El retrato de... Pedro López Graña

Pedro López Graña

Pedro López Graña / Por JUAN JOSÉ ballester pérez

Juan José Ballester Pérez

A Pedro López Graña lo conocí personalmente allá por 2004, cuando lo tuve como alumno en la primera promoción de criminología de la Universidad de Murcia. Y aunque en aquellos años aún era más joven que ahora, resulta que ya por entonces era bastante famoso; no en vano, había sido el abogado defensor de José Rabadán, más conocido como el parricida de la catana. Evidentemente, llevar un caso así te ofrece mucha visibilidad social, de ahí que la mayoría de abogados intenten llevar a toda costa los casos más mediáticos. El de la catana, por desgracia, rebasó todas las expectativas conocidas, convirtiéndose en el primer gran caso seguido a diario por toda la prensa y los diferentes medios de comunicación. Después de este asunto sé que ha estado llevando muchos otros –algunos bastante importantes e, incluso, también mediáticos–, pero, con la misma intensidad que aquel tétrico suceso de la catana lo promocionó en su día, también lo estaba etiquetando y posicionando de por vida junto al mismo.

Al hilo de este retrato fotográfico de Pedro López Graña, así como la de su inevitable referencia como abogado defensor de acusados, también debo decir que no pocas han sido las veces que he tenido que justificarlo y hasta recomendarlo. Es más, siempre he pensado que todos los abogados defensores, incluidos los de los autores de los crímenes más atroces, son las personas que más han contribuido a que el sistema judicial español sea uno de los sistemas judiciales más justos y garantistas del mundo. Es verdad que su papel, visto desde fuera, es el incómodo papel de alguien que defiende a personas que realizan actos antisociales, pero, quienes así lo piensan, no se están dando cuenta de su propio prejuicio, de que un criminal lo es únicamente cuando ha sido condenado, y nunca mientras está siendo investigado o juzgado. Pero, además, si junto a este papel tan impopular de abogado defensor, añadimos también que Pedro es nuestro presidente en el selecto club del ‘Clan del Crimen’, pues adiós reputación. Sin embargo y a pesar de todo lo dicho, ¿alguien dudaría en buscarlo si por los azares del destino se viese algún día situado en el lado que no es?