inédita en directo "Alexander The Great" nos dio lecciones de historia y de épica en una versión magistral. Homónima y prehistórica, "Iron Maiden" ponía el punto y seguido, para retomar el concierto con el apartado de bises. Dickinson chilló su típico "scream for me Murcia! (¡grítame, Murcia!)" y el estadio respondió al unísono para introducir la galopante "The Trooper" y la posterior "Wasted Years", coreadas en masa y convertidas en himnos de despedida. Un adiós deslucido (nunca mejor dicho), ya que justo después de dar el último acorde las luces del escenario sufrieron un apagón, así que a oscuras, casi a tientas y haciendo bromas, los ingleses abandonaron el escenario. Si el corte eléctrico hubiera sucedido unos minutos antes, hubiese sido un desastre, pero la fortuna estuvo de su lado y la cosa terminó en anécdota. Una más para los casi cincuenta años de historia de esta eminencia musical, inasequible a las modas, inabarcable al entendimiento de muchos, que no comprenden la música como algo que trasciende más allá de lo superficial. Un inmenso grupo de culto con estatus de superestrellas, eso son Iron Maiden y, por lo que parece, van a seguir siéndolo mucho tiempo.