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Fernández-Nonídez, el catedrático que debió ser Premio Nobel

Fernández-Nonídez, el catedrático que debió ser Premio Nobel

Cuando Corneille Heymans recogía en 1938 el Premio Nobel de Fisiología, reconoció que su premio debería haber sido compartido con Fernández-Nonídez por sus valiosas aportaciones a la investigación ganadora del premio. Pocos sabían entonces que este investigador había sido, 20 años antes, profesor de la Universidad de Murcia.

José Fernández-Nonídez llegó a la Universidad de Murcia cuando ésta era una recién nacida. Fue en el curso 1916-17, segundo de su existencia, cuando el centro tenía entonces poco más de 1.200 alumnos, de los que tan solo un centenar eran oficiales. 

28 profesores conformaban la plantilla total, la mayor parte de ellos, de Derecho, que aglutinaba a 12 profesores titulares, además de 3 auxiliares y otros cinco auxiliares interinos gratuitos. 

La facultad de Filosofía y Letras contaba tan solo con tres profesores, mientras que la de Ciencias tenía en plantilla a cuatro docentes, dos de ellos recién incorporados: José Fernández-Nonídez y José Loustau, que acababan de llegar al centro como catedráticos de Zoología, y de Mineralogía y Botánica, respectivamente. Se trataba, sin duda, de dos de los profesores más brillantes de cuantos habían arribado hasta entonces a la recién nacida Universidad de Murcia, pero ambos tendrían una trayectoria en el centro bien diferente, casi contrapuesta. Así, mientras que Loustau desarrolló en la Universidad de Murcia absolutamente toda su carrera profesional, permaneciendo como profesor -fue rector durante 18 años y posteriormente decano de la facultad de Ciencias- hasta su muerte, la estancia en el centro de Fernández-Nonídez, fue sumamente breve.

Ambos llegaron a Murcia al mismo tiempo y se establecieron en sus comienzos en dos de las 120 habitaciones del Hotel Victoria, -que acababa de cambiar su denominación después de llamarse desde su inauguración, en 1890, Hotel Universal-. Por su ubicación, el alojamiento era muy cómodo para los dos jóvenes catedráticos, pues en esos momentos la universidad estaba situada en el edificio de las graduadas del Carmen, a tiro de piedra del hotel.

Cuando llegó a Murcia, era el catedrático más joven de España. Ostentó el cargo de decano de Ciencias de la Universidad de Murcia, pero poco después de llegar a estas tierras marchó a la universidad suiza de Zurich, y posteriormente a la Universidad de Columbia, en Nueva York, y, a continuación, a la Cornell University Medical College de Nueva York y al Medical College de Georgia como profesor de Anatomía Microscópica. En ese puesto falleció a los pocos meses de desempeñarlo, a la temprana edad de 55 años. 

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