Exposición

Invasión cultural en los museos de Cartagena

Decenas de miles de personas se dieron cita a lo largo del día de ayer para conocer rincones o detalles históricos del municipio con motivo de la Noche de los Museos cartagenera

Pablo González

No era una noche ochentera, pero Cartagena prácticamente la pasó entera «con una cola que tela». Y es que la acogida a la apertura extraordinaria de forma gratuita de los museos, monumentos y centros de interés turístico de la ciudad trimilenaria con motivo del Día Internacional de los Museos, que se celebró a lo largo del día de ayer, volvió a batir su propio récord.

Aunque había amenaza de lluvia, el tiempo acompañó y desde las nueve de la mañana comenzaron las primeras visitas a los lugares de interés más alejados del centro, como el faro de Cabo de Palos, el Centro de Interpretación de la Mina Las Matildes, el yacimiento de la cueva Victoria, los molinos de viento, el Museo del Bolillo, el Museo Fundación Boyer Tresaco en La Manga, el Museo Teatro Apolo del Algar o el Etnográfico de los Puertos de Santa Bárbara.

Entre los asistentes había cartageneras como Cristina Martínez, que acudió a primera hora a ver el faro de Cabo de Palos, «una de las cosas bonitas de nuestra tierra, que desconocemos, y que en esta ocasión podemos visitar con un guía». Pero también se beneficiaron de este día oriundos de otras provincias como el grupo de un viaje del Imserso en el que está participando José Antonio Nieto, de Fraga (ciudad ubicada en Huesca), que se encontró la sorpresa en poder entrar gratuitamente a la mina gestionada por la Fundación Sierra Minera.

Conforme a lo programado, se abrieron por la mañana la Catedral, la galería Bisel Arte Contemporáneo y la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Telecomunicaciones. El Fuerte de Navidad, el Museo de Arte Moderno, el Palacio Aguirre, el Museo Naval y el Museo Nacional de Arqueología Subacuática, con una exposición que cuenta la evolución de la civilización humana a orillas del Mar Mediterráneo a través de figuras de Playmobil, abrieron progresivamente sus puertas para visitas gratuitas.

Entrada la mañana, se realizaron rutas por la ciudad, como las de los refugios de la Guerra Civil, el espionaje, la Cartagena defensiva, las murallas y calzadas romanas, o las artes decorativas del modernismo, así como la del patrimonio de Perín, la del Cantón, la modernista, la del Casino o la paleontológica. Entre ellas destacó la de los murales, que incluyó la explicación del de la Armada, que hasta hace unos años se ubicaba tras el submarino Peral, y en la que participó un grupo de ingleses encabezados por Peter Ager, un ingeniero que se aloja estos días en la costa alicantina y que tuvo la previsión de planificar con suficiente antelación su participación en los eventos del día de los museos en Cartagena.

No faltaron actividades infantiles con Los Cuentos de Andersen, donde los más pequeños tuvieron su protagonismo haciendo, entre otros papeles, de un príncipe que le pedía a una princesa que se casara con él. En este caso, la pequeña princesa Marina -en contra de los previsto en el cuento- le respondió «que no» al pequeño Javier, que al menos recibió el aplauso de las familias que les acompañaban.

A mediodía, la Federación de Tropas y Legiones de las Fiestas de Carthagineses y Romanos mostró sus mejores galas en unas carpas instaladas en la explanada del puerto deportivo, donde por la tarde presentó el nuevo cartel de las fiestas.

Las horas más fuertes fueron por la tarde y noche, donde la ciudadanía esperó pacientemente a que cientos de personas que habían llegado antes al punto turístico elegido lo vieran. A partir de las siete abrieron el resto de centros de interpretación de Cartagena Puerto de Culturas (el Museo del Teatro Romano, la Muralla Púnica, el Castillo de la Concepción, el Augusteum, el Museo del Foro Romano Molinete…) pero también el Museo del Vidrio de Santa Lucía, donde se ofrecía una exhibición de soplado de vidrio; o el Palacio Consistorial, con las visitas a las exposiciones Elvis y La voz del agua; y la Domus del Pórtico, con la muestra El Mar y el Infinito. La Real Sociedad Económica de Amigos del País también ofreció un itinerario por su sede, la asociación Canónica del Cristo de la Divina Misericordia incluyó en el programa la exposición Estudio de José María Hernández, escultor, pintor y restaurador.

Igualmente abrió al público en la tarde noche la sala de exposiciones Dora Catarineu con la muestra Mar Menor II y el Centro Regional de Artesanía con demostraciones en vivo de artesanos de la Región.

La Casa Dora, el Archivo Municipal, el Cuartel de Instrucción de Marinería o la capilla de los marrajos en la iglesia de Santo Domingo y la del Resucitado en la iglesia de Santa María de Gracia, o el Museo Histórico Militar y el del San Juan Californio, fueron otros espacios que abrieron sus puertas para hacer que cartageneros y visitantes salieran a la calle para celebrar este evento cultural que año tras año toma más fuerza y en el que se implican cientos de voluntarios que, como María García, dedican unas siete horas a que todo salga bien.

Y estos atractivos turísticos y culturales, unidos a la exposición fotográfica Agua Salada en la Plaza de José María Artes, el concierto Sonrisas y música en la plaza de San Francisco, el espectáculo de música, danza y canto Brilla Cartagena en el Aula de Cultura de la Fundación Caja Mediterraneo, o el recital de poesía Versos al anochecer sumaron para que un mar de gente llenara las calles del casco histórico de una ciudad plagada de historia.

En total fueron unas 200 actividades tan variadas como el concierto de blues, funk y soul de Bloody Black Soul en la Plaza del Rey, la observación de estrellas con la asociación astronómica de Cartagena o la danza del fuego en el Parque del Molinete, las que hicieron que, además, bares y restaurantes del centro volvieran a hacer caja gracias a que, entre monumento y monumento, había que llenar el estómago y dar un trago fresquito.

Hubo tiempo para las fotos con personajes históricos ilustres como Isaac Peral, Carmen Conde, Cervantes y Rosa Spottorno en la réplica del submarino de Peral en la Plaza Juan XXIII, y los establecimientos hosteleros pudieron abrir hasta dos horas más sobre su hora de cierre habitual, por lo que no hubo excusa para tener tiempo para un poco de todo, siendo imposible disfrutar de todas las actividades programadas a pesar de existir una línea de autobús circular toda la noche.

Los visitantes saben que, con 3.000 años de historia, siempre se podrá conocer parte de su legado, un nuevo detalle de un rincón o parte de lo acontecido en tierras cartageneras.